TRES TRABAJOSAS TRANSICIONES por Antonio Camou*
| 9 diciembre, 2015Son trascendentales pero no serán ni tranquilas ni tradicionales. Lamentablemente ya nos enteramos que tampoco serán transparentes. Por lo poco que hemos visto en estos días –y por lo mucho que sabemos de estos años- pintan más bien para tramposas y traicioneras. Para los ganadores serán triunfantes, y para los perdedores un poco tristes, pero no tienen por qué ser tremebundas; y por supuesto, nadie quiere que sean traumáticas, y menos que menos, trágicas. Habrá que verlas como trabadas, transpiradas, trabajadas, a las tres transiciones políticas que tenemos por delante.
La primera transición tiene fecha de vencimiento este jueves 10 de diciembre. En los papeles parecía la más sencilla, pero las “patéticas miserabilidades” del kirchnerismo en el poder la convirtieron en un laberinto enmarañado de zancadillas, vengativos pases de factura, leyes votadas a granel, inconstitucionales decretos de necesidad y urgencia, vaciamiento de todas las cajas habidas y por haber, bombas de tiempo esparcidas por todo el terreno, y hasta el desfachatado manoteo de twitter. Tal vez no se podía esperar nada mejor de los que se retiran, pero en todo caso hay que tener en claro el sentido estratégico de la movida: no son los últimos actos del gobierno kirchnerista que se va, son las primeras barricadas de una oposición intransigente que se viene.
La segunda transición afecta especialmente al peronismo que desde mañana quedará en el llano. La “geometría variable” del partido de Perón –como bien la ilustró hace tiempo Vicente Palermo con certera metáfora- estará obligada a desplegar nuevas alineaciones de su estructura y su dinámica política para ajustarse a unas inéditas condiciones de vuelo. Mientras va resolviendo un cierto modus vivendi con el flamante oficialismo, el peronismo derrotado comenzará a disputar un emergente liderazgo en su propio campo, que incluirá la depuración de ciertas jefaturas territoriales de capa caída, junto con una nueva configuración del poder sindical. El corte visible entre kirchnerismo de hueso colorado, pejota tradicional y frente renovador será una de las líneas divisorias de esta geografía de fronteras nómades, pero no menos importante será el balance entre la vieja “columna vertebral” (uno de las pocas y apetecidas “cajas” que quedarán disponibles), las autoridades legitimadas con responsabilidades de gestión, y la capacidad de bloqueo y de negociación del peronismo en el Congreso.
Finalmente, la tercera transición es quizá la más compleja de todas porque involucra la coordinación de factores, actores y cuestiones en distintos y “anidados” niveles de operación. En un nivel básico, el tránsito estará marcado por la afirmación de un nuevo poder presidencial sin mayoría parlamentaria propia, que deberá redefinir sus relaciones con el poder legislativo y con el poder judicial, mientras lidia con estructuras estatales fuertemente colonizadas por los agentes de la gestión anterior. En otro plano, asoma el desafío de transformar a Cambiemos en una auténtica fuerza política nueva, con presencia territorial y cierta capacidad de movilización, compartiendo esfuerzos, mecanismos de decisiones y resultados entre el PRO, la UCR, la CC y otros aliados menores. Con la experiencia fracasada de la Alianza en el pasado, y en ausencia de reglas, tradiciones o manuales, el vínculo de confianza entre los principales dirigentes de la coalición puede ser la clave de bóveda de una nueva arquitectura política. Por último, en su dimensión más profunda, el desafío principal tal vez consista en ir transformando, de a poco, a través de avances pautados y pragmáticos, un esquema heredado de gobernabilidad autoritaria en un nuevo paradigma de gobernanza democrática y republicana.
Frente a este abigarrado panorama, los que tenemos algunos años encima sabemos que una de las peores cosas que podemos hacer es sobrecargar de expectativas a un gobierno que deberá enfrentar –de entrada y sin red- una pesadísima herencia socioeconómica e institucional en el marco de un contexto internacional de gran complejidad.
Habrá que ir paso a paso, aprendiendo de los seguros errores que se cometerán, pero al menos orientando la brújula hacia un mejor destino. Como escribimos en el documento “El nuevo escenario político y los desafíos de una renovada gobernabilidad democrática”, elaborado por el Club Político Argentino para otro 10 de diciembre, pero varios años atrás:
“Ante una sociedad descreída o fatigada, castigada por la pobreza o la inseguridad, alterada por la crispación o tentada por el cinismo, buena parte de la responsabilidad dirigencial –política o intelectual, económica o social- pasa en la actualidad por ensanchar el horizonte de toma de decisiones, por generar un sentido del tiempo político que no se agote en el corto plazo ni se ofusque en la inmediatez del enfrentamiento. En momentos como los que vivimos se requiere producir una cierta visión de destino común, dibujar los trazos gruesos de una renovada orientación estratégica, abrir espacios donde las demandas y los conflictos comiencen a encontrar nuevos cauces institucionales de expresión y vías progresivas de resolución.
Se hace necesaria una nueva narrativa de futuro -animada por compartidos valores democráticos, republicanos y de desarrollo social y económico equitativos- para la Argentina que viene”.
La Plata, 9 de diciembre de 2015.
* Sociólogo. Miembro del Club Político Argentino