SALUD PÚBLICA, EL DESAFÍO DE INNOVAR por Ignacio Katz*
Con-Texto | 18 febrero, 2023
Alcanza con detenerse en algunos de los titulares de este fin de año para configurarlos, como si fueran síntomas, en un síndrome de insuficiencia sistémica sanitaria. El reclamo de los residentes, el aumento exponencial de casos de covid, la falta de información acerca de las vacunas, por sólo mencionar algunos. La lógica frente a la pandemia fue encararla como si se tratara de un tornado que concentra su fuerza en un momento en el que se relegan las otras cosas, y luego se vuelve a la normalidad atendiendo a sus efectos. En cambio, cuando se trata de una nueva variable con sus fases diferentes, ésta debía encararse en concordancia con todo el resto de la salud pública. Hoy resulta inocultable que el total del área sanitaria se encuentre desfasada y desatendida, con un vaciamiento de obras sociales y prepagas, con mano de obra cara que se vuelca al sistema privado particular (gasto de bolsillo), y con la mano de obra barata que salió a decir basta. Efectivamente, la utilización de los residentes que desatiende su formación es una clara muestra de la desestructuración y anomia del sector público con igual afectación al sector privado. Frente a tantas evidencias, preocupa la mezcla de ceguera y cinismo, y no sorprende que debamos incorporar nuevos términos para expresarlo. Así, pasamos de la posverdad al gaslighting, es decir, del engaño a la manipulación; de la despreocupación por la verdad al más bochornoso fraude moral. Pero no solo fallan las autoridades: el propio basamento ético, el cemento moral de la comunidad, está roto. ¿En qué confiamos los argentinos? Nos ilusionamos con una buena cosecha, Vaca Muerta o el litio; y en proseguir con la cuarta, quinta y sexta dosis de la vacuna, cualquiera sea la que consigamos. Podríamos graficarlo como otra pandemia, más oculta y por ello mismo más dañina: la pandemia de la ignorancia, la negación, la negligencia. Debemos salir de la ilusión de las alternativas, que nos aprisionan y limitan a todos. Como el caballero del relato de Geoffrey Chaucer (La mujer de Bath) quien termina negándose a la resignación de optar entre las alternativas extorsivas que se le brindan para sobrevivir, y sólo entonces logra superar el estancamiento. El norte deben ser las prioridades pendientes: seguimos sin médicos (los hay en términos absolutos, pero no distribuidos de manera racional en especialidades y territorios y disponibilidad de atención equitativa), sin personal de enfermería suficiente y jerarquizado, sin la infraestructura adecuada, sin los equipos ejecutivos de gestión, sin siquiera un eficiente Observatorio Nacional de Salud, que genere datos fidedignos e información permanente. Se impone asimismo la necesidad de una Gerencia Pública Contable, con gestión y presupuesto por resultados, empleando criterios de producción pública (“empresas públicas de servicios”), lo mismo que una Oficina de Información y Comunicación, encargada de unificar las alertas y campañas, reemplazando la habitual fragmentación comunicacional espontánea que influye en la salud mental y en la convivencia cotidiana. Subordinados ambos a un “tablero de comando”, dependiente de un Gabinete Estratégico de Gestión Operacional. La verdadera alternativa es construir un sistema federal integrado de salud, lo que no significa empezar de cero. Contamos con elementos, pero hay que diseñar un nuevo funcionamiento orgánico de la totalidad. Puede ser de distintas maneras, pero es un crimen persistir en alargar la deformidad perversa del presente. Lo expresó hace siglos San Agustín: “errar es humano, persistir en el error es diabólico”.
*Doctor en Medicina (UBA)