Editorial.
Con-Texto | 1 septiembre, 2020Durante el reinado de Luis Napoleón, devenido Napoleón III de Francia, el diputado Adolphe Granier de Cassagnac decía en su discurso del 16 de marzo de 1866: “A la inversa de todos los poderes regulares, el menor de los cuales tiene su raíz y su delegación en la ley constitucional, la prensa es un poder espontáneo, voluntario, que sólo depende de sí mismo, de sus intereses, sus caprichos y sus ambiciones. El número de los poderos públicos es limitado, el de los periódicos no; las atribuciones están definidas, las atribuciones de la prensa no tienen regla ni medida” Podría considerarse el régimen del segundo imperio un antecedente de gobierno populista o democracia autoritaria para quien los medios resultaban sin duda un estorbo.
Muchos años y dos guerras pasaron hasta que el 10 de diciembre de 1948 la Asamblea de las Naciones Unidas reunida en París, recoge en sus 30 artículos los Derechos Humanos considerados básicos. En el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, igualmente que en el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y detallada en la Observación General N° 34 del Comité de Derechos Humanos se reconoce que los medios y los periodistas tienen derecho a realizar su labor en forma independiente. Deben ser libres y exentos de censura. Los condicionamientos previos, tales como veracidad, oportunidad o imparcialidad, son restricciones indebidas, así como las presiones directas o indirectas dirigidas a silenciar la labor informativa.
La iniciativa de la ley de reforma judicial fue enviada al Senado por el Ejecutivo y aprobada con añadidos deslizados entre gallos y medianoche para que Senadores de la oposición no tuvieran tiempo para leerla. Ya no hay disimulo para la trampa. y el nuevo discurso del Presidente asoma debajo de la piel de oveja de los anteriores. El día que asumió dijo a la gente "Si alguna vez me desvío en el compromiso que asumo, salgan a la calle a recordarme lo que estoy haciendo. Les prometo que volveré a la senda sin dudar en un instante". Ahora sus nuevas palabras crecen y se extienden como rizoma en todas las instancias del poder. Tiene que cumplir su parte del pacto por el que fue propuesto Presidente (por la Vicepresidente). Ella reina al frente del Senado, atemorizando y acallando a los que contradicen sus intenciones mientras intenta matar dos pájaros de un tiro, deslizando subrepticiamente entre otros un vago artículo que amenaza tanto a jueces como a periodistas.
Va minando todos los organismos del estado y estamos frente a un momento muy peligroso. No es solamente el desplazamiento de aquellos jueces que tienen las causas que la comprometen y así reemplazarlos por jueces militantes. También avanzará sobre la justicia electoral y sobre el transporte de las urnas. El fin último de toda esta maniobra es que la declararen inocente de los cargos de corrupción de los que se la acusa y además que la conviertan en emperatriz suprema. Ese es el delirio de una pequeña persona que sufre el desequilibrio de odiar las instituciones, la independencia de poderes y a todos los .periodistas que ponen su mirada crítica y denuncian el maléfico contubernio que puede dejarnos sin país y sin futuro. Es una desconocedora de la historia y por eso no sabe como distintos autócratas cayeron bajo el peso de su desvarío. Su complejo de inferioridad es el motivo del resentimiento que la hace ignorar que los países que abomina crecieron respetando las leyes y las instituciones.
El gobierno expone a cara descubierta su tendencia autoritaria censurando las columnas de opinión y a periodistas que dan a conocer ante sus lectores los resultados de sus investigaciones. El pueblo no tiene que saber. Otra vez el objetivo político se interpone ante la dimensión ética. El próximo paso, la Cámara de Diputados donde por una curiosa maniobra pasan estar ausentes los presentes y presentes los ausentes. El presidente a Cámara, fiel a sus antecedentes, zigzaguea para quedar bien ubicado frente a su ama y así intenta autorizar sesiones donde se tratarán leyes que son de extrema importancia para el bien común. Muchos nos preguntamos si habrá entre ellos los suficientes para rebelarse ante la conveniencia de canje de favores, ya sea a nivel provincial como personal. Hoy un juramento, mañana una traición es la regla que deberían recordar.
La ciudanía que no debe abandonar la calle tiene la mirada puesta en cada uno de ellos. Porque una vez más “el pueblo quiere saber de qué se trata” y saldrá a reclamar desafiando al monstruo al que le tiene miedo, en parte con razón, pero también por el miedo irracional inoculado desde el poder. Sólo nos queda ese gran recurso. Todos y cada uno aferrados a esa Patria que es de todos y de cada uno, mientras se agiten las banderas con su inmensa carga simbólica.
Ernestina Gamas
Directora