LA SEÑORA CADIDATA por Albino Gómez*
| 7 noviembre, 2015Publicada en Noticias el 6 de noviembre de 2015 sobre la candidatura de Hillary Clinton
La ex secretaria de Estado es la principal apuesta de los demócratas para suceder a Obama. Los escándalos y la sombra de su marido.
En 1992, los historiadores norteamericanos buscaron en sus archivos precedentes de un caso similar al de Hillary, sin éxito. Ni siquiera el caso de Eleonor Roosevelt, una de las primeras damas más activas de la historia presidencial estadounidense, resultó ser apropiado. Nunca antes había ingresado en la Casa Blanca una mujer con un curriculum tan impresionante. Hillary Rodham Clinton era ya doctora en leyes, egresada de la Universidad de Yale, con todos los honores. The National Journal of Law, una prestigiosa publicación para los profesionales de la abogacía, consideraba que Hillary Rhodam Clinton estaba entre las cien mejores abogadas de los Estados Unidos. Hillary era socia de uno de los estudios de abogados más importantes de Little Rock, y miembro del directorio de varias empresas, alguna de las cuales figuraban en al ranking de la revista Fortune. Además, desde 1986 hasta comienzos de 1992, ella presidíó el "Fondo de la defensa de la Niñez", la institución fundada por la líder de los derechos civiles y amiga personal, Marian Wright Edelman.
Lógicamente, su curriculum no lo decía, pero Hillary era también la consejera política de más confianza que tenía Bill Clinton durante su presidencia. Y muchos analistas norteamericanos, sin temor a equivocarse, estaban convencidos de que, sin Hillary, díficilmente Bill Clinton hubiese logrado ser el presidente de los Estados Unidos.
Además y de hecho, las posiciones políticas de Hillary eran, en algunos terrenos, más liberales que las de su marido. Su trayectoria de activismo político y su compromiso social, había sido muchísimo más clara que la de él. No sólo había múltiples testigos de su participación en la lucha por los derechos civiles y en las manifestaciones "anti-vietnam", sino que además, Hillary había escrito una tesis universitaria, artículos especializados, y un libro en el que había expresado abiertamente sus opiniones progresistas. Todo eso podía producir resistencias en los sectores más conservadores del electorado demócrata. Y dada la prioridad que Clinton quería darle a los problemas de la clase media durante su campaña, la preocupación de Hillary por los pobres, podía llegar a constituir un problema. Pero finalmente Clinton triunfó y realizó durante ocho años, con ella a su lado, una extraordinaria gestión presidencial, realzada aún más si cabe, por el tremendo fracaso de su sucesor George W. Bush que llevó a los Estados Unidos al borde de un colapso total, económico y moral.
Sin embargo, la lucha de Hillary continuó durante los años presidenciales a causa de los problemas familiares vinculados a la inestabilidad emocional de su marido, cuyas infidelidades, al alcanzar algunas de ellas estado público, fueron grosera, baja e hipócritamente utilizadas por los republicanos que quisieron cobrarse el castigo político infligido por el escándalo de Watergate, tratando de llevar a Clinton a un juicio político que no prosperó. Pero como siempre, Hillary, más allá del dolor en su fuero interno, nunca aceptó las críticas de manera personal porque siempre consideró que la verdadera causa de los ataques era en todos los casos política.
INFANCIA. Como sea, el equilibrio emocional que demostró tener en aquellos momentos, seguramente provenía de la estabilidad afectiva y psicológica que, a diferencia de su marido, Hillary tuvo durante su infancia. Porque mientras Bill Clinton era hijo de un padre que murió antes de su nacimiento e hijastro de un padrastro alcohólico, Hillary Rodham fue la hija de un matrimonio muy unido que la adoraba.
Esta adorada hija, Hillary Diane Rodham, nació en Chicago, Illinois, el 26 de octubre de 1947.
Hillary iba a la Iglesia Metodista de su barrio, todos los domingos, y participaba de manera muy activa en los programas que regularmente organizaba el reverendo Don Jones, visitando regularmente a los barrios de hispanos y negros de Chicago.
En 1962, cuando tenía 15 años, Hillary conoció con sus compañeros a Martin Luther King, impactante recuerdo que siempre conservó. Y ya en 1968 apoyaba la candidatura del senador Eugene McCarthy, uno de los candidatos más radicales del partido Demócrata.
En Wellesley, Hillary estudió Ciencias Políticas, pero quizá, lo más importante, fue la experiencia que adquirió en el terreno de la militancia y del activismo. En tanto que representante estudiantil, militó y organizó manifestaciones para que pudieran ingresar al College, más estudiantes negros e hispanos. Participó en la fundación de la primera Asociacion de mujeres negras, y paralelamente, trabajaba en Roxbury, un barrio de Boston donde enseñaba a leer a los niños pobres.
Años después, en la Escuela de Derecho de Yale, Hillary utilizaría su experiencia en militancia adquirida en Wellesley, para participar en todo tipo de luchas: desde las que organizaban en contra de la guerra de Vietnam, hasta las que tenían lugar para lograr que colocaran máquinas distribuidoras de "Tampax" en los baños de la universidad. Su rebelión no era anárquica. Al mejor estilo Hillary, era metódica y racional: el de una liberal pragmática, practicante de un liberalismo instrumental. Es decir, el uso del gobierno para satisfacer las necesidades de la sociedad y para ayudar a los marginados sociales
CONDUCCIÓN POLÍTICA.En 1978, a los 32 años, Bill Clinton se transformó en el gobernador más joven de los Estados Unidos, y Hillary comenzó allí a participar de la experiencia de conducción política, siguiendo vívidamente todos los avatares de esa gobernación, y luego la de los ocho años presidenciales, para continuar y enriquecer su capacidad de gestión política como senadora.
Treinta años más tarde de aquel comienzo, dejaba el Senado de los Estados Unidos, después de una durísima campaña por obtener la nominación para la presidencia por su Partido Demócrata, convocada luego por su más importante contrincante y vencedor, perteneciente a una minoría por cuyos derechos ella tanto luchó, su colega negro el senador Barack Obama. Y Obama que luchó también duramente contra ella en la campaña, conocía todo su valor y toda su historia, como para no dudar en hacerla su secretaria de Estado, porque sabía también cómo era respetada Hillary en el continente europeo, respeto ganado no sólo durante los viajes que realizara como primera dama, nunca insustanciales, y también por su trabajo en el Senado, en especial en el Comité de Servicios Armados. Y no ignoraba que Hillary tenía una enorme capacidad de negociación, un conocimiento global del mundo, y que su acción diplomática sería presidida por una lógica realista, muy lejos de los disparates de aquellos últimos ocho años, años dramáticamente despiadados, “llenos de sonido y furia”.
Y hoy día, después de su gestión, Hillary Rodham Clinton conserva todavía a gran apoyo público por su actuación como secretaria de Estado, señal de que las luchas del presidente Obama en el extranjero y los ataques republicanos no lograron mermar a fondo su reputación. Ella dejó el cargo hace poco menos de dos años, y es la secretaria de Estado saliente más popular en los últimos tiempos, pues 59% del público aprueba su gestión, pues los errores en el ámbito de la política exterior, no fueron un producto del Departamento de Estado sino de la propia Casa Blanca, Así como los aciertos posteriores fueron parte de la tenacidad que puso de manifiesto Hillary Clinton en tratar de sobrepasar con audacia las permanentes dudas de Obama, de las cuales parece estar últimamente desprendiéndose. En tal sentido podemos citar hoy el restablecimiento de las relaciones con Cuba, uno de tantos temas de especial interés de Hillary mientras era secretaria de Estado.
Así las cosas, el presidente Obama aseguró que la ex secretaria de Estado jugó un papel extraordinario en su administración. Agregando en extractos de su entrevista junto a Hillary Clinton a una cadena nacional: “Lo principal es que yo simplemente quería tener la oportunidad de decirle gracias públicamente, porque muchos de los éxitos que tuvimos a nivel internacional fueron gracias a su ardua labor, como uno de los mejores secretarios de Estado que tuvo el país”.
En estos días acabamos de verla salir airosa del primer debate presidencial de los precandidatos demócratas, demostrando con solvencia que podrá calzarse el traje de presidente de los Estados Unidos. Durante dicho debate hubo un atril vacío, reservado hasta último momento al vicepresidente Joe Biden, que venía amagando con presentarse a la competencia, cosa que ocurrió poco tiempo atrás al cierre de esta nota, ya que anunció que no competiría por la presidencia de los Estados Unidos. Explicando que todavía estaba de duelo por la reciente muerte de su hijo Beau, que falleció en mayo a los 46 años, víctima de un tumor cerebral. No obstante, aseguró que no permanecería callado en la campaña, que culminará con la elección de sucesor de Obama en noviembre de 2016, ya que intentaría hablar claro y con fuerza para influir todo lo que pudiese para posicionar al partido donde necesitaran ir como nación, ya que su partido y el país cometerían un error trágico si se alejaran o trataran de abandonar el legado de Obama. Y así desaparece del horizonte el rival más peligroso para la candidatura de Hillary Clinton, quien de inmediato lo calificó como un buen hombre y un gran vicepresidente. Agregando estar convencida de que a pesar de no presentarse a las primarias demócratas, seguiría en la primera línea luchando por ese legado común a todos los demócratas.
Mostrando Estados Unidos su creciente capacidad progresista, es probable que en 2016 tenga, por primera vez, una presidente mujer. Así como tuvo si primer presidente afroamericano.
*El autor es periodista, escritor y diplomático