EL LENGUAJE DE LOS MEDIOS por Delfina Velazquez
Ernestina Gamas | 2 marzo, 2013
Señores co-directores:
Quisiera dejar constancia de mi total adhesión a los términos de la carta de N. Grancelli Cha referida al lenguaje de la Presidenta, publicada en ese Sitio.
Pero también quiero destacar la creciente degradación que se viene observando en el lenguaje de los medios radiales y televisivos que la señora presidenta -con el de su oratoria- parece emular.
Ya en el 2002, en La Nación del 26/10, Santiago Kovadloff escribía "La decadencia de los pueblos suele iniciarse con el envilecimiento de las palabras, con el abandono del interés por lo que implican como signos de aptitud para la convivencia, la recíproca credibilidad y la preservación de los matices que hacen posible el pensamiento". Y días después, en el mismo diario Albino Gómez comentaba aquellas reflexiones afirmando que los directivos de nuestra radio y televisión no sólo ignoran lo apuntado por Kovadloff, sino que tampoco saben " que el hombre se constituye como tal a través del lenguaje, además de identificarse a través de la conducta o de la acción, ya que siempre hacemos lo que somos y, finalmente, somos lo que hacemos".
Ya en aquel año y desde antes también, el lenguaje de los argentinos se venía deteriorando y los medios radiales y televisivos se habían convertido en sórdidos difusores de la chabacanería con un lenguaje cada día mas soez. Estos críticos advirtieron que el lenguaje en la formación de nuestras vidas, de nuestras identidades y de los mundos en los que nos desenvolvemos, es lo que permite incorporar una correcta interpretación del ser humano individual y, a la vez, de los fenómenos relacionados con la convivencia social. Es notorio que en esta última década, el lenguaje no sólo se ha reducido y empobrecido, sino que desde los medios y desde el poder político, se lo desvirtúa y pervierte cada día más.
Esta perversión del lenguaje, sobre todo en el discurso oficial, se observa en la incapacidad para expresarse, en el incremento de errores gramaticales, ortográficos o de sintaxis. Voceros del poder llegan a cambiar el sentido de expresiones y vocablos para forzar un "relato" que pretende sustituir la realidad y hasta la historia.
El control de los medios oficialistas desconoce que no hay pensamiento sin lenguaje y el que emplean, al igual que lo hace el discurso de la presidenta, impiden una correcta interpretación de los fenómenos relacionados con la convivencia social. Seguramente pagaremos sus consecuencias.
En sus reflexiones, Kovadloff precisaba".Poco pueden importarnos nuestros semejantes si hacemos un uso prostibulario del lenguaje. Si no nos interesa lo que decimos, ni el modo en que lo hacemos, tampoco pueden interesarnos aquellos con quienes nos comunicamos. Y esto, claro está, tiene sus consecuencias"
Delfina Velzquez