IRRESPONSABILIDAD DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS por Néstor Grancelli Cha*
Nestor Grancelli Cha | 31 marzo, 2013
Con el título de “Responsabilidad de los Partidos Políticos” publicó el diario La Nación en octubre de 2005 una nota de Alfredo Vítolo. Se trataba de un análisis de la actuación de los partidos después de los comicios de ese año para la renovación de las cámaras legislativas nacionales. El tema de la responsabilidad de esas organizaciones revestía particular importancia a la luz de la reforma constitucional del año 1994 que las consideró instituciones fundamentales del sistema democrático.
Releer esa nota transcurridos ocho años y a pocos meses del acto eleccionario que se celebrará en octubre de este año, nos permite apreciar los avances o retrocesos de la vida política argentina en este lapso. Más cuando se pretende introducir innovaciones relacionadas con la identificación del votante, adopción de troqueles, códigos de barra, padrones con foto de los electores, etc.
Si bien esto parece un paso a la modernidad, apunta más a un "no problema" ya que no ha sido nunca motivo de fraude la identificación del votante. Más bien esta modificación tiende a postergar el verdadero problema que se solucionaría sólo con la boleta única, o con el sistema de voto electrónico, sistemas que aterrorizan al actual oficialismo.
Se pueden agregar algunos detalles adicionales pues no sólo se agravará el trámite porque cada votante deberá firmar el padrón cuando introduzca el voto en la urna a fin de recibir luego el troquel como prueba de haberlo hecho, sino que desconoce un viejo vicio que los punteros emplean con maestría: la mayoría de las fichas de afiliación partidaria son falsas y no se controlan en la justicia. Y no falta quien vaticina que el troquel que reemplazaría el sello de la autoridad de mesa en la Libreta, se perderá entre la papelería de las mesas o en el bolsillo de la picaresca criolla. Por último recordemos que con estas medidas no se elimina la necesidad de movilizar miles de fiscales de mesas, continuará el robo de boletas y habrá que reemplazar las actuales urnas por otras de mayor dimensión…
Y por último, ¿se llegará a tiempo para cumplir con las nuevas normas?
Vítolo opinaba en 2005 que ninguno de los partidos políticos había comprendido las obligaciones a su cargo y habían actuado aquel año con gran irresponsabilidad. El justicialismo, afirmaba, presentaba tres vertientes y si bien su triunfo le otorgaba legalidad, estaba obligado moralmente a definir si se trataba de una sola fuerza política o son tres partidos diferentes confundidos en una sola estructura partidaria. No pueden, agregaba, continuar transfiriéndole a la sociedad en cada elección la solución de sus problemas internos ni seguir la disputa y permanente negociación clandestina sobre cada tema de gobierno
¿Ha cambiado acaso esta situación de la fuerza mayoritaria identificada como "movimiento peronista", institucionalizado como justicialista?
¿Se han superado o agravado los diferendos y duros enfrentamientos entre sus líderes en la última década?
A esta realidad se suma para octubre otro factor que condiciona su accionar considerando que esas elecciones determinarán si su resultado les permitirá solucionar o no el tema de reformar la Constitución Nacional para hacer viable el tercer mandato de la actual presidente.
Este tema es un campo de batalla de inusitada gravedad.
En cuanto a la UCR, la nota de Vítolo destacaba que, a pesar de las derrotas en los últimos años, seguía siendo el principal partido de oposición con despliegue territorial, lo que le permite conservar representantes en el Congreso Nacional y en las legislaturas provinciales y municipales. Sin embargo, hoy el partido carece de de nuevos líderes capaces de alentar la adhesión de sus partidarios ni de mantener la confianza que gozó antaño como el partido de las libertades cívicas y la conducta moral. Su misma organización se viene deslizando a lo que parece más una federación de fuerzas provinciales de alianzas ocasionales que la estructura de un sólido partido estructurado no solo en lo formal. Sus relaciones con el gobierno instalado hace una década, ha sido una historia de anarquía y claudicaciones personales. Su recuperación es lenta aunque sus líneas internas se vienen desdibujando en procura de nuevos liderazgos y claras consignas.
Muchos dirigentes radicales ya no eluden la posibilidad de acercamientos y acuerdos con otras fuerzas democráticas. Entienden necesaria tal estrategia. Ante un gobierno que acentúa cada vez más sus comportamientos autocráticos, no rechaza acuerdos que fortifiquen la oposición y elaboren un programa de gobierno concreto para superar los graves problemas que deberá afrontar el país en el 2015.
Al referirse al PRO, el comentario escrito en 2005, reconoce que se ha convertido en la "cabeza del centroderecha argentina" si bien destaca que aún carece de una estructura nacional y debe recurrir a "candidatos de notoriedad" en otros ámbitos, no precisamente de la política. Lo mismo señala sobre la necesidad de cerrar acuerdos con otras fuerzas y con sectores del peronismo, sobre todo en los distritos del interior.
Y en cuanto a las organizaciones de izquierda, les dedica unos párrafos sosteniendo que el ARI – partido que asomaba ese año con un fuerte liderazgo personal que se fue evaporando – aportó nuevos impulsos y posibilitó la Alianza con la UCR a la que sumó muchos dirigentes, de los cuales no pocos, se sumaron luego al gobierno de los Kirchner
Alude por último a los pequeños partidos de izquierda como grupos cuyos viejos dirigentes han sufrido el desgaste de confrontaciones internas de todo tipo, siempre con matices ideológicos de muy difícil conciliación.
Conocidos intelectuales que se identificaban con posiciones de izquierda en todas sus variantes, han terminado identificados con el kirchnerismo y hoy ocupan cargos públicos generalmente bien rentados.
Termina Vítolo su ensayo alertando a la ciudadanía que "lo que está en juego, es el futuro de la República y la consolidación de la democracia."
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Para actualizar el análisis de la responsabilidad de los partidos, es necesario considerar ciertos datos concretos de la realidad nacional.
El padrón electoral, que en el 2011 era de 28.685.833 ciudadanos, tendrá un aumento significativo en el comicio de octubre próximo, estimado en el 4,5% motivado por la incorporación de los menores de 16 a 18 años, conforme a la reciente habilitación para votar. No es fácil pronosticar cuántos serán votantes del nuevo sector, considerando que para ellos el voto no será obligatorio. Además, los decididos a ejercer tal derecho, no podrán hacerlo si no cuentan para el día del comicio con el DNI y la correspondiente inscripción en el Registro Electoral formalizada antes del 30 de abril, es decir, tres meses antes de las elecciones PAS0. Trámites sobre los cuales el gobierno no hace la difusión necesaria mientras la organización La Cámpora promociona y trabaja en las villas, descontando que los jóvenes de ese sector votaran sus candidatos.
Esta innovación crea entonces una responsabilidad adicional a todos los partidos que se encuentran reconocidos y que serían hoy: 33 como partidos nacionales, 271 provinciales y alrededor de 500 municipales o vecinales.
Los partidos llamados tradicionales viven crisis internas que, en alguna medida, alientan la formación de líneas o corrientes diferenciadas entre sí, aunque para las elecciones generales procuran acordar nóminas de candidatos y programas partidarios consensuados previamente a su inscripción electoral.
Todas estas complejas negociaciones terminan en pronunciamientos doctrinarios con muchos postulados similares, resultando así difícil reconocer diferencias ideológicas sustanciales. Por ello puede ser política común la formación de frentes electorales, aunque la dificultad estriba en acordar el orden en las listas de los candidatos.
Venimos refiriéndonos básicamente a la elección de octubre, pero las jornadas para llegar a ella marcan fechas más próximas:
El 11 de agosto es el día de las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (las ya famosas PASO).
Por consiguiente la actividad previa de los partidos deberá acentuarse, ya que en el comicio de agosto quedarán oficializadas las listas que podrán participar en octubre.
Otro aspecto del proceso electoral es el régimen de alianzas o frentes que son acuerdos entre partidos que deben oficializarse antes y son producto de negociaciones que generalmente culminan sobre la hora.
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Es notorio que el mundo político no demuestra hoy los aprontes y actividades preelectorales que en otras épocas movilizaban la vida partidaria con meses de antelación.
El llamado Frente de la Victoria que en las elecciones de 2011 obtuvo el 53,9 % de los votos emitidos, (81.4 % del padrón) necesita lograr la necesaria mayoría legislativa para declarar la necesidad de la reforma de la Constitución Nacional, como aspiran sus dirigentes.
Por otro lado la llamada oposición que se integra y desintegra según el tema en discusión, parece sin los bríos necesarios para afrontar la contienda electoral. Sólo muy pocos de sus dirigentes comienzan a elaborar un programa que apoyen los partidos partícipes. Un acuerdo para la acción común no parece avanzar, tanto por las indefiniciones ideológicas como por los temas que ya los dividía en el parlamento.
Mientras tanto, la situación del país y el rumbo que viene tomando su gobierno preocupa y alarma. Las instituciones republicanas corren riesgo de desaparecer bajo un régimen cada vez más autoritario.
Otros dirigentes comienzan a hablar de "resistencia"
De un lado y del otro, una sociedad cada vez más dividida, requiere que los partidos políticos asuman sus responsabilidades cumpliendo la misión que tienen en una democracia republicana.
Dejemos claro por último, que al referirnos a la responsabilidad de los partidos estamos aludiendo a los líderes que aparecen en los medios como figuras públicas notorias, sus dirigentes, y a todos esos hombres y mujeres que los integran como afiliados.
Por esa actuación errática en los últimos años, es notoria la crítica y la disconformidad del pueblo con los partidos opositores. Les señalan sobre todo marcadas diferencias con los políticos del pasado a quienes evocan como fundadores de la Nación con sus grandes debates parlamentarios y a ex presidentes que jerarquizaron la función pública.
Y por ese recuerdo idealizado, aluden a la actual dirigencia como "sector en crisis", una expresión generosa que muchas veces se sustituye por la de grupos de incapaces, figuras mediáticas sin verdadera vocación de servicio. Se les acusa de anteponer sus intereses personales que llevan a la fragmentación, provocando tendencias y líneas internas que debilitan la organización partidaria.
Todo esto ha contribuido a generar un creciente desánimo y una desvalorización de la política que nos está llevando a nuevas nociones de convivencia, reñidas con el régimen democrático. Hoy es frecuente escuchar agresivas críticas al gobierno, pero no son menos las destinadas a los dirigentes opositores cuyas disputas impiden acciones concertadas para crear alternativas democráticas en momentos de crisis institucional como la que soporta actualmente el país.
Este desánimo generalizado, se traduce en un creciente rechazo de la actividad política que nos acerca – peligrosamente- a un modelo totalitario, al acceso de los demagogos al poder, a la formación de gobiernos de aventureros y corruptos.
Si reflexionamos sobre responsabilidad, convengamos que la ciudadanía debe exigir correcta actuación cívica a la dirigencia opositora y decencia al oficialismo.
Marzo 2013
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* Néstor Grancelli Cha fue Secretario de Relaciones económico-sociales de la Presidencia de la Nacion (1958/59). Es autor del libro "Eslabones de Militancia" – Editorial Claridad, 2011 y es co-director de este sitio