LIKE A POTEMKIN VILLAGE: MENTIRA Y ENGAÑO por Ernestina Gamas
Ernestina Gamas | 4 diciembre, 2012
LIKE A POTEMKIN VILLAGE[i]: MENTIRA O ENGAÑO
"Y sin duda nuestro tiempo… prefiere la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad, la apariencia al ser… lo que es 'sagrado' para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad. [ii]
Corría el año 1771 cuando Gregorio Potemkin fue nombrado en el Consejo de Estado por Catalina de Rusia. Había nacido en 1739 y después de estudiar en la Universidad de Moscú, entró a la caballería. Con gran habilidad se acercó a la Familia Real para ligar su vida a la de la zarina y así se convirtió en el hombre más poderoso de Rusia. Después de la exitosa campaña de Crimea, en agradecimiento, Catalina que era talentosa y culta vio en él aptitudes de estadista y lo nombró gobernador, no sin antes hacerle prometer que él convertiría esas vastas y estériles tierras en un estado desarrollado. Cada tanto al volver junto a ella le contaba de sus increíbles éxitos, hasta que la zarina le pidió que le organizara un viaje para verlo con sus propios ojos. Potemkin pese a sus cualidades tenía una ambición desmedida interfería con la eficacia de sus labores administrativas. Ante la inminente gira y para mostrarle los progresos de su gestión, preparó a su paso falsos escenarios de piedra y de cartón que a lo lejos parecían florecientes villas, con casas y construcciones dignas y prolijas, donde la pobreza parecía haberse erradicado, pero que se desvanecían apenas ella las perdía de vista. Y así regresó a la capital convencida de que todo este crecimiento se había logrado durante su reinado y dicen que llegó a su muerte sin enterarse de la verdad.
Muchos años han pasado desde que aquellos reinados absolutistas encarnaban sólo en ellos el cuerpo político. Distintas ideas y teorías políticas acerca de cambios o reivindicaciones, con luchas y sangre derramada para ponerlas en práctica se han sucedido,
Ahora las democracias han producido el doble juego de apropiación colectiva y de descorporización del poder. En teoría está inscripto en reglas y procedimientos que no tienen ya más propietario. Sin embargo la recorporización contemporánea de lo político marca una ruptura. Es la imagen permanentemente ofrecida a la vista del público, una imagen altiva y forzada la que se muestra en la forma de la nueva política de la presencia.
Estamos en la Argentina y es el año 2012. Frente al espejo una mujer desasosegada parece repetir prácticas de cuento de hadas en la reiteración de una pregunta diaria. No como cualquier otra mujer preguntándose sobre su aspecto, sino ahora, sobre quien es la más poderosa. La respuesta es sólo su imagen reflejada, que parece ocupar toda la escena.
De pronto, en una calurosa tarde del 8 de noviembre, un ligero temblor sacude al resplandeciente cristal. Con el correr de los minutos, ese rumor lejano se intensifica y hace temblar el piso sobre el que se apoya el marco recubierto con láminas de oro. El ruido empieza a invadir el ambiente y parece acercarse. Cierra las ventanas y corre las pesadas cortinas. Luego vuelve a mirarse. El espejo tiene una rajadura en forma de estrella que descompone su figura en fragmentos. Esto la enfurece y una crisis de nervios la sacude.
Hay una persona cercana, su única amiga, de las pocas de su entorno a quien permite que la aconseje, que después de hacer una reverencia, la sostiene. Le dice que se trata de unos pocos inadaptados, de un grupo de opositores. En ella confía, ya que le recuerda acerca de su legitimidad apoyada por el sufragio de la mayoría y sobre todo, es quien la convence de que el pueblo la quiere. Aunque afuera, una multitud clamorosa demanda. Por momentos canta, por momentos golpea con intensidad. Pero como el espejo está roto, esa noche no puede consultarlo. Es de suma urgencia que sea reemplazado y así se hace al día siguiente cuando se coloca uno nuevo para recomponer su ánimo.
De esta manera puede una vez más mostrarse segura como de costumbre, en otra de sus frecuentes apariciones frente a las cámaras y los micrófonos, en Cadena Nacional, haciendo abuso de la palabra que relata sobre un país que invierte y crece, ya erradicada la pobreza. Habla y gesticula sin admitir interferencias, sin dejar lugar para la réplica y sólo la interrumpe un grupo de aplaudidores que son enfocados como prueba de consenso. A diferencia de Catalina de Rusia, no es una estadista y carece de cultura
Así como Potemkin hizo para Catalina, un vice-ministro exaltado como un joven, le ha dibujado un paisaje de fantasía de los que a ella la enamoran fácilmente, aunque por ahora nada de lo pintado se ha plasmado en los hechos.
Al margen de la veracidad de estos relatos, es una característica de los gobiernos autoritarios distorsionar la realidad para enmascarar los fracasos de la gestión pública y las arbitrariedades contra los ciudadanos. Distintas versiones de este comportamiento se plasman en giras, en inauguración de obras que nunca llegarán a funcionar, en anuncios de mejoras ante los cuales sólo resta esperar.
El mundo absolutista al que perteneció Catalina de Rusia parece haber quedado distante. Pero los avances técnicos y la diversidad de imágenes sobre la realidad, hacen hoy también posible el juego de los decorados y las puestas en escena. No pertenecemos al mundo de Blanca Nieves, donde la respuesta sobre la calidad y la cantidad de belleza y de poder era una voz impolítica que contestaba desde un espejo, recusando la realidad. Estamos inmersos en una dimensión conflictiva de normas constitutivas de pertenencia a una ciudadanía. Ciudadanía que debería reclamar un afianzamiento político de la democracia, para permitir el libre juego de las distintas tendencias, de los distintos partidos que las representan.
Ciudadanía que debería reclamar DEMOCRACIA, teniendo en cuenta que la validación democrática no se termina en la elección entre unos y otros candidatos, en periódicos actos eleccionarios. Ningún número de electores que legitime el poder para cualquier acción arbitraria. Este debe someterse a la revalidación permanente en el cumplimiento de las leyes que nos comprenden a todos por igual. Porque esos recursos técnicos que nos aproximan las imágenes, también desenmascaran y muestran otras facetas escondidas en ellas. Gestos y expresiones del cuerpo que contradicen la palabra. Y entonces podemos tomarnos la libertad de imaginar que esa mujer y situada sola de nuevo frente al espejo, pueda tener en un rincón de su memoria el eco estremecedor de aquel desestabilizante estruendo.
La de otra realidad comprimida y acuciante que busca reconocimiento y que golpea en silencio o estruendosamente fuera de sus ventanas.
Diciembre 2012