Editorial 6-3-2022 por Ernestina Gamas*
Con-Texto | 14 marzo, 2022Estimados lectores de con-texto:
Es muy difícil escribir cuando la velocidad de los acontecimientos supera toda reflexión sobre los mismos. Destrucción, muerte y el destino del planeta en manos de un psicópata megalómano. Un personaje oscuro entrenado en el espionaje, la persecución y asesinato de todo opositor, tiene bajo su órbita la propaganda del Estado que se difunde entre la población. De acuerdo a la convención número 260 de la Asamblea General de Naciones Unidas del 9 de diciembre de 1948 que entró en vigor el 12 de enero de 1951, se reconoce el genocidio perseguible por el Derecho Internacional. Es la aniquilación o exterminio sistemático de un grupo social o pueblo. Estamos hablando del pueblo ucraniano a merced de un genocida y un criminal de guerra.
La prensa libre con sus valientes corresponsales, expuestos al peligro de los bombardeos, registran minuto a minuto cada avance de las tropas rusas sobre poblaciones que resisten con gran determinación la defensa de su tierra, su patria y sus libertades. Esta difusión periodística debe ser responsable, cautelosa y sobria. Alejada de todo amarillismo ya que de por sí los hechos son por demás dramáticos.
Las alertas de “URGENTE” sobre las pantallas deben ser justificadas por verdadera urgencia y no ser usadas para el anuncio del escándalo de algún personaje mediático o de un accidente de tránsito. Todo debería tener en este momento una gradación de importancia y no siempre pensando en mayor rating para una audiencia en permanente estado de alerta, traumatizada por una pandemia que no ha dejado de existir.
En este momento la población necesita serenidad y respeto (la ataraxia griega) porque está expuesta a estas imágenes perturbadoras que atraviesan un mundo que ya no es tan distante con la trasmisión instantánea de escenas de una guerra con miles de víctimas y gran dolor.
En 1993, George Ritzer publicó “La MacDonalización de la Sociedad”. Este libro que se convirtió en un clásico mostraba como a través de nuevas modalidades de comida al paso, “Fast Food”, no ofrecía a los norteamericanos sus formas habituales de consumo sino moldeaba nuevos gustos al servicio de los fines de un negocio. Esto se contagió a distintas formas empresarias donde la importancia era la eficacia, la cantidad por sobre la calidad y la búsqueda de nuevos medios para conseguir objetivos. Sin darnos cuenta el sistema nos ha ido encerrando. La tecnología no reflexiona como reflexiona el hombre.
Lejos está este artículo de criticar la libre labor periodística y la imprescindible presencia para informar, investigar y publicar. No se trata de ideologías ni de tendencias. Sólo destaco que así como una empresa moldeó el gusto de comida en todo el mundo, la forma de transmitir las noticias también impacta sobre las audiencias. Y el desenfreno de una farándula frívola no pueden interponerse sobre los distintos enfoques y visiones de algo de extrema gravedad y que reviste la prioridad de la palabra “URGENTE”. Todos de alguna manera estamos al borde de una guerra que debemos repudiar sin eufemismos porque todos estamos en peligro.
*Ernestina Gamas
Editora