LULA ESTÁ PRESO; LA IDEA DE ESTUDIAR, NO. Por Andrés Ferrari Haines*
Con-Texto | 21 septiembre, 2019Lula está preso; la idea de estudiar, no.
Esa es la conclusión fundamental que dejaron las dos multitudinarias marchas por la educación que se hicieron en mayo en todo Brasil. Y para que quede claro, mañana está anunciada la tercera. El tercer "tsunami educativo", como son llamadas.
Los cada vez menos seguidores de Bolsonaro ante cualquier cuestionamiento a actos o denuncias contra él o su gobierno, responden, como ‘argumento’ último, “pero Lula está preso, bobo”. Pero bien que Lula les avisó, hace más de un año, antes de entregarse y ser detenido: “Mis ideas ya están en el aire y no se puede encarcelar ideas”.
Es decir, Lula está preso…la idea de estudiar, no. La idea de estudiar está arraigada en la sociedad brasileña.
Las casi dos millones de personas que se movilizaron por la educación en cada marcha anterior, y se estima que también lo harán mañana, no lo hicieron por Lula o por el PT. Lo hicieron porque tienen impregnada la idea de estudiar. Eso queda claro al ver los carteles que los manifestantes portaron en las marchas anteriores: “Por el derecho a estudiar”; “Educación para todos”; “No toquen la educación”.
Sobre quienes lo condenaron, Lula afirmó que no soportan la idea que haya “pobres en la universidad, pobres comiendo carne, pobres comprando autos, pobres viajando en avión”. El 30 de mayo pasado, el mismo día de la última marcha estudiantil, Bolsonaro le dio la razón a Lula cuando justificó querer anular la obligación de equipaje gratuito en aviones, “no sólo porque (la medida) es del PT. Aunque es un indicativo. Los tipos son socialistas, comunistas, estatizadores. Les gustan los pobres”.
También, los carteles reflejaron, precisamente, que parte de esa idea es ser conscientes de que Bolsonaro ataca la educación porque no le gustan los pobres: “Pobre con diploma es peligro para el Estado”. Otra pancarta reflejaba cuál sería el proyecto de vida para muchos pobres si no es ingresar a la universidad: “el miedo que tienen es ver que ocupemos las universidades y no las cárceles”. El vínculo histórico de esta conciencia se observó en el cartel que expresaba: “la Casagrande enloquece cuando la Senzala aprende a leer". En la Casagrande vivían los esclavistas; en la Senzala, los esclavos.
Aunque Bolsonaro apunte a los pobres y al PT, los carteles en las manifestaciones también dejaron en evidencia que muchos comprenden que la política del gobierno es beneficiar a una minúscula elite a costa de la sociedad brasileña. Por eso, participaron, porque “Defender la educación es defender el futuro”. Esta percepción seguramente también explica por qué hubo tantos alumnos secundarios expresando “Bolsonaro exterminador del futuro de Brasil” y padres con hijos chicos declarando que “Sin educación no se forma una nación”. Educación no sólo es la expresión de una idea de nación; también es expresión para contraponerse a la nación que Bolsonaro quiere promover. Frente a su insistencia en liberar la portación de armas, un cartel afirmaba: “Me armo de libros; me libro de armas”.
Aunque en noviembre obtuvo casi 58 millones de votos, sólo 32% hoy considera ‘bueno’ su gobierno, efecto de una tendencia que se mantiene declinante, mientras que 38% (casi el doble que en enero) lo considera ‘malo o pésimo’. “Quiero estudiar, ser inteligente. Para burro basta el presidente”, permite a la educación expresar la pésima imagen que tienen de Bolsonaro. En las marchas, los estudiantes le explicaban al presidente: “Bolsonaro, lucho por lo que te faltó: Escuelas, libros, profesor”. Como respuesta a Bolsonaro por haberlos llamado “idiotas útiles”, los estudiantes afirmaron que lo son “para sacar al idiota inútil”.
El domingo 26 de mayo, hubo una marcha en favor de Bolsonaro, bastante poco concurrida, sólo con cierto público de consideración en las ciudades de San Pablo y Rio de Janeiro. Si se suman los presentes en todas las marchas en favor del gobierno de este año en todo Brasil se llegan a la concurrencia de una sola de las movilizaciones estudiantiles que en alguna de las grandes ciudades. Las dos marchas por la educación fueron masivas en todo Brasil, en cada estado, con actos tantos en grandes como en pequeñas ciudades.
Según una encuesta divulgada por Exame, en el acto en favor de Bolsonaro en San Pablo, 65% de los presentes eran de sexo masculino, 66% eran blancos y 54% tienen ingresos superiores a cinco salarios mínimos, 76% políticamente de derecha y 88% era muy "antipetista".
Quizás esto último dificulte comprender la diferencia entre partido político e idea política. Atacar al PT o a Lula, como hizo Bolsonaro, al día siguiente de la última manifestación de los estudiantes, no apagará la idea que tienen los estudiantes de estudiar.
Mantener a Lula preso o estigmatizar al PT, no parece que vaya a detener el movimiento estudiantil contra un proyecto visto como de destrucción de la sociedad nacional. Una visión que, esencialmente es generacional: en la marcha en favor de Bolsonaro sólo 13% tenía entre 25 y 34 años.
Entre los carteles de los estudiantes, uno dibujó a Bolsonaro en la bandera de Brasil, sustituyendo “Orden y Progreso” por “Desorden y Regreso”. Otro difundió por las redes una bandera de Brasil afirmando “Educación es progreso”. Mañana esa idea se moviliza, aunque Lula seguirá estando preso.
*Profesor UFRGS (Brasil)
@Argentreotros