EL NOSOTROS DESTRUIDO por Ernestina Gamas*
Con-Texto | 28 enero, 2025Un país se va conformado inserto en un contexto epocal, social y político. Así como un niño nace en una familia con sus tradiciones, conflictos y creencias. Se arrastran traumas de origen y los que se van sumando por rupturas o frustraciones. Nuestra Historia fue belicosa, siempre acompañada de fracturas y enfrentamientos irreconciliables. Pero la principal fractura es la de la memoria.
Cómo se puede explicar a una sociedad desmemoriada una de las reglas de la lógica. Que cada efecto obedece a una causa y la relación entre la causa y el efecto, aunque no siempre sea la misma, puede tomarse como experiencia. Que si se realiza una acción esta sea seguida por una consecuencia. Hay logros que se consiguen con trabajo, con conocimiento y que requieren esfuerzo. Pocos son los ganadores en la lotería y aún así, lo conseguido tiene que ser conservado o invertido.
Llegamos a la Independencia fracturados. Había una realidad del interior, sumida en la ignorancia, repartida en caseríos y ranchos, desorganizada. Otra, la de las ciudades, con ideas republicanas que tenían unos pocos y otras ambiciones comerciales. El interior era violento, movilizado detrás de caudillos, cuando todavía no existía la idea de un nosotros. La historia que nos enseñaron en la edad escolar es un relato fundante, mítico y un tanto edulcorado tal vez, pero al mismo tiempo aglutinante alrededor de valores. Fue necesaria y escrita más avanzada el siglo XIX. Cuando recién se armaba la Nación. Una especie de religión pagana liderada por héroes a quienes nos hacían venerar y recordar cada año en el día de su muerte. Una sucesión de campañas militares y batallas en general exitosas. Una historia maniquea, donde los buenos se batían con los malos. Pero sirvió para inculcar la educación para todos.
Con el tiempo y ya cerca de la mitad del siglo XX ese relato mítico fue cambiado por oleadas revisionistas y los buenos se convirtieron en malos y algunos malos fueron reivindicados. Porque según quienes gobernaran en el presente necesitaban una genealogía que los apuntalara en el atropello a las instituciones, en sus vicios caudillistas y así quienes antes eran admirados o execrados se acomodaban según la conveniencia genealógica que les conviniera. El mal entendido revisionismo, necesario para que los historiadores investigan, en manos del poder fue sólo un aparato de propaganda. En ciertos momentos de nuestra historia estos regímenes instalados en el siglo XX fueron formas No saber con certeza de dónde venimos ni qué valores defendemos producimos miedo.
Ahora cuando tenemos puesta la esperanza en algo y de pronto el resultado no resulta el esperado, se produce la frustración y el miedo . Dos pasiones que según Spinoza van unidas Porque a pesar de que se logró bajar la inflación, y hay equilibrio fiscal, es a costa de una tremenda recesión, fábricas que cierran o suspenden al personal y la plata no llega al bolsillo de la gente. Ha crecido la pobreza y hay más gente durmiendo en la calle o revolviendo la basura.
Tenemos que entender que el miedo a la frustración es lo que lleva a aferrarse a figuras intempestivas y nos aleja de un pensamiento crítico y reflexivo. Aunque la inflación ha bajado y otros índices indican una mejora, hay una notable recesión, la pobreza ha aumentado y se ve gente comiendo de la basura, y esas mejoras de las que el Presidente hace gala no llegan a los bolsillos de la gente.
Un país con estos niveles de pobreza sólo genera animadversión y rencor. Es un país donde se alimenta la violencia cotidiana donde el próximo (el prójimo) es una amenaza porque es posible enemigo.
Un país se va conformado inserto en un contexto epocal, social y político. Así como un niño nace en una familia con sus tradiciones, conflictos y creencias. Se arrastran traumas de origen y los que se van sumando por rupturas o frustraciones. Nuestra Historia fue belicosa, siempre acompañada de fracturas y enfrentamientos irreconciliables. Pero la principal fractura es la de la memoria.
Cómo se puede explicar a una sociedad desmemoriada una de las reglas de la lógica. Que cada efecto obedece a una causa y la relación entre la causa y el efecto, aunque no siempre sea la misma, puede tomarse como experiencia. Que si se realiza una acción esta sea seguida por una consecuencia. Hay logros que se consiguen con trabajo, con conocimiento y que requieren esfuerzo. Pocos son los ganadores en la lotería y aún así, lo conseguido tiene que ser conservado o invertido.
Llegamos a la Independencia fracturados. Había una realidad del interior, sumida en la ignorancia, repartida en caseríos y ranchos, desorganizada. Otra, la de las ciudades, con ideas republicanas que tenían unos pocos y otras ambiciones comerciales. El interior era violento, movilizado detrás de caudillos, cuando todavía no existía la idea de un nosotros. La historia que nos enseñaron en la edad escolar es un relato fundante, mítico y un tanto edulcorado tal vez, pero al mismo tiempo aglutinante alrededor de valores. Fue necesaria y escrita más avanzada el siglo XIX. Cuando recién se armaba la Nación. Una especie de religión pagana liderada por héroes a quienes nos hacían venerar y recordar cada año en el día de su muerte. Una sucesión de campañas militares y batallas en general exitosas. Una historia maniquea, donde los buenos se batían con los malos. Pero sirvió para inculcar la educación para todos.
Con el tiempo y ya cerca de la mitad del siglo XX ese relato mítico fue cambiado por oleadas revisionistas y los buenos se convirtieron en malos y algunos malos fueron reivindicados. Porque según quienes gobernaran en el presente necesitaban una genealogía que los apuntalara en el atropello a las instituciones, en sus vicios caudillistas y así quienes antes eran admirados o execrados se acomodaban según la conveniencia genealógica que les conviniera. El mal entendido revisionismo, necesario para que los historiadores investigan, en manos del poder fue sólo un aparato de propaganda. En ciertos momentos de nuestra historia estos regímenes instalados en el siglo XX fueron formas No saber con certeza de dónde venimos ni qué valores defendemos producimos miedo.
Ahora cuando tenemos puesta la esperanza en algo y de pronto el resultado no resulta el esperado, se produce la frustración y el miedo . Dos pasiones que según Spinoza van unidas Porque a pesar de que se logró bajar la inflación, y hay equilibrio fiscal, es a costa de una tremenda recesión, fábricas que cierran o suspenden al personal y la plata no llega al bolsillo de la gente. Ha crecido la pobreza y hay más gente durmiendo en la calle o revolviendo la basura.
Tenemos que entender que el miedo a la frustración es lo que lleva a aferrarse a figuras intempestivas y nos aleja de un pensamiento crítico y reflexivo. Aunque la inflación ha bajado y otros índices indican una mejora, hay una notable recesión, la pobreza ha aumentado y se ve gente comiendo de la basura, y esas mejoras de las que el Presidente hace gala no llegan a los bolsillos de la gente.
Un país con estos niveles de pobreza sólo genera animadversión y rencor. Es un país donde se alimenta la violencia cotidiana donde el próximo (el prójimo) es una amenaza porque es posible enemigo.
*Es escritora y Directora de este Blog