LAS DESVENTURAS DE UN KIRCHNERISMO ABANDONADO A SU SUERTE por Loriz Zanatta*
Con-Texto | 31 octubre, 2022Cuando el barco se hunde, las ratas huyen. No sé si eso es cierto, pero es lo que se dice. ¿Se está hundiendo el barco kirchnerista? ¿Se escapan roedores de la fragata peronista? Las metáforas náuticas, me enseña un amigo que de navegación sabe mucho, son tan comunes como torpes.
Quienes las usan, no suelen saber de que están hablando. Este es, sin duda, mi caso. Pero la tentación es demasiado fuerte: los huecos en las plazas del último 17 de Octubre, los silencios de los que una vez gritaron, los gritos de los que antes callaron, los gruñidos, los roces dicen más que muchas palabras. El peronismo “está hecho mierda”, según dijo con exquisita elegancia un viejo sindicalista: ¡si él lo dice!
Alrededor de la Reina hay un clima de bajo imperio, de sálvese quien pueda. Los discursos del heredero designado dan pena: no tiene madera, la dinastía se desvanece. Tenían el mundo a sus pies, ahora apenas consumen venganzas.
Ojalá no piensen en realizar la maldición de Eva: que “no quede ningún ladrillo” que no sea kirchnerista. Es el peligro de cualquier fin de ciclo histórico: vale para Putin, vale para los Kirchner.
Entre los muchos signos de decadencia, sin embargo, hay uno más contundente que los demás, más influyente que todos.
¿Quieren orientarse? ¿Entender la dirección del viento? Sigan a la Iglesia: ya lo he escrito, lo repito. Nadie, como ella, tiene el pulso de la situación. Aferrada a la “nación católica”, autoproclamada guardiana del “pueblo” y su “cultura”, siempre es la primera en olfatear peligros y oportunidades, en comprender a quién cabalgar y a quién descargar. Hoy está alejándose del kirchnerismo, un poco por convicción, mucho por conveniencia.
No todos, en su seno, se dan por enterados o están de acuerdo, habrán tensiones y resistencias. Pero la suerte está echada, el camino iniciado.
¿Pero cómo?, objetarán algunos ¡Si acaban de celebrar la “misa kirchnerista” en la Basílica de Luján! ¡Si Cristina ha agradecido a la Virgen por salvarla del atentado! ¡Si reunió a su alrededor a los sacerdotes más devotos! Cierto. Pero ¡ay de no captar los signos del futuro entre las ruinas del pasado! Aunque escandalosa, la misa no fue un ritual inédito.
Desde San Cayetano hasta la propia Luján, la era de los Kirchner estuvo salpicada de liturgias peronistas disfrazadas de liturgias religiosas. Y viceversa. Desde el santuario de Liniers partieron cada 7 de agosto las marchas a la Plaza de Mayo, los sindicalistas marcharon en pie de guerra en el atrio de la basílica. ¿Cómo olvidarlo? Ahora los tiempos han cambiado. Será que el gobierno es impopular, la derrota electoral cantada, la gente enojada, el país a la deriva.
Y la credibilidad de la Iglesia en su punto más bajo: los estudios y las encuestas hablan claro, nunca tantos argentinos le han tenido tanta bronca. ¿De qué “nación católica” habla? Están hartos del connubio con el peronismo, de la retórica pobrista. De ahí los lamentos que suben de sus entrañas: ya sea quejas anónimas filtradas a los diarios, ya sea mensajes políticos inequívocos.
Los primeros fueron los obispos de La Plata. El titular juntó a gobierno y oposición, lo opuesto de Luján: a buen entendedor. El Papa lo felicitó, es su hombre de mayor confianza. El auxiliar fue más allá. Escribió a la prensa citando a Francisco: “¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!”.
Más vale tarde que nunca, dada la tradicional fusión argentina de política y religión. Vale para el patriarca Kirill y para los religiosos iraníes, pero también para el gobierno peronista que ha pretendido utilizar al clero y para el clero que se ha prestado. ¡Clero bergogliano, claro!
Pero la verdadera bomba la tiró Guillermo Marcó, también pupilo del Papa. De la pobreza, dijo, “no se sale generando más ayuda”, sino “con estímulos a las pymes, al empresario, al que da trabajo en serio”. Cosas obvias, sentido común. Pero, ¿quién las había alguna vez oído en medios eclesiásticos? ¿Quién se atrevió a decirlo mientras la fábrica kirchnerista de los “planes sociales” crecía a todo vapor?
¡Ciertamente no su superior! Por mucho menos, se nos tildaba de “neoliberales”. Para los curas villeros, la Pastoral Social, los “misioneros de Francisco” son conceptos de sabor “tecnocrático”. Ahora son ellos a estar en el banquillo: “en el tema de la pobreza, según Marcó, la Iglesia no ha sido una solución, sino parte del problema”: primer golpe.
En ella “hay, quizás, una falencia en la formación en el área económica. Es una contradicción querer que los pobres salgan de la pobreza y no fomentar la generación de riqueza”: segundo golpe. A menudo “fomenta la visión de un Estado omnipresente que tiene que dar subsidios. Eso no ayuda a nadie”: knock out. Todo evocando a Juan Pablo II, para eso no sirve el magisterio de Francisco.
¿Qué deducir? Tres cosas. La primera: son pésimas noticias para el kirchnerismo. A ojo, el Papa lo deja a su suerte y reprende al clero que se aferra a su barco. Aludiendo o haciendo decir a otros, hablando oscuro pero pensando claro según su estilo, se desprende del populismo económico, del desastre al que ha contribuido la Iglesia: antes de que las ruinas la sumerjan.
La segunda: descargar al kirchnerismo es vital para salvar al peronismo. No el peronismo como partido sino la vaga galaxia panperonista a caballo entre gobierno y oposición, única garantía para “la nación católica”.
Traducido en clave electoral: el Papa que en 2019 le dió largas a la unidad peronista, las dará ahora a la “gran coalición”. La prioridad es la de siempre: que no gobiernen los “cipayos”, ajenos al “pueblo”.
La tercera: la implosión peronista siempre ha ido de la mano de la implosión católica. Así fue en 1955, así en 1973, así se empieza a notar ahora. Cuidado con los conflictos en familia, son los más terribles.
*Historiador, Profesor de la Universidad de Bolonia