EL PRESIDENTE ARTURO FRONDIZI: SU HERENCIA MORAL Y POLITICA por Román Frondizi*
Ernestina Gamas | 13 noviembre, 2012
Exposición en el Foro de la Ciudad, Club del Progreso, 31 de Octubre de 2012
Sumario: I.- Introducción. II.-Importancia de la política y de la acción política. III.-El legado moral y político del Presidente Arturo Frondizi. IV.- Raíces profundas de los ideales de Arturo Frondizi. V.-Jalones en la defensa de las libertades públicas. VI.-La defensa de los detenidos por el alzamiento radical de diciembre de 1933. Una opinión sobre la conducta de los jueces. VII.-La “Liga Argentina por los Derechos del Hombre” y el “Comité contra el Racismo y el Antisemitismo”. VIII.- Los Derechos Humanos. IX.- La labor parlamentaria. X.- El caso Balbín. Más sobre los jueces. XI.- Jueces independientes e imparciales. Vigencia del estado de Derecho. XII.- Defensa de la libertad de prensa. XIII.-La lucha política y el partido al hombro. XIV.- El trabajo en equipo. XV. Un modo de reflexionar, de actuar, de vivir políticamente. XVI.- Una mentalidad abierta no solo al país sino al mundo. XVII.- Político con convicciones y con responsabilidades. XVIII.- La reconciliación: nota más fuerte de la herencia moral de Arturo Frondizi. XIX.- Fundamento de la requisitoria por la reconciliación. XX.- Conclusión.
I.-Introducción.
Mucho se ha hablado y escrito sobre los logros obtenidos en los escasos cuatro años de gobierno del Presidente Arturo Frondizi en materia económica y social, en educación, en infraestructura, en la recuperación de la confianza del mundo en la Argentina, en política internacional.
Las metas alcanzadas y los proyectos puestos en marcha durante su Gobierno son generalmente aceptados como una suerte de emblema de que, en la Argentina, es posible impulsar el desarrollo a paso acelerado, y de que el Estado – naturalmente en manos de personas preparadas, decentes y patriotas- tiene un rol que cumplir creando las condiciones de fondo, jurídicas, económicas y políticas para su realización.
Destaca que la obra de gobierno no solo fue cumplida en un lapso breve, sino que se hizo partiendo de un país poco menos que inviable, postrado económica y financieramente, transido por las divisiones, el odio, el resentimiento y la envidia, que lo dividían en facciones civiles y militares sobre el trasfondo de la lacerante antinomia peronismo/antiperonismo.
Sin perjuicio de todo ello, es un hecho que, en la actualidad, la cuestión moral y la cuestión política tienen una relevancia por cierto no menor a las demás y, al respecto, no es poco lo que puede aprovecharse del legado del Presidente.
II.- Importancia de la política y de la acción política.
Hoy, como ayer, no cabe duda que la economía es lo básico, lo urgente, lo apremiante.
Pero la política y la cuestión moral son lo importante: porque hay que cambiar el rumbo para tratar de encaminar al país hacia la realización del sueño de Arturo Frondizi, que también fue el de Alberdi, compartido por tantos argentinos con prescindencia de orígenes partidistas: la República democrática, organizada en torno a los ideales de Justicia y Libertad asegurados por el Estado de Derecho, sustentada en una economía desarrollada que promueva el trabajo y el bienestar de sus hijos y fortalezca la independencia nacional en un mundo globalizado, del cual el país no debe quedar afuera.
Para esa tarea hay que partir del hombre, de nosotros mismos, hombres y mujeres concretos, con nuestras fortalezas y debilidades, potenciando nuestra fuerza moral para afrontar y vencer todos los obstáculos, nuestra sagacidad para reconocer mayor sabiduría en los demás y lograr que la aporten a la empresa común, nuestra preparación pues vivimos en el mundo del conocimiento, nuestra humildad, para reconocer nuestros propios errores, y nuestra capacidad para generar confianza, tomar la iniciativa y lograr la unidad para la acción.
El control y el manejo del Estado se presentan como una cuestión decisiva, ya que el cambio no se producirá por si solo ni por la intervención de la divina providencia.
Requiere de la acción de las fuerzas sociales interesadas en el cambio mismo.
Por lo tanto, requiere de la acción política.
III.- El legado moral y político del Presidente Arturo Frondizi.
Hoy vamos a espigar en este legado con sentido de actualidad, para hallar contenidos y lemas de una acción capaz de integrar a las fuerzas sociales y políticas necesarias para frenar el declive y recuperar la República.
Aquel legado puede sintetizarse en pocas palabras:
· de una parte, en lo político, la pasión por la justicia, las libertades y la República democrática, y la voluntad inquebrantable de servir a la Nación; y,
· por otra parte, en lo moral, la conducta intachable y la perseverante promoción de la reconciliación entre los argentinos.
IV.- Raíces profundas de los ideales de Arturo Frondizi.
Sus ideales arrancan de lejos, tienen raíces profundas en la vida misma de un hombre que se llamó Arturo Frondizi y que llegó a ser Presidente de la Nación.
Sería bueno poder dar un salto en el espacio y en el tiempo y hacer una especie de viaje a la semilla, pero los límites de esta exposición no me lo permitirán.
Por eso, solo diré que a aquellos valores los encontró en el seno del hogar de sus padres, don Julio y doña Isabel, mis abuelos.
Don Julio fue un hombre del Risorgimento, liberal enragé, ateo y republicano – y subrayo lo de liberal, que atañe al espíritu y a las ideas, y no es lo mismo que liberista, que concierne a lo material y económico, como bien enseñó Benedetto Croce.
Su esposa fue una católica ferviente.
Constituyeron un hogar cuya larga vida se fundó en el amor, pero también en el respeto irrestricto por el otro, por su libertad, sus ideas, su fe.
Permítaseme una disgresión: vieja y, para mi, sabia virtud italiana: no mezclemos ni confundamos la religión y la política. La primera atañe al orden de la conciencia, la segunda al del pensamiento y la acción cívica.
La saga de aquel hogar, fundado en Gubbio, esa maravillosa ciudad milenaria de la Umbria, se prolongó en tierra argentina, adonde llegaron en 1892.
Don Julio, que era de profesión constructor, obtuvo –ya en Italia- a través de un buen amigo inglés, Mr. Richard Miller, que era Director de la Compañía del Ferrocarril del Nordeste Argentino, de capitales preponderantemente británicos, un contrato para construir las obras civiles del tramo Concordia-Posadas del ferrocarril al Paraguay.
Y así fue como la “Impresa Italiana Giulio Frondizi”, con mi abuelo a la cabeza, asistido por un pequeño estado mayor de italianos de su confianza, y con la participación imprescindible de centenares de obreros, casi todos hijos de la noble tierra correntina, realizó en aquellos años esa difícil obra, que llevó más de tres lustros, atravesando el Noreste de Entre Ríos, todo Corrientes, y Misiones hasta su capital.
Por eso don Julio se instaló en Paso de los Libres, una especie de baricentro de la trayectoria de la obra, donde el 28 de octubre de 1908 nació Arturo, penúltimo hijo de su matrimonio con Isabel.
Y aquí debo abrir un breve paréntesis, para ocuparme de recientes palabras de la Presidente de la República, quien se refirió a la inmigración histórica en nuestro país –que aportó entre 1882 y 1914 más de 4.6 millones de personas de las cuales alrededor de 2.3 millones fueron italianos- etiquetándola de “muertos de hambre que bajaron de los barcos”.
Estas expresiones ofensivas, de neto tono descalificatorio, son realmente infelices, dirigidas como están a millones de personas que vinieron a la Argentina no a buscar subsidios sino a tratar de prosperar a partir del trabajo y la producción, y, de hecho, se constituyeron en pilar fundamental del progreso del país.
Sin otro título que mi condición de ciudadano raso, me limito a responderle con las palabras de uno de los más ilustres Presidentes argentinos, Domingo Faustino Sarmiento, que hago mías con todo respeto: “Casi todos son jóvenes, fuertes, sanos de cuerpo y de alma, dispuestos a trabajar y a prosperar y contribuir al progreso de este país que les ofrece hospitalidad y simpatía”.
Aquella pasión por la libertad y el rigor moral adquiridos por AF en el seno de su hogar, se vieron fortalecidos luego por las lecturas y los estudios, y por la amistad con sus compañeros nacida en la lucha por los ideales comunes.
Frondizi tuvo muchísimos amigos, que lo acompañaron con lealtad y con afecto, y a los cuales siempre les expresó su reconocimiento.
Véase este párrafo de la carta que le escribió el 27 de marzo de 1962, dos días antes de su derrocamiento, al entonces Presidente del Comité Nacional de la UCRI, Senador Nacional por Tucumán, Dr. Alfredo García:
“ En estas horas sombrías de la República, pude comprobar cabalmente,… el drama de ese gran argentino que fue Hipólito Yrigoyen, cuando sólo, enfermo y abandonado fue derrocado…Felizmente, Dios ha querido librarme de esta dolorosa experiencia, porque mi partido y mis compañeros de lucha de toda una vida me han acompañado con una conmovedora solidaridad, que obliga a mi emocionada gratitud y que me ha recompensado de la soledad y las penurias del poder. Cualquiera sea mi destino sé que he contado con la lealtad de mis amigos y de mi partido y la comprensión de mi pueblo.”
V.- Jalones en la defensa de las libertades públicas.
a) El Diploma de Honor.
En 1930, tras tres años de estudio, AF obtiene el título de abogado, con “Diploma de Honor”, distinción que no recibe pues le sería entregada en un acto público por el Presidente de facto Gral. Uriburu. La retira recién el viernes 30 de mayo de 1992 en la Facultad, aplaudido calurosamente por una gran concurrencia juvenil que desborda el Aula Magna.
b) Las prisiones.
El 8 de mayo de 1931 es detenido por primera vez al participar de una manifestación contra la dictadura en Diagonal y Florida.
Lo defiende Silvio, su hermano, que también es detenido al presentar el hábeas corpus, y los dos, defendido y defensor, van presos juntos a Villa Devoto.
Cuarenta y cuatro años más tarde Arturo es abogado patrocinante de la viuda y los hijos de Silvio en la sucesión de éste, secuestrado y vilmente asesinado por la Triple A, ese verdadero escuadrón de la muerte organizado, financiado y armado desde el gobierno peronista de 1974/76, cuyo jefe aparente fue el secretario privado y ministro de Bienestar Social del Gral. Perón, y cuyos crímenes siguen impunes.
Después hubieron otras once prisiones, hasta la del 29 de marzo de 1962 – 31 de julio de 1963, cuando el Presidente derrocado es recluído en la Isla de Martín García y en Bariloche.
VI.- La defensa de los detenidos por el alzamiento radical de diciembre de 1933. Una opinión sobre la conducta de los jueces.
En 1934, con 25 años de edad y tres de antigüedad como abogado, Arturo Frondizi toma la defensa de 176 detenidos en la Penitenciaría Nacional por haber participado en el fracasado alzamiento radical del 29 de diciembre de 1933, encabezado por el Tte. Cnel. Roberto Bosch.
Apela ante la Cámara la prisión preventiva dictada por el Juez de la Primera Instancia.
La defensa es exitosa, y todos los presos recuperan su libertad absueltos de culpa y cargo.
Pero reparen Uds. –y esto es lo que importa hoy- en dos afirmaciones hechas por el joven abogado en su informe in voce ante la Cámara, refiriéndose a la conducta de los jueces:
“(…) Si un juez se pone al servicio de un partido no merece respeto porque ha desvirtuado la naturaleza de su función. Pero si un juez se transforma en ejecutor de los designios de los poderes políticos para perseguir a los adversarios, entonces, se hace acreedor al desprecio de sus conciudadanos”.
VII.- La “Liga Argentina por los Derechos del Hombre” y el “Comité Contra el Racismo y el Antisemitismo”.
En 1937, cuando se cernía sobre la Argentina la sombra oscura de los totalitarismos que se expandían en Europa, diversas personalidades democráticas decidieron organizarse para defender los derechos humanos.
Así fue como se constituyeron la “Liga Argentina por los Derechos del Hombre”, que presidió el legendario Senador socialista Mario Bravo, y luego el “Comité Contra el Racismo y el Antisemitismo”.
AF participó activamente en ambos, junto a Lisandro de la Torre, Deodoro Roca, Augusto Bunge, Rodolfo Araóz Alfaro, Aníbal Troisi, Jorge Luis Borges, Julio A. Noble, Carlos Sánchez Viamonte, Arturo Illia, Américo Ghioldi, Luis Reissig, Diego Luis Molinari, Ricardo Balbín, y María Rosa Oliver, entre otros.
VIII.- Los Derechos Humanos.
Arturo Frondizi siempre consideró a los DD.HH. directamente enraizados en la mejor tradición argentina, aquella por la que hay que batirse so pena de no ser nada, ya desde las resoluciones adoptadas por la Asamblea del Año XIII.
De hecho, bajo la enseña de los DDHH, lucharon y triunfaron los soldados y los marinos del Ejército y la Armada patriotas, en la gesta de la independencia argentina y americana.
La doctrina de los derechos humanos está, por otra parte, íntimamente vinculada a la concepción del hombre como ser sagrado, de honda raigambre en el radicalismo argentino, y su vigencia actual, para Frondizi, es misión esencial de los gobiernos y de la consciente participación del pueblo, o sea, responsabilidad de todos.
Necesita de mentes despejadas de prejuicios, corazones liberados del odio, voluntades encaminadas a construir y no a destruir.
Es una exigencia de la paz y del entendimiento entre las personas.
Frondizi prosigue su lucha política en favor de la democracia y de la República desde las filas de la UCR a la que había adherido desde su primera juventud, y luego desde las filas de la UCRI y del MID, oponiéndose a los gobiernos conservadores de la década del 30 y la primera parte de la década del 40, al régimen militar surgido del golpe de estado del 4 de junio de l943, y a los gobiernos del Gral. Perón 1946-1955, como más tarde se opondría a los gobiernos militares de la llamada Revolución Argentina y del Proceso, no sólo por sus políticas económicas sino también por sus desviaciones y sus atropellos a las libertades y a los DDHH.
IX.- La labor parlamentaria.
No me detendré – no alcanzaría el tiempo de esta exposición- en la intervención del Diputado Frondizi como Vicepresidente del Bloque parlamentario de la UCR, el famoso bloque de los 44, en los grandes debates de aquellos años, ni en su tarea de ayuda concreta y permanente a los presos políticos y sociales y a quienes debieron tomar el doloroso camino del exilio.
Pero sí vale la pena recordar dos hechos , entre tantos otros: la defensa de Balbín y la defensa de la libertad de prensa en el caso, precisamente, del diario “La Prensa”.
X.- El caso Balbín. Defensa de la libertad de expresión. Más sobre los jueces.
Ricardo Balbín, diputado nacional y Presidente del Bloque Radical, fue candidato a gobernador de la provincia de Bs. As. en 1950.
Con motivo de algunos de sus discursos en la campaña electoral, fue procesado y preso en la cárcel de Olmos el mismo día de las elecciones, acusado por el delito de desacato al Presidente de la Nación.
Como paso previo, la mayoría peronista de la Cámara de Diputados le había quitado los fueros parlamentarios.
Las causas se concentraron en el Juzgado Federal de La Plata y Arturo Frondizi y Amilcar Mercader tomaron la defensa ante la Cámara Federal.
Les leo unas líneas de lo que dijo entonces AF, en su informe in voce, acerca de la conducta de los jueces, que se enlazan con las opiniones que diera 16 años antes, a las que ya me he referido, pues me parecen atinentes en las horas cruciales por las que atraviesa la justicia argentina, acosada por el PE y sus seguidores en el Congreso y en el Consejo de la Magistratura:
“ Los jueces deben ser la última reserva jurídica en la defensa de las garantías democráticas y de los derechos de la persona…Cada vez que la justicia debe decidir un conflicto en el que se considere el equilibrio entre el principio de autoridad y el de libertad, los magistrados deben afinar su sensibilidad republicana y democrática, especialmente si se trata de defender derechos individuales o colectivos… La historia de la justicia argentina, en cuanto a protección de la libertad, no es enaltecedora en su totalidad. Frente a gobiernos respetuosos se mostró fuerte, y de ello no me agravio, porque nunca me pareció suficiente la energía con que se defienden los derechos de las personas…Pero, en cambio, frente a Gobiernos que avasallaron las instituciones, la justicia encontró muchas veces el argumento casuístico o el recurso procesal para consentir el atropello. Y contra esto sí que me agravio…En este orden de ideas, podría señalar a VE la necesidad de extremar la defensa … de la libertad de opinión …y no sumarse a la destrucción de las instituciones argentinas, sino decir, como acto de la voluntad jurídica y moral, una palabra de serenidad y de justicia, advirtiendo cuales son los límites infranqueables en una República representativa y democrática.”
XI.-Jueces independientes e imparciales . Vigencia del Estado de Derecho.
Hoy, y soy yo quien lo afirma, debemos esforzarnos, con denuedo, para defender la vigencia plena y real del principio de la sujeción del juez únicamente a la ley, que emana de la Constitución con toda la fuerza de los grandes principios civilizadores.
Sin jueces sujetos solamente a la Constitución y a la ley, es pura literatura la idea misma del Estado de Derecho, porque ese principio significa mucho más que una fórmula jurídica: señala con fuerza necesarias garantías de democracia política, e indica con gran claridad que en el modelo constitucional la función judicial no es un espacio abierto a proyectos políticos o ideológicos, que deben ser excluídos del horizonte de la magistratura.
Con todo, como dijera el Presidente Frondizi en su discurso al instalar la Corte Suprema, “… para que los valores jurídicos sean una realidad es necesario que todos y cada uno de los argentinos asumamos, personalmente, la responsabilidad de adecuarnos a su vigencia…lo que da vigor al Estado de Derecho es la convicción, por todos compartida, de integrar solidariamente una comunidad basada en valores éticos y jurídicos. La vigencia del derecho solo es posible en un pueblo que lo sienta como suyo, y que luche por el derecho, sosteniéndolo como un elemento indispensable para la convivencia social y la vida moral”.
Ya en el gobierno, sostuvo hasta el extremo límite que las circunstancias se lo permitieron la vigencia del Estado de Derecho: actuó siempre dentro del marco constitucional, y respetó el equilibrio y el funcionamiento armónico de los poderes del Estado, sabiamente previsto por la Constitución Nacional, aún en los momentos más críticos de una época muy difícil, signada por una oposición virulenta, despiadada y con pocos escrúpulos, por huelgas muchas veces insurreccionales, y por más de treinta intentonas golpistas.
Frondizi entendió que el Estado de Derecho cumplía, además, el rol de factor clave del desarrollo económico. La falta de seguridad jurídica provoca incertidumbre y ahuyenta la inversión, al faltar certeza acerca de la estabilidad de las reglas de juego libradas a la discrecionalidad de los funcionarios.
XII.- Defensa de la libertad de prensa.
Entre enero de 1950 y abril de 1951 se desenvolvió la secuela que , iniciada con un conflicto gremial y con la muerte del obrero gráfico Roberto Núñez, culminó con la clausura y la expropiación del diario “La Prensa”, acérrimo opositor del gobierno del Gral. Perón.
Las palabras del diputado Frondizi, miembro informante de la minoría, fueron un alegato en defensa de la libertad de prensa:
“Aquí no está enjuiciada “La Prensa” como empresa comercial o como diario. Lo que está enjuiciado es el concepto mismo de libertad de prensa. Es por eso que podemos decir que a través de acontecimientos como estos lo que en realidad se está resolviendo es el propio destino del país”.
Destaca que “La Prensa”, cuyos propietarios originales la recuperaron durante el gobierno militar 1955-58, fue marcadamente hostil a la gestión presidencial de Frondizi y festejó su derrocamiento.
Arturo Frondizi defendió desde el llano a la libertad de prensa como elemento fundamental de una sociedad democrática, y la respetó escrupulosamente cuando fue gobierno, sin obstrucción alguna para quienes discutían o criticaban su gestión, ni tanto menos su persona.
Es más: al advertir desde la Presidencia que quienes asumían el gobierno nunca debían olvidar que habían sido elegidos o designados para prestar un servicio a la Nación, y no para gozar de las ventajas del poder y extenderlas a las personas de su relación familiar, amistosa o política, llegó a apelar públicamente a la colaboración de los órganos de prensa para que el progreso económico no fuera seguido ni por la corrupción administrativa ni por el resquebrajamiento de las bases morales de la sociedad.
Por otra parte, tal como el Presidente lo había anunciado en conferencia de prensa el 4 de marzo de 1958 respondiendo a una pregunta de un periodista de la agencia Associated Press, su Administración no montó una organización de prensa para informar – ni tanto menos para hacer propaganda- de los actos de gobierno.
Esa tarea quedó a cargo de los periodistas, totalmente independientes, quienes pudieron averiguar libremente lo que querían saber en cada uno de los despachos oficiales.
En la Casa Rosada existió una simple oficina de prensa a cargo del escritor y periodista socialista Dardo Cúneo.
Tampoco tuvo un diario oficial, ni hubieron diarios adictos financiados con publicidad oficial, ni periodistas a sueldo. El Presidente dio centenares de conferencias de prensa, jamás eludió una respuesta y siempre permitió las repreguntas.
XIII.- La lucha política y el partido al hombro.
Desde el Congreso, desde la Presidencia de la República, desde el llano, AF prosiguió incansablemente, con una pasión que nunca se extinguió, su lucha por la democracia, a la que consideró el único sistema que permitiría la realización de las potencialidades argentinas.
Más de una vez, en tiempos adversos, Frondizi y sus compañeros no dudaron en ponerse su Partido al hombro, y con poquísimos recursos, sin diarios, ni radio, ni TV, recorrieron el país una y otra vez, en su vasta geografía, para llevar a todas partes su mensaje de justicia y libertad, moviéndose en sus propios automóviles, viviendo en las casas de los amigos, gastando de su propio dinero y aún sacrificando su propio patrimonio, poco o mucho que éste fuera, para pagar los gastos de campaña.
XIV.- El trabajo en equipo.
Pero, desde el punto de vista político, la herencia de Arturo Frondizi incluye también otros aspectos, que, a mi juicio, merecen subrayarse en este momento argentino.
Uno , es el del trabajo en equipo, que siempre practicó y cuyas bondades afirmó invariablemente.
Una buena demostración fue, entre otras, la su Gabinete.
Los Acuerdos de Ministros eran una suerte de foro en el que cada ministro exponía los problemas y proyectos de su cartera, que se discutían entre todos, arribándose a conclusiones que el Presidente transformaba en directivas para la acción de Gobierno.
Y qué ministros!: Entre otros, yo quiero recordar a Alfredo Vítolo en Interior, Gabriel del Mazo en Defensa Nacional, Luis Mac Kay en Educación con la Subsecretaría a cargo de Antonio Salonia, Héctor Noblía en Salud Pública, Alfredo Allende y David Blejer en Trabajo, Carlos Florit, Diógenes Taboada, Adolfo Mugica y Miguel Angel Cárcano en RR.EE., Emilio Donato del Carril y Roberto Alemann en Economía, Justo Villar y Alberto Costantini en Obras y Servicios Públicos, Héctor Solanas Pacheco, Elbio Anaya y Rodolfo Larcher en Guerra, Adolfo Estévez en Marina, Roberto Huerta y Ramón Abrahin en Aeronáutica. Y en las secretarías de la Presidencia, a Juan Enrique Guglialmelli en Coordinación y Enlace, Samuel Schmukler en Administración, Rogelio Frigerio y Néstor Grancelli Cha en RR.EE. y Sociales, y Nicolás Babini en Técnica.
No puedo no nombrar a colaboradores de la talla de Arturo Sábato en YPF, de Julio Canessa y Raúl Pérez en Gas del Estado, de Pedro Petriz y Jorge Carrizo Rueda en Vialidad, de Ezequiel Niceto Vega en la Policía Federal.
Todas personas preparadas, realistas, que conocían el país, y que coincidían con las ideas centrales y los fines del Presidente, aunque no todos, por cierto, provenían de su partido.
XV.- Un modo de reflexionar, de actuar, de vivir políticamente.
AF fue un intelectual y un político, una rareza entre los presidentes argentinos, con la excepción de Mitre, Sarmiento y Avellaneda.
Quizá esa doble condición lo llevaba a enfatizar la necesidad de que los políticos, al menos aquellos que tienen altas responsabilidades en la función de gobierno o en la oposición, conozcan al país real y estudien sus problemas concretos.
Para ello, el instrumento esencial es el ejercicio del pensamiento crítico, sin el cual queda excluída toda posibilidad de verdadero conocimiento, y, por ende, de formulación de una metodología adecuada para identificar los problemas y tratar de solucionarlos con solvencia.
Frondizi fue siempre adverso a los recitadores de slogans y a los sostenedores de presuntos dogmas ideológicos.
Hoy mismo se fastidiaría, y cómo, si escuchara a alguien recitar las soluciones de 1958 como un catecismo a aplicar sin más a los problemas concretos de 2012.
Nos equivocaremos si hacemos del pensamiento ajeno un manual de base de los propios pensamientos, o de la vida ajena un modelo para copiar.
Las personas y las ideas se pertenecen.
Y esto es tanto o más verdadero para un hombre como Arturo Frondizi, que jamás se escondió tras un rol o una jerarquía, sino que más bien propone, a la distancia, un modo de reflexionar, de actuar, de vivir políticamente.
A nadie se le ocurriría que su rostro inteligente, sonriente o serio, y a veces melancólico, aparezca en las remeras de los muchachos, pero qué bueno sería para nuestro país que sus ideas y su ejemplo se abriesen caminos en medio de la gran selva de ruidos de nada que hoy nos ensordece.
XVI.- Una mentalidad abierta, no solo al país sino al mundo.
Ya antes de ser diputado había viajado a diversos países de América, a los EE.UU. y a Europa, en una época en que nuestros políticos, salvo contadas excepciones, no viajaban al exterior.
De esa mentalidad abierta al mundo movieron los viajes del Presidente –que no tenían precedente- a los países de América Latina, a los EE.UU., a Europa, a la India y a Asia, que le permitieron establecer una relación personal e intercambios de opiniones directos con sus gobernantes, entre los cuales destacan Juscelino Kubistchek, Janio Quadros, Arturo Alessandri, Víctor Paz Estenssoro, Manuel Prado, Eduardo Víctor Haedo, Dwitgh Eisenhower, John Kennedy, Charles De Gaulle, André Malraux, Konrad Adenauer, Ludwig Erhard, Giovanni Gronchi, Giulio Andreotti, Juan XXIII, el Pandit Nerhu.
En 1962, poco antes de ser derrocado – hace 50 años!- advertía acerca de la necesidad de seguir de cerca las posibilidades que presentaban los mercados de India y de China, y agregaba que, a su juicio, serían pocas todas las veces que los gobernantes argentinos los visitaran.
XVII.- Político con convicciones y con responsabilidades.
Como señaló Max Weber ya en 1919, hay políticos de convicciones y políticos de responsabilidades.
No es nada fácil que un político reúna ambas calidades, pero tampoco se trata de una antinomia sin remedio como lo demostró AF, sabedor de que la democracia no tolera rigideces doctrinarias, ni la realidad esquemas ideológicos, so pena de que los resultados sean opuestos a los fines perseguidos.
Nunca aceptó esa visión de la política basada en la identificación de sucesivos enemigos contra los cuales canalizar odio y resentimiento, que busca el poder por el poder, que exige sumisiones, y no admite la discrepancia y la crítica.
Privilegió, en cambio, la política del desarrollo, que requiere gestión inteligente y eficaz para alcanzar resultados, que concibe al poder como un medio para generar ideas, proyectos, trabajo, y que requiere orden, organización y planes.
Tampoco compartió la idea de que el populismo fuese un genuino factor de inclusión social que sirviese para incluir a los excluídos por una democracia no inclusiva, como lo sostenían los intelectuales fascistas de hace casi cien años.
Las personas esperan resultados de la anunciada inclusión social: más seguridad, más trabajo, más educación de calidad, mejor atención de la salud, seguro de desempleo.
Hoy, en la Argentina, tenemos más relato que sustancia.
XVIII.- La reconciliación, nota más fuerte de la herencia moral de Arturo Frondizi.
En mi opinión, la nota más fuerte de la herencia moral de Arturo Frondizi está dada por su búsqueda, por su reclamo, por su requisitoria permanente en pro de la reconciliación de los argentinos.
De acabar con la trágica historia de enfrentamientos.
De hecho, en marzo de 1962, en sus “Diálogos” con Félix Luna, cuando éste le pregunta de qué se enorgullecía de su gobierno, contestó cortante y sin vacilar: “De la política de conciliación nacional”.
En este orden de ideas, cito por todos, los conceptos vertidos en su Mensaje al Congreso al asumir la Presidencia el 1° de mayo de 1958, que retomando el contenido de sus discursos de campaña, sentó las líneas de toda su gestión.
En el principio mismo de ese Mensaje sostuvo el Presidente
“(…) que la instalación del Gobierno está presidida, en lo profundo, por una idea moral: la clara e inequívoca voluntad del reencuentro argentino…empresa que, por su magnitud, no puede ser de un hombre ni de un grupo de hombres. Es tarea de todo el pueblo argentino, sobre la base de sus reservas morales y espirituales, e implica también una responsabilidad compartida por todos…El reencuentro de los argentinos requiere eliminar del corazón y de la vida los motivos de encono y los pretextos de revancha, extirpar de raíz el odio y el miedo”.
A las palabras siguieron los hechos:
Por proyecto del PE, el Congreso sancionó la más amplia, liberal y magnánima ley de amnistía para todos los delitos políticos, comunes conexos y militares también conexos, que benefició a miles de compatriotas.
No fueron amnistiados, naturalmente, los delitos comunes que hubiesen perseguido un enriquecimiento ilícito.
También a iniciativa del Presidente se derogó la odiosa ley 4144, llamada Ley de Residencia, sancionada en 1902, que confería al PEN facultades discrecionales sobre los extranjeros residentes en la República, y que había sido utilizada como instrumento de persecución política.
Asimismo, siempre por proyecto del PE, el Congreso sancionó una ley rindiendo homenaje al pueblo argentino y a sus FF.AA., por el proceso de reencauzamiento institucional de la República.
Por fin, por otro proyecto del PE el Congreso ascendió a los máximos grados militares al ex Presidente y al ex Vicepresidente de facto, por su actuación al hacer cumplir la palabra empeñada por las FF.AA. de llamar a elecciones y entregar el poder a las autoridades electas.
Asimismo, sancionada la ley de Asociaciones Profesionales, se puso en marcha el proceso de normalización gremial y se hizo entrega de la CGT a los sindicatos sin discriminar si eran o no amigos del gobierno.
XIX.- Fundamento de la requisitoria por la reconciliación.
La requisitoria de AF por la reconciliación, una constante en su vida pública, respondía a su propia experiencia y a su visión premonitoria de lo que podría ocurrir en el país si se abandonaba el camino del derecho y el desarrollo.
Los hechos posteriores a su enfática admonición ante el Congreso, hasta los de la actualidad, comprueban su razón y su vigencia.
La profunda división de nuestra sociedad, hasta ahora incapaz de reconciliarse, a diferencia de otras sociedades, como las europeas, que sí lo han hecho tras atravesar los horrores de dos grandes guerras mundiales, no es casual.
Responde a los hechos de la historia argentina, al menos -para no remontarnos a tiempos remotos- a la de los últimos 80 y pico de años, durante los cuales hemos coleccionado una serie inverosímil de errores y de horrores:
· Los golpes de estado,
· El fraude,
· La supresión de las libertades, la división del país en réprobos y elegidos, y la persecución exasperada a los opositores,
· Las reformas a la CN para hacerse reelegir,
· El culto de la personalidad,
· Los fusilamientos,
· Las proscripciones,
· La matanza en Ezeiza
· La guerrilla,
· La Triple A,
· La represión fuera de la ley,
· La aventura de Malvinas,
· El default,
· La incomprensible vocación de agredir por todos los medios a los sectores más dinámicos de la producción económica,
· El desconocimiento de las reglas, pactos y alianzas que rigen las relaciones entre los países del mundo.
· Y suma y sigue.
Señalo, como dato interesante e importante de todo este largo período, la ambivalente relación, la relación pendular, a favor/en contra, en contra/a favor, según las circunstancias, entre la sociedad y las FF.AA. que tanto protagonismo han tenido en la vida política argentina.
En 1983 pareció que terminaba aquella historia, pero no fue así.
El último de los cinco presidentes que tuvimos en dos semanas entre el 2l de diciembre de 2001 y el 2 de enero de 2002, recomendó a su sucesor en 2003 que tratara de reconciliar al país, de poner fin a un capítulo tan triste de la historia nacional.
El nuevo presidente, por el contrario, logró la anulación de las leyes de obediencia debida y de punto final, y de los decretos de indulto, dictados por gobiernos legítimos, y la Corte Suprema de Justicia, con su alta autoridad, avaló estas decisiones.
Se reabren todas las causas, se inician nuevos procesos. Se empieza de nuevo.
Se aplica la doctrina sobre los delitos de lesa humanidad, pero solo a los militares, no así a los guerrilleros, pese a que el Tratado de Derecho Penal Internacional, suscripto por la Argentina y ratificado por el Congreso, describe a los hechos en cuestión como delitos de esa índole.
Hoy, los procesos están en curso y los Tribunales se expedirán.
Desde 1973 han pasado 40 años.
Los gobiernos que se han sucedido desde 2003 han reavivado viejos motivos de enfrentamiento y han agregado otros nuevos.
Entre estos, las agresiones contra las FF.AA., la Iglesia, los empresarios, el campo, la prensa independiente, la oposición, y cuanta persona emita una opinión que disguste al poder, así sea un jovencito pampeano que estudia en Harvard.
Por fin, no esconden su intención de modificar una vez más la Constitución Nacional y lograr perpetuarse en el gobierno.
La división se ha hecho más fuerte, más aguda, más odiosa.
La Argentina, que se ha trasformado en una especie de museo de debates que atrasan más de medio siglo, parece ser incapaz de sacarse el pasado de encima.
No se trata de negarlo. Tampoco de que alguna de las partes se considere víctima titular de un crédito inagotable, pues la víctima es la sociedad en su conjunto.
Se trata de asumirlo incluyendo lo irreparable, hacer de una buena vez un gran balance, y proseguir la marcha liberados de un lastre paralizante.
XX.- Conclusión.-
Arturo Frondizi soñó con la República democrática, con la Nación desarrollada, con el país moderno, con la cultura, con el progreso, y, sobre todo, con la unidad nacional construída sobre la base del reencuentro de los argentinos.
Su sueño está incumplido.
Renovemos la convocatoria, que debe arrancar del fondo del alma argentina.
Todos debemos ser obreros de esta empresa superior !
Cada uno ha de perfeccionar la herramienta que el destino colocó en sus manos, sintiéndonos solidarios en la honda fraternidad que engendra la construcción del futuro común, sin escuchar las voces de quienes predican el rencor y promueven la discordia.
Mantengamos encendida la antorcha que prendió Arturo Frondizi !
* Abogado – Camarista Federal (r)
Con alegriayemocion he leidosu recordatorio de la figuradel Dr.Frondizi como hombre de bien,intelectual destacado,politico pragmatico,y un gran patriota y hombre de paz,de conducta intachabley probada honestidaHombres asi necesita este pais.desgraciadamente no fue valorado oportunamente y el pais perdio la oportunidad de aprovechar sus capacidade.sy de pasar al frente.d