EL NUEVO ESCENARIO ITALIANO por Román Frondizi*
| 6 diciembre, 2016Más acá o más allá de que las encuestas lo pronosticaban y del error de Matteo Renzi, análogo al que cometió Cameron al unir su destino político a la suerte de un referéndum, el hecho es que el resultado electoral del domingo pasado en Italia, incluída la renuncia del Presidente del Consejo de Ministros, hecha inevitable dada la magnitud de su derrota, crea una situación de gran incertidumbre que resulta muy perjudicial para el país.
Por el momento los mercados resisten, y el Banco Central Europeo está en condiciones de ocurrir en ayuda de Italia si fuese menester. Pero la situación económica y social italiana es más bien frágil a nivel del mundo desarrollado. Si bien salió de la recesión en 2014, hace dos semanas el Instituto nacional de estadísticas (ISTAT) ha previsto a la baja la previsión de crecimiento económico para el 2016 y el 2017: 0,8% este año contra 1,1% antes y 0.9% para el 2017. Prevé asimismo una “menor vitalidad del consumo interno y de la inversión privada”. Por otro lado, si bien el gobierno de Renzi había logrado aumentar el número de contratos de trabajo por tiempo indeterminado (CDI), la tasa de desocupación de este año todavía es del 11,6% contra 11,9% en el 2015 y 12,7% en 2014. El peso de la deuda pública es muy grande y ronda el 133% del PBI en 2016 y 2017.La Comisión Europea prevé una “desaceleración en materia de empleo” y advierte que la recuperación económica proseguirá solo a un “ritmo moderado”.
En estas condiciones –y en el marco de las dificultades que atraviesa Europa-era aconsejable evitar al país saltos mortales como el resultado de la combinación entre la falta de realismo y la arrogancia de Renzi y el perverso y perseverante partidismo que tantas crisis ha desatado en los últimos setenta y dos años de historia política italiana.
Tras la renuncia del Presidente del Consejo seguida a su dura derrota en el referéndum del domingo último, en el que el “no” se impuso por el 59,1% de los votos, se podrían aventurar tres posibilidades:
1.- Elecciones anticipadas. Las podría decidir el Presidente de la República, Sergio Mattarella, si siguiera la propuesta de los movimientos populistas de la Lega Nord y del Movimiento 5 Stelle (M5S), el que podría resultar el partido más votado.
Ahora bien: en Italia se ha aprobado una nueva ley electoral, que debía ir paralela a la reforma constitucional bochada en el referéndum, cuyo fin era reforzar al Ejecutivo llevando más estabilidad a los gobiernos. El eje de la ley pasa porque los diputados sean elegidos según el principio mayoritario en doble vuelta con un premio en el número de bancas para el partido más votado o que alcance el 40% de los votos en la primera vuelta.
Fracasada la reforma constitucional, el Senado continuará a ser elegido por el sistema proporcional con un piso del 2% de los votos para los partidos integrados en una coalición o del 4% para los que estén fuera de una coalición sin premio al vencedor. Ello así, podría asegurarse que, en las condiciones actuales sería dificilísmo formar una mayoría. El Senado tiene los mismos poderes que Diputados para formar las leyes y aprobar un gobierno por lo que el país sería poco menos que ingobernable en caso de victoria del M5S. Por otra parte hay incerteza acerca de la vigencia de la nueva ley electoral, sometida como está a examen de la Corte que podría aprobarla, rechazarla en todo o en parte, o introducirle modificaciones. Por eso, hoy por hoy, si se hiciesen las elecciones anticipadas, nadie sabría como se elegirían los representantes del pueblo.
2.- Renovación del mandato a Renzi. Podría ser propuesta por el Presidente de la República, pero parece inviable apenas se tenga en cuenta la magnitud de la derrota de Renzi.
3,- La tercera posibilidad, la más probable, es la formación de un gobierno técnico que debería tener dos objetivos: uno, aprobar el presupuesto estatal para 2017; y dos, lograr que se dicte una nueva ley electoral para las elecciones de 2018. Si este gobierno fuera verdaderamente técnico o sea por encima de los partidismos y basado en el asentimiento de la izquierda y la derecha –posible en Italia- un candidato potable para presidirlo sería Mario Draghi actual Presidente del Banco Central Europeo. Si, en cambio, la solución fuese un gobierno a la vez técnico y político fundado en la actual mayoría del Partido Democrático, podría ser conducido por el actual ministro de Finanzas Pier Carlo Padoan que tiene la confianza del mundo económico. Con todo, hacer nombres en este escenario es más que azaroso.
De cualquier modo, tras la formación de un nuevo gobierno, se abrirá la más larga campaña política italiana con miras a los comicios de 2018.
En fin, cabe, a mi juicio, una nota de fundada esperanza. Desde la segunda postguerra Italia ha consolidado una larga experiencia en materia de crisis políticas y sus consiguientes cambios de gobierno. Por otro lado, es un país sólido y sustancialmente estable del punto de vista económico y social, la suya es una gran economía y está muy comprometido con Europa digan lo que quieran los portavoces de un euroescepticismo sin propuestas de gobierno. Con su realismo político, que aflora cuando las papas queman, sabrá encontrar el modo de hacer frente a este escenario de incertidumbre.
Buenos Aires, 5 de diciembre de 2016.
*El autor es jurista y ensayista. Ex Presidente de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata y ex Conjuez de la Corte Suprema.