HISTORIA DE UN CONFLICTO por Israel Loterstein* (tercera parte)
Con-Texto | 7 enero, 2025
El problema de los refugiados.
Es el tema más importante del presente trabajo, ya que en nuestra opinión por lo menos en dos oportunidades (quizá en más) impidió que se concretara un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, sobre la base de una nación para cada pueblo.
¿Qué refugiados se crearon por la guerra árabe israelí?
Previamente creemos necesario clarificar el concepto de “refugiado”. Teóricamente “refugiado”, según las Naciones Unidas, es aquella persona que “como consecuencia de guerras, revoluciones o persecuciones políticas, raciales o religiosas, se ve obligada a buscar refugio fuera de su país”. Pero como veremos cuando listemos más abajo los refugiados en muchos casos buena parte de los que siguen siendo considerados refugiados de este conflicto hasta el día de hoy y sostenidos por la organización especial, la UNRWA, que fue creada por Naciones Unidas para el “alivio y atención” de los mismos desde 1949, dudosamente se ajusten a dicha definición. Por ello creemos conveniente introducir además el término “desplazado”, como aquel que se sintió obligado por alguna razón a cambiar el lugar de su residencia, a veces dentro de su mismo país, a veces yendo a otro. Y tomemos en cuenta que cuando hablemos de “refugiados” en muchos casos correspondería el de desplazados. Con esta advertencia previa se puede hablar de cuatro grupos de refugiados.
El primer grupo, unos 75.000 refugiados árabes, estuvo constituido mayoritariamente por aquellos que abandonaron voluntariamente entre el 29 de Noviembre de 1947 y Marzo del 48 el territorio destinado a volverse un estado judío, por no querer vivir bajo ese gobierno hebreo. También formaron parte de este primer grupo aquellos árabes cristianos que hubieran quedado del lado musulmán, y tampoco les agradaba esa perspectiva. Aunque el número pueda parecer no muy elevado en porcentaje la pérdida de esta población de 75.000 personas fue una verdadera catástrofe para un hipotético estado palestino: se trataba de la mayor parte de la clase media, por lo general pudiente (tenían que poder costearse el viaje y la radicación en un nuevo lugar del mundo) y eran la elite intelectual de la población árabe, la gente indispensable eventualmente para constituir un estado. Proclamar un estado sin ellos como sus posibles funcionarios se habría vuelto una declaración totalmente vacía de sentido.
Un segundo grupo lo constituyen unos 60.000 refugiados judíos que debido a la guerra debieron abandonar, a veces por la fuerza, a veces por temor, ante el avance de las tropas árabes invasoras, su lugar de residencia. Resultó especialmente doloroso el abandono forzado del barrio judío en la vieja Jerusalén y la pérdida de acceso, por casi 20 años, al lugar más sagrado del judaísmo: el Muro de los Lamentos. Algunos pudieron retornar a sus hogares en caso que Israel hubiera reconquistado la zona donde vivían, otros debieron reubicarse en nuevos lugares dentro del Estado.
Un tercer grupo lo constituyen los 800.000 judíos que se vieron obligados a abandonar la decena de países árabes donde sus comunidades residían desde siglos o hasta milenios, como consecuencia fundamental, (aunque no siempre exclusiva), de la tremenda hostilidad generada contra ellos como derivación directa del conflicto en Palestina. Escapa al alcance de este trabajo la descripción detallada de las diferentes situaciones, que incluyeron pogromos, persecuciones de todo tipo, confiscaciones, y en general circunstancias que obligaron a que, desde 1948 a 1964, comunidades milenarias se vieran forzadas a abandonar más de una decena de países no pudiendo, por lo general, llevar consigo más que el equipaje personal. El 70% como mínimo fue absorbido por Israel, en muchos casos, como se reconoce, con serias dificultades.
El cuarto grupo lo constituían originalmente los 700.000 palestinos (cifra que dan las Naciones Unidas. Los israelíes hablan de 520.000, los palestinos de 850.000. Tomamos aquí la cifra de las de Naciones Unidas) que habitaban el territorio del Israel como fue definido en el armisticio y mantenido hasta la Guerra de los Seis Días, y que debieron abandonarlo en parte (unos 350.000) entre Marzo y Junio de 1948, y el resto lo debieron hacer gradualmente hasta el fin de los combates. Para ayuda y apoyo de estos refugiados como ya explicamos se creó en 1949 la UNRWA, que sostiene con alimentos y otras prestaciones no solo a los refugiados o desplazados originales sino (caso único en el mundo a nuestro entender) además a sus descendientes: hijos, nietos, bisnietos, considerados también refugiados. Hoy alcanzan a más de seis millones de personas, cuyo reclamo permanente sigue siendo que se les permita el regreso, 76 años más tarde, a sus antiguos hogares en Israel.
Meditando sobre los “refugiados”
La pregunta usual de los historiadores, especialmente en los últimos tiempos, es: ¿Por qué se fueron de su lugar de residencia en lo que hoy es Israel los refugiados árabes? Los historiadores árabes (y no solo ellos) tienen una respuesta simple: la intención del sionismo fue siempre, invariablemente desde su origen y por su misma esencia, la limpieza étnica. Su propósito en la guerra fue en consecuencia expulsar a los que ocuparon Palestina los últimos 1300 años, y la “Guerra de la Liberación” y las “atrocidades” cometidas en su transcurso tuvieron por objeto que no quedaran árabes en el territorio llamado Israel. No intentaron un exterminio (por lo general) pero sí, insisten, se propusieron la expulsión de los árabes. Con tal propósito, recuerdan, se perpetraron algunas masacres en varios lugares para sembrar el terror y convencer con ello a aquellos árabes remisos a abandonar sus hogares ancestrales a hacerlo. Los historiadores israelíes por su parte señalan que atrocidades existieron (como suele ocurrir en cualquier guerra, sostienen), la masacre de Dir Yassim por parte del Irgún matando 120 civiles fue una horrible realidad, pero al ser muy exageradas por las emisiones radiales árabes las mencionadas ¨masacres¨ se volvió un arma de doble filo ya que asustaba a los palestinos y motivaba su abandono del hogar y fuga ante el avance israelí. Fuga que hoy tanto se lamenta.
La narrativa tradicional sionista respecto a la huída de la población palestina fue por bastantes años la de que los países árabes vecinos, a punto de invadir como vimos Palestina, querían tener el campo despejado para que sus ejércitos pudieran maniobrar sin tener que preocuparse por infringir daños entre los palestinos, por lo que los invitaron mediante mensajes por radio para que se fueran, ya que retornarían una vez que ellos derrotaran a los judíos, reconquistaran el territorio, y los antiguos ocupantes árabes podrían volver. Los nuevos historiadores israelíes han develado que tales afirmaciones de la narrativa inicial sionista son totalmente falsas, salvo una excepción en Haifa, no existió un pedido de este tipo ni tales emisiones radiales.
Sin embargo también la narrativa tan lapidaria contra el sionismo de los historiadores árabes, que vimos más arriba, genera algunas incongruencias, según ahora la visión de los historiadores israelíes. En primer lugar si hubiera existido como se afirma una intención de expulsar a toda la población árabe no se explica fácilmente que hayan quedado en 1949 unos 175.000 de ellos, que hoy ya son 2,3 millones de árabes ciudadanos israelíes con plenos derechos, incluyendo representación parlamentaria (constituyen un 22% de la población del estado judío). En segundo lugar la Declaración de Independencia de Israel de Mayo de 1948 fue absolutamente clara al respecto: “Apelamos, en medio de los ataques que nos están lanzando, a los habitantes árabes del Estado de Israel, a preservar la paz y a participar con nosotros en la construcción del Estado, sobre la base de plena y total ciudadanía para ellos y participación en todas sus instituciones”. El documento se tradujo al árabe y se difundió de inmediato.
En tercer lugar, lo recuerdan y es real, fueron los árabes palestinos los que se negaron a aceptar la resolución de las Naciones Unidas y comenzaron la guerra (recuérdese Etapa I), ayudados además luego por los ejércitos regulares de siete países árabes. De no haber comenzado esa guerra no hubiesen tenido que moverse de sus hogares. Y lamentablemente, sostienen los historiadores arriba mencionados, perder una guerra por lo general trae o puede llegar a traer desagradables consecuencias. En este caso la consecuencia fue que, como veremos, los israelíes no permitieron el retorno de los palestinos a los lugares abandonados por ellos.
Es de señalar además que estudios muy cuidadosos, exhaustivos, de los archivos tanto de la Agencia judía (el gobierno judíos previo a Mayo de 1948), del gabinete ministerial israelí posterior a esa fecha y de la Haganá y de la Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) revelan que, en un único caso, las conquistas de las ciudades de Lydda y Ramle, se dio la orden de expulsar a la población de las mismas. Implicó que oficiales de las FDI se presentaron ante las autoridades reconocidas por la población y les intimaros que en un plazo perentorio (no más de una semana) debían abandonar las ciudades. Se estima que eso implicó una expulsión de 51.000 personas sobre el total de 700.000. Pero fue un caso único, no se encontró otro caso.
Existe además un hecho político fundamental que señalan los historiadores judíos de izquierda: el gobierno de Israel estaba presidido como Primer Ministro por el socialdemócrata David Ben Gurión, que encabezaba al mayoritario partido MAPAI. Pero la coalición se completaba con otros dos partidos bastante más a la izquierda, prácticamente marxistas ortodoxos, que eran indispensables para alcanzar una cómoda mayoría parlamentaria, pero que jamás aceptarían por principios la idea de expulsión. Tan solo el proponerla implicaría la caída del gobierno. Y al mismo Ben Gurión la idea de quedar en la historia como quien lidera una expulsión de población de sus hogares para nada le debía resultar agradable. Por todo ello es muy probable que lo que se produjo fue el simple y conocido hecho de que la gente huye cuando se aproxima el frente de batalla al propio hogar y las tropas enemigas están cercanas. Lo hacen por el temor que la misma guerra inspira, por el miedo por su familia, por las hipotéticas agresiones, violaciones, etc. pensando además que en todo caso podrán volver más adelante. Pero si bien no hay pruebas de que Israel masivamente los expulsó de sus hogares, es una realidad de que no les permitió volver una vez que se habían ido.
¿Relocalización poblacional?
Cuando pasado un tiempo luego de la finalización de las hostilidades en 1949 algunos palestinos comenzaron a solicitar retornar a sus antiguos hogares se encontraron con la drástica negativa de Israel a aceptarlos. Es más, Israel ya había comenzado a dar pasos para eliminar incluso aldeas árabes que habían existido para transformarlas en campos de cultivo o, con el correr de los años, en nuevas y modernas urbanizaciones. En las ciudades las antiguas viviendas árabes raramente eran conservadas, tal como uno puede imaginarse se hizo necesario modificarlas drásticamente por el crecimiento de la población: del millón doscientos mil habitantes de 1949 hoy ya casi llegan a diez millones.
El argumento que daban los israelíes para su negativa en ese momento no carecía de lógica: estaba claro que el armisticio para nada significaba la paz, los países árabes vecinos sostenían a viva voz que tan solo habían sido derrotados en un primer round pero que lo antes posible encararían una revancha (de hecho fueron seis o siete las guerras sucesivas, de diversos tipos), que durante meses (ver Etapa I mas arriba) transitar por las carreteras a los vehículos israelíes había sido un peligro por ser tiroteados desde las aldeas árabes cercanas, que era absurdo introducir una posible quinta columna en la retaguardia frente a tales peligros, etc. En resumen sostenían que una vez que se acordara un tratado de paz se encararía una solución satisfactoria para el problema de los refugiados. Pero pese a lo razonable que suena este argumento subsiste, por nuestra parte al menos, la sensación que se trataba de un pretexto, sin duda muy útil en ese momento.
Lo que es cierto es que ya habían surgido muchas polémicas entre los sionistas frente a la Resolución 181 de Naciones Unidas en la que, de haberse aceptado por los palestinos, el estado judío hubiera tenido 500.000 habitantes judíos y 400.000 árabes, (y el palestino 800.000 árabes y 100.000 judíos). Se preguntaban si podría mantenerse como judío un estado de esas características poblacionales. Y luego de la guerra, ya totalmente modificada la situación demográfica de Israel, veían que el 70% de los palestinos habían quedado en Cisjordania y Gaza, en territorios precisamente pensados para formar el estado palestino, y solo un 30% se desplazó a Transjordania, Siria y Líbano, a un paso. ¿Dejarlos retornar? Si ya estaban en lo que debía ser el estado palestino…Mientras tanto en el mundo ellos observaban que por ejemplo millones de alemanes de Prusia oriental, los sudetes, se desplazaban de sus antiguos hogares hacia el Oeste, turcos y griegos y armenios intercambiaban población en centenares de miles… Pero sobre todo impactaba el ejemplo de la India y Pakistán, donde en esos mismos años 15 millones de personas se desplazaban para que indios y pakistaníes tuvieran su propio estado y no estallara una guerra sangrienta…Y ya comenzaban a llegar a Israel judíos como los del Yemen, por ejemplo, que habiendo sido una comunidad milenaria en ese país se los obligaba a abandonarlo lo más rápidamente posible…¿No era más lógico pensar en un reordenamiento poblacional?
En resumen, en 1949 se planteó el problema el aparentemente insoluble problema de los refugiados árabes y aunque resulte asombroso, además de todos sus descendientes considerados como tales, hoy más de seis millones. El último año antes de la última guerra en Gaza en 2022 el costo de la UNRWA superó los 12.000 millones de dólares. Por lo que se conoce los refugiados no fueron absorbidos en ningún lugar. Y siguen reclamando el retorno a Israel.
Epílogo con melancolía
Yéndonos muy por fuera del propósito de este estudio mencionemos tan solo como información que luego de la Guerra de los Seis Días el problema se agudizó, ya que Israel ocupó ciertos territorios fuera de la llamada “línea verde” que delimitaba el armisticio de 1949. Con todo en los años 2001 y 2008 israelíes y palestinos, bajo el paraguas y el apoyo de los EEUU, llegaron a un razonable acuerdo territorial. Israel devolvería parte de esos territorios y los que no los compensaría cediendo otros. Pero el acuerdo se frustró, y a todas luces la razón fue que el estado judío solicitaba se renunciara para siempre a la exigencia del retorno de los refugiados, y eso ningún líder palestino estaba dispuesto, o podía, conceder.
Es comprensible tal deseo de retorno, tan solo observando las cifras de algún índice de riqueza para algunos países, como por ejemplo el PBI (Producto Bruto Interno) per cápita. Algunos datos (2022) del Banco Mundial (en dólares estadounidenses por año) serán muy clarificadores:
Argelia … 4342
Egipto… 4295
Irak… 5937
Jordania: 4311
Líbano… 4136
Siria… 420
Sudan… 1102
Tunez… 3747
ISRAEL… 54.970
Es evidente que si a alguien le han asegurado desde que nació que tiene derecho a vivir en un país sumamente adelantado como Israel, con un PBI per cápita similar al de las naciones más avanzadas en la materia, no acepte en cambio la alternativa de hacerlo en un estado a crearse que muy probablemente sea muchísimo más pobre.
Al día de hoy las cosas se incluso agravaron, y mucho. Además de lo anterior extremistas religiosos dirigen hoy a ambos pueblos, y ceder un centímetro de tierra sagrada es considerado un pecado inadmisible. Frente a tal panorama solo resta la esperanza.
Diciembre 2024
*Cacho Lotersztain *Ingeniero (UBA) desde 1961, BSc. en Física (Universidad de Birmingham, G.B.) en 1968, Magister en Historia (U.T. Di Tella) en 2005 y Doctor en Ciencias Sociales (IDES, U. N. G. Sarmiento) en 2016. Fuí Profesor Titular de Física de la UBA y Director de Investigaciones del INTI hasta el 24 de Marzo de 1976