EL FENOMENO POLITICO MAURICIO MACRI (una opinión) por Carlos Alberto Kreimer*
| 16 octubre, 2017Desde el folleto que escribiera quién fuera el primer Secretario de Trabajo y luego Ministro de la misma cartera, José María Freire –para más datos socialista proveniente del Sindicato del Vidrio- titulado “Mi granito de Arena – Contribución al peronismo” hasta lo último de Alain Rouquié “El siglo de Perón”, creo que la literatura sobre el tema “peronismo” en varios idiomas, puede llenar los anaqueles de una completa biblioteca. No es poco, pero parecería que los politólogos o comentaristas políticos actuales, siguen intrigados sobre si va pervivir o va a desaparecer o como se va a acomodar el peronismo. Hay una convicción –críticamente fundada- sobre que la suerte del país gira en torno del peronismo. Todas las categorías políticas usadas en el siglo XX (izquierda, derecha, popular, revolución, dependencia, nacional, etc.) caben en ese supuesto. También la historia respalda el camino. Al peronismo se lo pretendió prohibir (Revolución Libertadora); usar tal prohibición para parecer democráticos (parte del radicalismo); absorber en una unión (la integración de Frigerio o el “marchemos todos juntos con nuestras banderas” de Alfonsín) o disolver en el autoritarismo corporativo con su columna vertebral o sea el sindicalismo (Onganía). Solo falta decir que también conquistar para hacer la “patria socialista” de los 70 aprovechando que contenía al proletariado sujeto necesario para la revolución según la teoría. Pero todavía alumbra con luz mortecina la mayoría de los comentarios políticos.|
Esta mirada tiende a nublar la presencia de un fenómeno totalmente nuevo que escapa de la historia y las categorías conocidas que es Mauricio Macri y su espacio –o marca como parece que más le gusta como designación a algunos intelectuales- Cambiemos. Este personaje que no hace mucho era subestimado por los politólogos hoy gobierna el país y ha triunfado –nada más y nada menos- que en la Nación, la CABA y la Provincia de Buenos Aires simultáneamente. El corresponsal de El País en la Argentina Carlos Cué dijo recientemente que antes de las elecciones del 2015 consultó a todos los periodistas nacionales expertos en política y la respuesta fue unánime: “Gana Scioli”. Han pasado menos de dos años de aquella equivocada profecía y hoy nadie duda que el 22 de Octubre “Cambiemos” será ampliamente triunfadora (en términos burreros: paga 2.10 o devuelve la plata). No obstante nos empecinamos en analizar que pasa en el peronismo para no enterarnos que algo nuevo e inesperado –que puede llegar a ser definitivo- ocurre en el país.
Macri no es la oposición frontal al peronismo ni la suma o conservación de algunas de sus banderas como algunos sostienen. Es algo totalmente nuevo en un mundo también nuevo. Ganó la presidencia después de una excelente gestión en la CABA hecha sin la mínima ayuda del poder central, que lo cañoneaba permanentemente negándole recursos en el plano material y mofándose del ex presidente de un club de fútbol en el plano discursivo. Frente a esto resistió sin ningún agravio ni llanto ofreciendo al apetito de la sociedad el producto que reclamaba: moderación, gestión, nuevo equipo joven poco contaminado de viejos discursos y honestidad (no hay en sus ocho años de intendente una sola denuncia seria de corrupción). Es tan significativa la necesidad de gestión en los votantes, que Sergio Massa se proyectó a nivel provincial y nacional simplemente porque fue el primero que puso cámaras de seguridad en du distrito (el Tigre).
Su discurso no confronta con el peronismo sino con lo llamado viejo y equivocado, más precisamente el populismo. Aunque Rouquié descree de esta categoría es aceptada generalmente por la ciencia política y por interesantes autores como Zannata quién, además, no encuentra una clara división entre el populismo de derecha y el populismo de izquierda ya que los considera miembros de una misma familia.
El inesperado triunfo de la casi desconocida María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires, partiendo de días y días de recorrer desde la casi madrugada hasta la noche los lugares de población más relegada, fue definido por un destacado periodista como un hecho, salvando las distancias, del impacto del Brexit. Prometía y está lentamente cumpliendo, nada más y nada menos que cloacas, asfalto, mejor educación, transporte y, en lo posible ya que no es fácil, seguridad. A su turno Macri sostenía que es imposible el progreso y desarrollo sin recomponer las arterias de la economía destruidas a lo largo de décadas: transporte vial, aéreo y ferroviario; puertos, energía, etc.
Si todo esto fuera poco se enfrenta –con distintos éxitos pero con valentía- a las mafias policiales, sindicales, corporativas, manejadoras de drogas, con el monopolio de distintos quioscos y supuestas protectoras clientelares.
Es posible que tengan razón intelectuales que sostienen que Macri es aburrido y carente de discurso político. Pero parecería que la sociedad está harta de discursos pasados de moda y no quiere que la diviertan sino que la atiendan.
A esta supuesta derecha cuesta calificarla como tal si se ocupa de los necesitados con mejores jubilaciones; ampliación del derecho universal por hijo; aumento de las asignaciones familiares; subsidios de tarifas y transporte a los que realmente la necesitan y para los estudiantes; reforma de la educación para ponerla acorde con la época, solo resistida por los dirigentes de los centros estudiantiles de clases sociales privilegiadas de colegios dependientes de la UBA y las perversas corporaciones gremiales de docentes a las que defiende la pretendida ultraizquierda y Filmus; un mejor transporte colectivo; y continuar con la libre negociación de convenios colectivos. También pone su acento en la ecología y una fuerte inversión en energías no contaminantes.
No es fácil explicar luego de tanto debate sobre neoliberalismo y nacionales-populares que gane las elecciones un millonario, con un discurso que aparece simplista porque se apoya en la modernidad y posibilidades del país y está convencido que el camino es moderación, prudencia, honestidad y gestión. Y este millonario sostiene su eficiencia en el trabajo en equipo –sin un líder carismático e infalible- con otra generación, alguno de cuyos integrantes viene de las empresas. Alguien que deja atrás el debate sobre la dictadura y el proceso, circunstancia que pretende privilegiar un grupo de jóvenes politizados con nostalgias de lo no vivido.
En un mundo cambiante a velocidades geométricas –comunicaciones, globalización, informática, internet, robótica, etc.- con nuevos liderazgos para bien o para mal; en este país el futuro se opone al pasado, y así lo expresa Macri que, aunque no salió de la escuela de administración francesa, sorprende y ocupa un lugar vacío.
Tampoco al espacio de Macri le preocupa ganar la calle. Sabe que la tiene perdida ya que ahora la ocupa permanentemente, con consignas muy disímiles y a veces extrañas, una izquierda radicalizada que consigue las cuarenta mil personas necesarias para llenar una plaza, Pero esa izquierda no tiene en las elecciones ninguna significación y allí la aparente fuerza de sus olas llega con solo espuma a la playa. En 1945/46 la Unión Democrática tuvo en las movilizaciones el gran combustible de los militantes del Partido Comunista pero, a la hora de la verdad, ese espacio en la Capital Federal donde parecía matar, no llegó al dos por ciento (2%) de los votos.
Distinta es, por supuesto, la espontánea y multitudinaria congregación pidiendo la verdad de la muerte y la denuncia del Fiscal Nisman, de una población que reflejó en las urnas su indignación. Claro que no han hecho de las movilizaciones un ejercicio permanente.
Como se dice en el fútbol, Macri tiene también la suerte del campeón, necesaria en toda contienda. En su vida como dirigente deportivo y político perdió una sola elección: la doble vuelta con Aníbal Ibarra. De haberla ganado es casi seguro que se hubiera comido el garrón de Cromañón e, inevitablemente, la tarjeta roja. Los actos de corrupción pueden pasar inadvertidos para la mayoría de los votantes, cuando se descubren transferencia a cuentas en el exterior o paraísos fiscales. Pero el impacto es tremendo cuando se muestra el dinero físico (como se dice en el nuevo lenguaje del hampa político) contado por máquinas en La Rosadita, los millones revoleados por López en bolsos en un convento, la insólita cantidad de dólares en la caja de seguridad de Florencia Kirchner. Ha sido una muestra obscena de la cual es imposible escapar y fue capitalizada por Cambiemos. Además la presencia en la campaña de Cristina con sus mentiras y su grito casi histérico no poco favor ha hecho. El mismo favor de las peleas en la CGT en la intimidad y en actos públicos, y los dichos desaforados de Bonafini y Carlotto que ven extinguirse su protagonismo solo pegado a la dictadura (sin entrar en beneficios personales). Todos juegan para Macri.
También favorece a Macri el momento de su presidencia. Si bien no tiene como “el relato” el milagro de la soja, se conservan precios internacionales para los granos que pronostican cosechas record. A ello debe sumarse el suculento capital financiero internacional ocioso y ávido de oportunidades, que un política responsable e inteligente puede aprovechar. Un vacío político en la parte latina del continente que, solo por presencia, lo condujo a Macri a liderar. Y hasta los equívocos encontraron fortuna para su reparación. Vino Obama a la Argentina para dar un espaldarazo –de un innegable progresista- a la política de Macri, y su canciller Malcorra, informada por discutibles encuestas y medios jugó abiertamente para la candidatura de la Sra. Clinton. Lo que debió haber sido una derrota en el campo diplomático, se amortiguó con la amistad de Macri con Trump, siendo recibido por éste en la Casa Blanca con más que excesivos elogios como si fuera un viejo y entrañable amigo (es que con lo que le quedaba del sur era la mejor elección)
Como vemos con y sin suerte estamos frente a un fenómeno nuevo en la escena política. En un artículo Eduardo Fidanza ha sostenido que frente a la aparición de Macrón la intelectualidad francesa está huérfana de discurso. Es más, en una charla en el Club Político Argentino sostuvo que la tres cuarta parte de su biblioteca cree que hoy no le sirve. Se podría agregar que los intelectuales formados por la misma deberían estar recalculando.
*Miembro del Club Político Argentino