DANTE DESCONOCIDO por Horacio Eduardo Ruiz*
| 16 septiembre, 2015Charla en la cena del lunedi del circolo italiano 29 de septiembre de 2014
Donato Alighiero (il vero nome di Dante) es compendio de toda la tradición italiana hasta el siglo XIII. En efecto, su saber enciclopédico abarca ámbitos que van desde la literatura de viajes hasta la teología. En su obra cumbre (Vita Nuova) se pre-figura la Commedia, verdadera summa de un conocimiento que abraza el cercano Oriente y las corrientes gnósticas. Sin embargo, esta actitud no supone una heterodoxia sino una condición sine qua non de todo hombre sabio, que incorpora eclécticamente un patrimonio cultural de vastas regiones del conocimiento. Por tanto, equidisto tanto del panegírico cuanto de la diatriba al re-posicionar al Alighieri.
En principio, vale aclarar que Dante es un gnóstico cristiano iniciado en 1290 por su maestro Brunetto Latini, a quien sitúa en el tercer recinto del Séptimo Círculo del Infierno. Será su Maestro y además, el que profetiza el destierro del poeta. En este sentido, vemos un Dante contradictorio al condenar a su gran mentor al castigo de los sodomitas (esto ocurre también con el gibelino Farinata, a quien condena, en otro círculo, no por ser su contrincante político sino por su epicureísmo). Lo que por un lado alaba, por el otro lo execra.
En la última década del siglo XIII Dante se adhiere a la Fede Santa, con sus amigos Guido Cavalcanti en Florencia y Guido Guinizzelli en Bolonia. La Fede Santa tiene un carácter místico cristiano-islámico que tiene sus orígenes en la Orden del Templo, cuyo primer Maestro fue Hugo de Payns, cuyos cofrades están consagrados a Cristo y reconocidos por la Iglesia en 1129 (Concilio de Troyes). Bernardo de Claravel, Doctor Mellifluus, que combatió la herejía de los cátaros, fue uno de los iniciadores de la Orden monacal del Císter en Francia y va a ser en la Commedia quien lo guía en el Paraíso al propio poeta.
La Orden fue disuelta por Clemente V en 1312 a través de la bula Vox in excelso, cuya copia no se encuentra en el vaticano sino en el Archivo de la Corona de Aragón. Cito textualmente (registro 291, ff. del Archivo mencionado: “Aquí el santísimo Papa Clemente V suprime la orden de la milicia del temple (…) extinguimos con sanción irrefragable y perpetuamente válida la citada Orden del Temple, su estado, hábito y nombre y la prohibimos a perpetuidad, condenando expresamente a quien intente entrar en dicha Orden, recibir o llevar su hábito, o comportarse como templario. Si alguno lo hiciese, incurre en sentencia de excomunión ipso facto”.
Afortunadamente, estas palabras constan en archivos que se pueden consultar (no se trata, entonces, de una ficción como la que propone, con fines meramente especulativos, por ejemplo, Dan Brown u otros farsantes de la historia).
Ahora bien, Dante va a “ubicar” a Clemente V, quien aún vivía, en el Canto XIX del Infierno (simoníacos). En el foso dedicado a los Papas se encuentra también Nicolás III. El castigo de estos condenados obedece a la “ley del contrapaso” (sufrir el contrario): ya que esos Papas prefirieron las cosas terrenales más que las celestiales, ahora están adheridos al suelo con la cabeza hacia abajo. Dante parece clamar por una recomposición de la institución eclesiástica, como suele suceder con cualquier institución en cualquier tiempo y lugar.
En la obra de Dante aparecen, de manera velada, sobre todo en Vita Nuova, cuatro grados de iniciación (Aspirante, Postulante, Oyente y Servidor) en los que se produce una “alquimia espiritual” considerando la Mujer de cuore gentile como centro del conocimiento. Los versos de sus contemporáneos “Al cor gentil rempaira sempre amore” (Guinizzelli) o “Donne ch’avete intelletto d´amore” (modelo de Cavalcanti), se inspiran en el conocimiento que provee la Donna angelicata.
En Dante se encuentran no sólo las huellas de Los Fieles de Amor sino también las de la cultura islámica a través de Futubat del sufí Ibn Arabi (siglo XII). En su texto Las revelaciones de la Meca aparece ya el viaje nocturno y la ascensión de Mahoma al trono de Dios y el tránsito –como lo hará Dante- por las mansiones infernales. El toscano reelabora el principio femenino creador de la teología de Ibn Arabi en la figura de Beatrice. Este principio es, según Antonioletti la expresión velada de uno de los rituales de los “Fieles de Amor”. Expresa: “(…) el encuentro del neófito (místicamente el niño) con la Dama. Este encuentro se realizaba a la corta edad de 9 años, número de la Gnosis o Sabiduría”.
Paralelamente, el poeta coloca en el Canto XXVIII del Infierno a Mahoma y Alí en el círculo de los sembradores de discordia. Mahoma es representado como un cismático y el Islam como una herejía. Esta condena excluye, por lo visto, lo islámico y un vasto campo de saberes que atraviesan la Comedia.
Dante concluye uno de sus más bellos cantos con las siguiente reflexión: “(…) lo numero del tre é la radice del nove, peró che, senza numero altro alcuno, per sé medesimo fa nove, sí come vedemo manifestamente che tre via tre fa nove. Dunque se lo tre é fattore per sé medesimno del nove, e lo fattore per sé medesimo de lo miracoli é tre, cioé Padre e Figlio e Spirito Santo, li quali sono tre e uno, questa donna fue accompagnata da questo numero del nove a dare a intendere ch´ era uno nove, cioé uno miracolo”.
En suma, está convalidando la Santísima Trinidad y encuentra en la gnosis un medio ideal para dicha convalidación.
Con respecto al conocimiento científico, Dante conoce perfectamente la cosmología del Estagirita –observo al menos cien pasajes relacionados con la misma-. Se trata de un cosmos aristotélico cristianizado donde el mundo geocéntrico se muestra poseedor de un alma teocéntrica privativa del Renacimiento.
Incluye, por primera vez en la historia de Occidente la función científica del poema. Vale recordar que no van a ser los científicos los divulgadores de las teorías científicas sino los poetas (v.g., John Milton o John Donne). En el caso del florentino concilia ciencia y moral cristiana.
En suma, Dante se erige en un rebus, sobre todo para la mente contemporánea que lo “piensa” sin dar cuenta de su contexto. Por lo expuesto, Dante está más allá de la diatriba o el panegírico: es un hombre de carne y hueso, con sus contradicciones y arbitrariedades. Eso sí, la Comedia es un excelso canto a la cristiandad.
*Profesor en Letras (UBA) Licenciado y Magister en Letras;Doctor en Epistemología e Historia de la Ciencia.Posgrado en CTS (Ciencia, Tecnología y Sociedad (UBA);Estudios Orientales (UBA)