ANOMIAS por Ernestina Gamas*
| 11 septiembre, 2015"Toda moral de alta cultura depende en último término de la profundidad de la internalización de la prohibición del homicidio” Peter Sloterdijk
“Sí yo hiciera mi mundo todo sería un disparate. Porque todo sería lo que no es. Y entonces al revés, lo que es, no sería y lo que no podría ser si sería”.
Lewis Carroll “Alicia en el país de las maravillas”
Tratemos de imaginarnos un estado pre-social. Un mundo de permanentes colisiones, sin ley, sin tabúes. Un mundo sin acuerdos racionales para la convivencia, carente de moral. A través de la historia, la reflexión recurrió a ese hipotético estado de naturaleza como una plataforma desde donde proponer la constitución del orden social.
Teniendo en cuenta que en la naturaleza no se registran reglas que regulen la relación de los animales, la existencia de normas nos daría el indicio de la aparición de la cultura, con la implantación de límites para lo permitido y por tanto castigo para lo prohibido. No se podría hablar entonces de una situación pre-social, ya que en toda agrupación humana, aún en sus formas rudimentarias han existido regulaciones.
Para vincular la naturaleza con la cultura, el antropólogo francés contemporáneo Claude Levy Strauss, en su obra “Estructuras elementales del parentesco” analizó el tabú de la prohibición del incesto, situación recurrente en regiones del mundo alejadas unas de otras y en sociedades profundamente diferentes en cuanto a formas de parentesco, pero con el que se ponía límite a la posibilidad de relacionarse entre consanguinidades muy cercanas. Esas reglas que dan origen a las prescripciones matrimoniales son una forma muy antigua de ordenamiento social.
La cultura entonces, viene a introducir un orden, esto es decir un orden moral que nos permita ser libres, siempre que nos atengamos al orden de la ley. Las sociedades modernas de la cultura occidental, han apostado por los valores que han creído los mejores. De ahí sus legislaciones con sus prohibiciones fundamentales. No se mata, no se tortura, no se persigue por creencias, no se roba. Pero para poder ser libres, para defendernos unos de otros, es necesaria la ley.
La ley, para todos por igual, limita los excesos del poder, la discrecionalidad, los atropellos a la dignidad humana, a la libertad de expresión y de creencia. Reglas = nomos = ley son imprescindibles para evitar el atropello de unos hacia otros. Las reglas ponen medida, proporción, equilibrio. Con la degradación de las reglas el riesgo es la desmesura que nos arroja por el barranco de la anomia.
“Para la sociología, la anomia es un estado que surge cuando las reglas sociales se ha degradado o directamente se han eliminado y ya no son respetadas por los integrantes de la comunidad……
Cada integrante de una sociedad es una unidad biopsicosocial que está en constante interacción y cuyas partes no se pueden separar del entorno donde vive. Desde hace tiempo, en la Argentina venimos transitando el camino hacia la ignorancia de las reglas y por lo tanto a su cumplimiento. La ausencia de reglas resquebraja lo colectivo y conduce al estado de disgregación en el que vivimos, la falta de tolerancia se torna exasperación que va formando subjetividades. No se intercambian argumentos sino acusaciones. Desde la cúpula del gobierno los exabruptos caen como latigazos sobre espectadores cuya única defensa termina siendo la indiferencia. Hay castigos para los que no comparten sus políticas, premios y prebendas para los adeptos. La sociedad dividida entre amigos y enemigos.
……….Para la psicología, la anomia es un trastorno del lenguaje que imposibilita a una persona a llamar a las cosas por su nombre”
El relato reitera que no pasa lo que pasa sino lo que dice que pasa y dibuja un paisaje irreal que enrostra a los de “afuera”, cualquier mal que nos aqueje, enemigos del modelo y causantes de su desestabilización. Para ellos, “ni justicia”.
Es un relato también retrospectivo. Tenemos nuevos héroes que reemplazan a los que construyeron la Nación, ahora traidores y vende patrias.
Denostados los que proyectaron la ley de educación pública, laica y gratuita, ahora son tildados de genocidas y extranjerizantes. Se recurre a una revisión histórica sin investigación ni debate, instalada por mercenarios también como relato distorsionador. Estos son los nuevos contenidos que se enseñan en los programas escolares y que bajan línea desde programas infantiles con apariencia inocente. Un universo paralelo donde nada es verificable pues todo se basa en la más pura ficción que seduce y confunde.
El 18 de enero del 2015 fue encontrado muerto en su departamento el Fiscal Alberto Nisman quien al día siguiente iba a exponer, frente a una comisión de legisladores en el Congreso de la Nación, el resultado de una investigación donde aparecían implicadas las cúpulas del Gobierno. El límite de la prohibición del homicidio había sido traspasado. Pero el relato trató hacernos creer que hay suicidas prolijos que después de eliminarse y antes de morir, limpian sus propias manchas de sangre. No es que este haya sido el único homicidio. Hay una larga lista de muertes dudosas perpetradas por los dueños del poder. En las últimas semanas, se difundió el asesinato en Jujuy de Ariel Velázquez. Era un joven militante radical baleado por la espalda, se sospecha que por integrantes de la Tupac Amaru, ejército paramilitar que lidera la dirigente social Milagro Sala. Una vez más el relato dio su versión contándonos que el joven era militante de esta agrupación, por tanto asesinado por sus enemigos radicales.
Pero nada de esto pasa. No hay inflación pese a que los precios suben en forma escandalosa. No hay desempleo ni pobreza. Los parados estarán tomándose un año sabático y los que revuelven la basura en plena ciudad de Buenos Aires, lo hacen para ayudar al CEAMSE en el cuidado del medio ambiente. El relato no contesta en cuanto al aumento patrimonial de la familia presidencial, sus ministros y colaboradores. La Presidenta abusando de las cadenas nacionales, nos cuenta de un mundo feliz, de una década ganada, de un gobierno que se basó en la defensa de los derechos humanos y que fundó el país en el año 2003 y lagrimea pensando en el pobre niño muerto en playas lejanas mientras no se conmueve con los cientos de desnutridos que abundan en este país.
Las reglas se van desvaneciendo. Hemos caído en la desmesura, porque regla es normativa y precepto, pero también una herramienta que permite realizar mediciones. Donde hay desmesura, no hay noción de medida No se puede decir qué es grande, qué es pequeño, qué es mucho y qué es poco. Dádivas, fraude electoral, exacciones impositivas. Sin nada que regule o mida. Desmesura también en las palabras para encubrir la ignorancia de ley.
Los que no creemos en el relato aspiramos a vivir bajo el imperio de la ley. Tenemos la certeza de que al fiscal lo mataron oportunamente y percibimos que nada va tan bien como lo cuentan. Condenamos todo homicidio.
El homicidio de un Fiscal que estaba a punto de poner en el banquillo de los acusados a quienes nos gobiernan y el homicidio simbólico que eliminó la realidad.
Septiembre de 2015
*directora de con-texto y escritora
Me pareció muy bueno tu artículo. Debemos hacer mucho hincapié en que un país, no solo es su territorio y su población, sino sus instituciones y su cultura. En nuestro caso la nación tiene origen católico y europeo. Es más, creo que hoy, aunque la población judìa represente solo el 0,5 % de la población total, su integración le ha abierto las puertas a que defendamos una cultura cívica de origen judeo-cristiana para diferenciarla claramente de la cultura musulmana, donde lo religioso está por sobre las leyes civiles.
Bienvenidos todos los hombres del mundo que acepten estas reglas respetando nuestra forma de vivir y el hecho de que nuestras leyes civiles están por sobre las religiosas y sus dogmas, máxime que las primeras establecen la libertad de culto.
Respecto de nuestra actual situación política, nuestra cultura, debilitada pero viva aún, habrá de permtir, con no poco esfuerzo, retomar un buen sistema representativo, republicano y federal. No dejes de leer "Soñar una Nueva Argentina"
RAÚL MARISCOTTI
Vivimos en un país laico, tanto en lo que atañe a sus instituciones (a partir de una Constitución que invita a incorporarse a todos los hombres del mundo, sin distingos, ni étnicos ni confesionales) como en lo que respecta a su realidad social, en la que predominan familias y agrupaciones con integrantes de diversidad de credos –y de su ausencia- y variedad de orígenes, estilos de vida y convicciones. No parece, en ese contexto, que sea oportuno ni adecuado hacer números de cuántos de una u otra creencia hay. El “ciudadano argentino”, forjado en esas tradiciones, está más allá de ese tipo de clasificaciones. Nuestros valores fundamentales se afirman, precisamente, en la capacidad de fusionar, no de separar, tal como ocurre en la mejor tradición occidental: la democracia, nacida en Grecia, la soberanía de la ley, heredada de Roma, el federalismo que.nuestra Constitución copia de la norteamericana. Argentina no es más la nación católica que lamentablemente los movimientos nacionalistas y xenófobos pretendieron imponer como forma de identidad. Nuestra independencia conllevó que, tras años de luchas, pusiéramos las bases de una República laica, cuyo espíritu se traduce en el que tal vez su más noble producto, la ley 1420. Fue la educación pública, gratuita y obligatoria el emblema de nuestra gran clase media, pletórica de hombres y mujeres talentosos y luchadores de la libertad. Aunque la intromisión de la iglesia católica haya vulnerado su verdadero espíritu y facilitado su posterior deterioro.
Muy bueno Ernestina como viejo humanista leiamos a J. Maritain el hablaba de la moral de los campos de concentracion lo primero era poder subsistir, la sociedad argentina no la ha adoptado, y se acomoda rapidamente segun su conveniencia . Bueno seria para discutir
Vivimos en tal decadencia moral y con tanto descuido por las reglas que sólo mandan el bolsillo y la inmediatez. Llevará años, si es que se revierte y tal vez no lo veremos. Es un gran tema sin duda y apasionante. Mientras tanto da para el debate.