HOMENAJE A NÉSTOR GRANCELLI CHA en le Club del Progreso
| 13 mayo, 2015HOMENAJE A NESTOR GRANCELLI CHA
Palabras pronunciadas por el Dr. Román Frondizi en el Homenaje a Néstor Grancelli Cha en el Club del Progreso el día 29 de Abril de 2015
Señor Ex Presidente de la Nación,
Señor Presidente del Club del Progreso,
Señor Presidente de la Fundación 5 de Octubre de 1954,
Señoras, señores,
Estamos reunidos los familiares de Néstor Grancelli Cha, sus consocios del Club del Progreso y de la Fundación 5 de Octubre de 1954, sus amigos y compañeros, para recordarlo y rendirle homenaje.
Este mes habríamos festejado sus 95 años, pero el destino no nos lo ha permitido: Necho nos dejó el invierno del año pasado.
Como todos sabemos quién fue, qué pensó y qué hizo Necho, el cometido que nos reúne sería muy sencillo: bastaría pensar intensamente en él un momento, guardar un minuto de recogido silencio y darnos un abrazo en su recuerdo.
Necho nos miraría, cómplice, con brillo en sus ojos y una sonrisa amistosa y fraterna.
Sin embargo, ocurre que de su larga, proficua y lúcida existencia surgen nítidamente diversas facetas de valor ejemplar sobre las cuales es ineludible detenerse.
Ante todo, por justicia hacia él.
Y luego, confesémoslo, porque ellas retemplan nuestro espíritu en estos momentos de incertidumbre.
Y se lo agradecemos.
La existencia de Necho ha tenido un entrañable lado humano, que por supuesto se ha expresado, ante todo, recatadamente pero fuertemente, en su sentimiento y dedicación hacia su familia: hacia Mirta Castelvecchi, su querida esposa y compañera, hacia sus hijos, Silvana y Gurí, que han sido la luz de sus ojos, y hacia sus nietos, en quienes –él lo decía- cifraba la esperanza en un mundo mejor.
Pero ese lado humano se ha definido, también, por la lealtad a sus muchos amigos, y por su generosa tarea a favor de exiliados y perseguidos políticos, sin distinción ni de nacionalidad ni de ideología, a lo largo de siete décadas de la azarosa vida cívica nacional. A muchos dio refugio en su casa, en su quinta en Parque Leloir, en su chacra en Laguna del Sauce en el querido Uruguay.
Por no hablar de su clara inteligencia, su juicio agudo, y su visión sintética que unía la teoría a la práctica.
Y de una suerte de sentido juvenil, que nunca lo abandonó, prueba de que la juventud no es solo una edad sino una costumbre, que Necho supo llevar consigo.
Se destacó, y mucho, como profesional, como empresario, como dirigente estudiantil universitario, como político, como hombre de gobierno. En sus últimos años co-dirigió junto a Ernestina Gamas la publicación on line Con-texto, y presidió la Fundación 5 de Octubre de 1954 que sostiene y propicia los ideales Reformistas y de libertad de la tradición estudiantil universitaria argentina.
Los ejes básicos de su trayectoria, desde el punto de vista cívico, fueron la Reforma Universitaria y el desarrollo nacional en democracia.
En el movimiento Reformista su actividad fue muy intensa, y de ella sobresalen su Secretaría en la Federación Universitaria del Litoral, en 1940, su participación en Congresos nacionales e internacionales y su Presidencia de la Federación Universitaria Argentina en 1942/ 1944.
La defensa y promoción de los principios reformistas se unió a las luchas cívicas de duro enfrentamiento al gobierno fraudulento del Dr. Ramón Castillo, primero, y luego a la dictadura militar surgida del golpe de estado del 4 de junio de 1943, ambos de simpatías pro nazis.
Le costaron prisión más de una vez.
Eran tiempos de la Segunda Guerra Mundial, y Grancelli, como muchos otros jóvenes demócratas, tomó partido por los Aliados, que enfrentaban a la barbarie nazi.
Lo hizo a través de Acción Argentina, un grupo extrauniversitario creado en apoyo a las potencias Aliadas contra el nazismo.
Su compromiso con la causa Aliada lo llevó a aceptar la convocatoria para formar un grupo de pilotos destinado a alistarse en la Fuerza Aérea Aliada.
Fue de los primeros seleccionados en Rosario.
Era menor de edad, tenía 20 años y sus padres le negaron la autorización, requisito indispensable para poder hacer el curso, viajar a una base aérea aliada en Europa y ser piloto de guerra.
Hay dos mensajes de Grancelli que deseo recordar pues expresan, entre otros, su pensamiento como dirigente reformista.
Uno es la carta al gobierno militar de la Nación, de octubre de 1943.
Fue emitida por la FUA, con la firma de su Presidente, Néstor Grancelli Cha, y de su Secretario José A. Culotta, con motivo de la disolución, por decreto del gobierno de facto, de la propia FUA, de sus cinco federaciones, y de los cincuenta centros de estudiantes que la componían.
La dictadura militar de aquel entonces adoptó esta medida junto con la intervención a todas las Universidades Nacionales y la posterior cesantía de miles de profesores universitarios democráticos, muchos de los cuales fueron sucesivamente encarcelados.
Los cargos fueron cubiertos con elementos de conocida filiación pronazi o clerical, que cometieron toda clase de tropelías.
Paradigmático, el izamiento de la bandera nacional a media asta por el gobierno provincial y la Universidad de Tucumán, cuando el régimen militar no tuvo más remedio que declararle, tardíamente, la guerra al Eje.
En aquel documento la FUA desmintió al gobierno, que la acusaba de “subversiva” y de “comunista” -cuándo no, esta gastada muletilla!- para justificar su disolución.
Decía Grancelli que, así, el gobierno dejaba de ser un sistema militar para ser un sistema policial, que daba una orden arbitraria de libre persecución contra los estudiantes. Desconcía a la FUA, que representaba al estudiantado y al movimiento de la Reforma Universitaria, que había retomado el abandonado sentido americano de los fundadores de la nacionalidad, en el cual todos, gobierno, intelectuales, militares, debían buscar motivos de inspiración, correctivos para el rumbo y bases ciertas de una política de grandeza moral planteada por muchachos pero digna del nombre argentino.
Como decía Grancelli, los estudiantes de 1918, al fundar el movimiento reformista, y los de 1943, al enfrentar a la dictadura militar que usurpaba el poder, y alinearse con los Aliados contra el nazismo a nivel internacional, “…soñábamos utopías y creíamos vivir una cruzada para trasformar la sociedad”.
El otro mensaje es el contenido en su discurso en el gran acto del 8 de diciembre de 1945 en la Plaza de los Dos Congresos, en el que hablaron, entre otros oradores, Alfredo Palacios y Alicia Moreau de Justo por el Partido Socialista, José Tamborini y Enrique Mosca por la UCR -quienes habrían de integrar la formula presidencial de la Unión Demócratica en las elecciones de febrero de 1946- y Néstor Grancelli por la juventud.
El acto, realizado bajo la advocación de Roque Saénz Peña, y con el lema único “Por la Libertad contra el Nazismo”, reunió a una enorme multitud.
Fue asaltado por una banda de pistoleros pertenecientes a la Alianza Libertadora Nacionalista, protegida por el Gobierno y por su Policía, que, si bien no lograron impedir su realización, asesinaron a balazos a cuatro asistentes al mitin, dos afiliados radicales, uno socialista y otro comunista.
El discurso de Necho fue a la vez vibrante y conceptual.
Dijo, entre cosas, que frente a un régimen militar que sojuzga, denigra y corrompe, la juventud levanta una vez más su rebeldía libertaria para apostrofar a la fuerza y reverenciar al derecho.
Es la voz de una generación, la voz del surco, del taller y del aula… Es la generación del 45 que ya no puede vivir en las consignas de los viejos preceptistas retóricos y reclama una política educacional que implante la Reforma Universitaria conforme a los principios de la pedagogía contemporánea…
Fue su última intervención como dirigente estudiantil.
Nos requirió, con exigencia elocuente y duradera, repensar la Universidad -y el país- con espíritu crítico y constructivo.
El tema es muy vasto y no puedo tratarlo ahora.
Pero sí afirmo que si queremos insuflar aire fresco al espíritu de la Reforma Universitaria y al reclamo por la trasformación del país en una Nación de veras republicana, democrática, desarrollada, justa y moderna, deberemos, entre otras cosas, cuidarnos de los reaccionarios, de los utopistas y de los ociosos.
No confundamos la tradición con cierto tradicionalismo trasnochado que solo mira al pasado y quiere parar la historia.
Los utopistas, aún si a veces patéticamente heroicos, desconocerán la dura realidad y no harán nada productivo, pues cualquier cosa se intente será poco para sus ambiciones.
Los ociosos creen, en el mejor de los casos, que los problemas se resuelvan solos.
Por el contrario, si queremos de verdad el cambio, necesitamos cumplir un gran esfuerzo por la unidad sin mezquindades, con inteligencia, comprensión de la efectiva realidad argentina, y con visión de futuro para estar junto a la gente joven, cuya incidencia será decisiva para decidir el rumbo.
Desde el punto de vista político, nada mejor que dejar que sean sus propias palabras las que pinten a Grancelli.
Lo sigo en sus “Razones de un militante”, escritas el año 2010.
Afirma allí que el hilo conductor de su vida política ha sido la democracia como forma de vida civilizada, y que así lo experimentó como universitario en las filas del reformismo, como militante en la Unión Cívica Radical Intransigente, y como funcionario del Gobierno del Presidente Arturo Frondizi.
Citando a Giovanni Sartori, Grancelli nos recuerda que mientras las viejas y las nuevas dictaduras hacen al mundo de un solo color, la democracia es un mundo multicolor.
Y agrega, con Umberto Eco, que la democracia no significa que la mayoría tiene razón, sino que tiene el derecho de gobernar.
Tampoco significa que las minorías se equivocan.
Significa que, respetando al gobierno de la mayoría, deben expresarse en voz alta, y con la mayor energía, cada vez que piensen que el gobierno se equivoca, pues ese es el mandato que recibieron de los ciudadanos.
De aquí que la definición de Sartori sobre el mundo multicolor y el imperativo de Eco de expresarse en voz alta, rememoren en Grancelli, como el mismo lo dice, la vocación de integración de diferentes sectores durante la experiencia desarrollista en el gobierno de Arturo Frondizi, y la Declaración de octubre de 1943 dirigida al régimen militar que disolvía a la FUA.
Agrega Grancelli que el mundo vive cambios prodigiosos, la sociedad del conocimiento irrumpe incontenible y Argentina no debería permanecer al margen.
Señala que hace más de cincuenta años las políticas nacionales del gobierno del Presidente Frondizi iniciaron cambios sustantivos que promovieron un fuerte impulso de progreso y modernización del país, dentro del ámbito democrático y republicano.
Sin embargo, ese esfuerzo gigantesco, cumplido en el marco surrealista de treinta y seis tentativas de golpe de estado, fue finalmente frustrado casi totalmente por la incomprensión, las pasiones políticas y los intereses personales de una oposición ignorante y ciega, que se propuso desde el primer día derrocar al Presidente, y que no estuvo en ningún caso a la altura de los tiempos.
Y concluye diciendo que, desde su perspectiva, entiende que las tesis de Frondizi, adaptadas a las condiciones actuales, podrían impulsar una renovada marcha en pos de proseguir la inconclusa tarea de construir la Nación.
Hasta aquí, textual, Grancelli.
Agregaré unas pocas palabras.
Necho integró en un nivel de excelencia el gobierno de Arturo Frondizi.
Admiró al intelectual y al político, una rareza entre los presidentes argentinos a excepción de Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Estas condiciones, más su vida austera y su gran pasión por el país, sedujeron a Necho, quien lo acompañó desde el llano en la dura oposición al peronismo y durante la áspera etapa del gobierno provisional de 1955-58.
En el gabinete de Frondizi se desempeñó como Subsecretario y Secretario de Estado con honor y eficiencia, y mereció, como todos sabemos, la estima, el reconocimiento y el afecto del Presidente.
Grancelli practicó los valores fundamentales de la ética social y política, la tolerancia, la libertad, el pluralismo, la no violencia, la paz, la igualdad, de los cuales deriva el concepto fundante de sus ideas y de su actuación, que muchos compartimos: el de que toda concepción totalitaria, según la cual la historia tiene una meta preestablecida, carece de futuro, ya que ninguna meta está fijada de antemano, ninguna meta es definitiva.
La historia es un producto del conocimiento y de la acción del hombre en las condiciones concretas de su existencia efectiva, y de las fuerzas sociales en su devenir dialéctico.
Sobre estas bases, firme en los ideales y en la conducta en medio del fragor de la vida argentina, Néstor Grancelli Cha libró su lucha por la justicia y la libertad, que, por cierto, está inconclusa.
Fortalecidos por su gran ejemplo cívico y moral, seamos capaces de proseguirla.
Nada más.
_________________________________________________________
BARTOLO TISCORNIA Y EL HOMANAJE A SU GRAN AMIGO NÉSTOR GRANCELLI CHA
Menuda tarea me ha tocado, Necho. Hablar después de Roman. Por eso ya no voy a hablar de vos: te voy hablar a vos. Unas pocas palabras
Tuve un puñado de amigos de colección que ya no están. Alfredo Vítolo, el último Alfonsin, el inolvidable Cheto. Vos ocupaste un lugar central
Aunque había algo casi irritante para uno: cada año estabas más joven
Hasta el final con ideas y acometiendo emprendimientos inclusive en internet. (con-texto, el sitio del club donde me atosigabas con ideas,)
Le diste lustre a mi Comisión Directiva como tesorero en mis dos períodos
Te hice un homenaje de tus 80 en 2002. Imprevistamente…apareció Falucho. Te acordás? Mi speach se transformo en un diálogo entre ambos con divertidas anécdotas de las campañas de la UCRI
Pasamos gratos momentos compartiendo oficinas contigo, Silvana y Forbes
Te diré: aún es difícil convencerse de tu muerte. Tengo la sensación de que en cualquier momento vas a aparecer, más joven que nunca con alguna propuesta nueva
Gracias Necho por tu amistad.
Nos estamos viendo