DEMOCRACIA, DESARROLLO Y SISTEMA DE DEFENSA por Dr. Ing. Luis Clementi *
Ernestina Gamas | 22 febrero, 2013
Recientemente, un importante medio nacional señaló que “Inglaterra teme un ataque en Malvinas y una acción hostil argentina” y, debido a ello, el Ministerio de Defensa del Reino Unido, preparó un “plan de contingencia” para reforzar el patrullaje en las Islas Malvinas y muy especialmente, a la luz del Referéndum que realizarán los isleños entre el 10 y 11 de marzo próximo, entre los 1500 habitantes en condiciones de votar en las islas (votarán sobre si desean o no (?) mantener su estatus político como territorio de ultramar del Reino Unido). En realidad es triste, pero “el plan de contingencia” suena como un halago para la Argentina, aunque evidentemente, es fuego de artificios porque ellos saben que nuestro país está indefenso, a pesar del capital humano y compromiso de las Furzas Armadas, pero sin una política de Estado “positiva” y recursos materiales que sustenten una mínima capacidad disuasiva. En contraste, Brasil y Chile por ejemplo, mantienen una permanente actualización de sus capacidades y una férrea política de apoyo y desarrollo de sus sistemas de defensa.
Desde el advenimiento de la democracia en 1983, el sistema de defensa argentino atraviesa una lenta agonía. No les fue mejor a los sistemas de justicia, de educación, de salud, de seguridad, de generación de riqueza y de progreso social. En realidad todavía no sabemos qué es la democracia ni hemos vivido en ella, porque pareciera que se apoderó de la Argentina una asociación ilícita que convirtió en cenizas el sueño de millones de argentinos.
Nuestra democracia está muy enferma, pero la democracia se cura con más y mejor democracia, y entiendo que ello será posible si cada uno de nosotros asume su rol de ciudadano y toma un verdadero compromiso con nuestro futuro. Los argentinos ansiamos superar el “tiempo de las promesas” y comenzar a ver la concreción de los principios enunciados en el preámbulo de la Constitución Nacional. No se puede continuar agrediendo y marginando a ningún sector y se debe reestablecer la paz y la concordia nacional.
La dirigencia nacional debería actuar con sabiduría con el propósito de alcanzar, por fin, la “unión nacional” y la “integración y el desarrollo” de la República Argentina, y de profundizar los lazos de cooperación estratégica y política con América del Sur y el resto del mundo, para lograr el bienestar material y espiritual de cada pueblo, permitiéndole a cada individuo disfrutar de una vida digna y de un futuro próspero para él y su descendencia, sin caer en el infantilismo de desconocer los peligros y amenazas que perturban a todas las sociedades y a la seguridad internacional. Para ello, es indispensable consensuar a nivel político un conjunto de políticas de Estado y respetarlas, dándole continuidad en el tiempo a la gestión de políticas públicas.
La paz y la seguridad mundial dependen de la cordura y sensatez de su dirigencia, aunque a lo largo de la historia humana la paz nunca dejó de ser una utopía inalcanzable. El grave cuadro estratégico internacional, caracterizado por una alta inestabilidad, desigualdades estructurales y la aparición de nuevas amenazas a la seguridad, requiere claridad en el pensamiento estratégico, herramienta indispensable para diseñar una concepción global de la seguridad, que vele por la defensa de los objetivos nacionales e intereses vitales y estratégicos de nuestro país.
Para reestablecer un eficiente sistema de defensa, es imperioso adoptar decisiones políticas en forma urgente. Para ello, especialmente los partidos políticos y la dirigencia nacional en general, deberían tomar conocimiento de la situación actual del sector y del pronóstico, y generar las respuestas que debe ofrecer la democracia a los ciudadanos que confiamos en las instituciones.
Está en juego nuestra supervivencia, y la Argentina no puede continuar anclada en el pasado. Debe superarse la chatura, la mediocridad, la corrupción y la impunidad que se viene imponiendo en nuestro país desde hace varias décadas. La ausencia de ejemplos y de grandeza está a la vista de quien la quiera ver. Se debe humanizar, institucionalizar correctamente, profesionalizar la gestión política y la administración de la cosa pública, y para ello se requieren líderes de calidad. La calidad implica poseer una escala de valores trascendentes, que esté asentada sobre los principios de un hombre de bien, para poder ejercer con autoridad moral una actividad pública que solo debe perseguir el bienestar general de la sociedad. Calidad implica también respeto al mérito, es decir, estudiar, prepararse o rodearse de los mejores en cada disciplina. Esta es una de las principales virtudes de un líder: saber impulsar y motivar a profesionales de excelencia para realizar cada tarea, aprovechando de cada uno el máximo potencial. El término profesional no implica poseer títulos ni pergaminos especiales, implica idoneidad, calidad humana, preparación y experiencia. Lo ideal sería contar con líderes, dirigentes y cuadros técnicos que transitaran con alternancia el circuito virtuoso que relaciona a la universidad, la actividad privada y la función pública, tal como ocurre en muchos países desarrollados. La buena política implica rodearse de buena gente. Decía José Ingenieros: “De seres sin ideales ninguna grandeza esperan los pueblos”. Lograr esta transformación es el gran desafío que tienen los partidos políticos, si verdaderamente aspiran a servir a la comunidad y desenvolverla en una democracia republicana, representativa y federal. Por ello en la renovación de los cuadros hay que estimular la presencia de argentinos cultos, idealistas y comprometidos con el destino común y de grandeza que alguna vez soñaron las pasadas generaciones.
Los cambios se avecinan y la dinámica global viaja a velocidades fantásticas. Debemos generar en los partidos políticos líderes de calidad, porque peligrosamente en nuestra región se viene imponiendo la idea del “cesarismo democrático”, que en 1919 postulara el venezolano Laureano Ballenilla Lanz, y ya existen, en varios países del área, ejemplos de intentos de reelecciones indefinidas que solo lograrán profundizar, aún más, las debilidades de nuestras democracias y la postergación del desarrollo de todo su potencial como naciones soberanas.
En nuestro país, enfermo de mala política, subdesarrollado, donde se asignan prioridades presupuestarias a partir del clientelismo político, resulta “casi lógica” la destrucción de la educación, de la salud, de la justicia y de cualquier otro sistema, como lo es también el ensañamiento especial con la agonía prolongada y muerte del sistema de defensa y el ataque constante y permanente a los miembros de las Fuerzas Armadas, sin medir las consecuencias que tienen en el presente y que sin duda tendrán para las generaciones futuras.
Existe demasiada hipocresía. El terrorismo de Estado y el terrorismo subversivo tuvieron como primera víctima a un gobierno constitucional, y la destrucción del sistema de valores no comenzó con el Proceso de Reorganización Nacional. De ninguna manera justifico o acepto la forma de actuar de la dictadura militar, pero no se puede construir la verdad sobre un pilar de mentiras.
En 1992, el Dr. Arturo Frondizi presentó un libro titulado La Nación Argentina y sus Fuerzas Armadas. Allí planteó una serie de consideraciones que aún hoy conservan plena vigencia, algo que es propio solo de un gran estadista. Pero hay que reconocer que el escenario actual es muy distinto y más negativo. Resulta increíble que Argentina, dotada de recursos naturales y humanos y con riquezas tangibles e intangibles capaces de convertirnos en grandes productores de todo lo que el mundo necesita, sufra el deterioro constante y permanente de su situación, por la ausencia de un compromiso superador de los intereses personales de algunos “vivos” y por el poco compromiso social, de responsabilidad individual y colectiva, para generar un proyecto común.
Deseo señalar la importancia política que tiene para una sociedad moderna el sistema de defensa, y lo grave de desarmar unilateralmente a nuestro país, continuar con nuestras fronteras permeables a todo tipo de agresiones y dejar librada a su suerte a nuestra sociedad. Además, destacar la profunda necesidad de contar con un proyecto nacional superador que apunte a la concreción del fantástico potencial nacional, consensuar las aspiraciones y necesidades de todos los sectores sociales y generar un modelo de producción y distribución de riqueza. No se puede distribuir lo que no existe y no se pueden implementar políticas sin contar con los recursos necesarios para ellas. El espíritu militar y el compromiso de mujeres y hombres que están dispuestos hasta a ofrecer sus vidas y dan a la sociedad mucho más de lo que reciben, por lo que constituye un mensaje de esperanza, las palabras que en su momento expresara el Dr. Arturo Frondizi al personal de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, en actividad y en retiro[2]:
[…] a pesar de todas las contrariedades deben tener:
· Conciencia plena del papel fundamental que están obligados a desempeñar en la defensa de la Nación Argentina, no solo como brazo armado, sino interesándose en los problemas espirituales y materiales del país.
· Subordinación a las normas constitucionales, pero exigiendo el respeto debido a la Institución.
· Unidad y disciplina férrea en cada fuerza y unidad monolítica entre ellas.
· Como fuerza, en conjunto e individualmente, cada uno de sus integrantes, cualquiera [que] sea su grado, debe superar la guerra sicológica que se lleva a cabo para desprestigiarlas y debe sentirse orgulloso de su condición militar.
Existe abundante y excelente material publicado sobre el sistema de defensa argentino y su relación en el contexto regional. Mi deseo, es solo brindar una mirada política y contribuir a que se entienda la gravedad de la situación que atraviesa.
* Director del Centro de Estudios Nacionales – Fundado por el Dr. A. Frondizi en 1956
* Miembro de Número del Consejo Argentino de Estudios Jurídicos, Económicos y
Sociales.
* Ex Director de la Maestría en Transporte – Universidad del Ejército Argentino