LOS TOPAMIENTOS (Tradiciones argentina y latinoamericanas)
| 27 julio, 2014Al iniciar esta Sitio anunciamos que en la sección Espacio Cultural, publicaríamos notas sobre tradiciones argentinas y latinoamericanos que nos enviaran lectores interesados en difundirlas, como una forma más de reconocer nuestra identidad y recordar circunstancias que van quedando en el olvido.
Por ello publicamos dos breves apuntes titulados "Los velatorios de los angelitos" y "De las llorones al Padre Nuestro Incluimos hoy este tercero, reiterando la invitación a nuestros lectores para que nos remitan notas sobre el tema.
Esta ceremonia, Topamientos, o Tincunaco, como se las denomina hasta hoy en algunos pueblos del interior profundo, consiste en un encuentro de comadres y compadres, sin distinción de sexos, amigos que en ese acto se declaran
"hermanos espirituales para siempre". (que no es lo mismo que el formal "hasta que la muerte nos separe" ).
Relata J.B. Ambrosetti que la fecha para estos encuentros son los dos jueves anteriores al carnaval, el primero para los compadres y el segundo para las comadres, aunque también son días indicados los de Pascuas. No se recurre a templo alguno y se improvisan arcos con cañas, gajos de árboles y serpentinas debajo de los cuales se ubican quienes se van a topar. Asisten acompañantes y no falta un "cajero" con su tamboril que acompaña a los cantos.
Isabel Aretz cuenta que en 1941 asistió a un topamiento de 2 parejas en Colalao del Valle (Tucuman) y describe con detalles desde el escenario a la ceremonia en si que transcurre mientras "cajeros" ejecutan vidalitas de tres notas.
En tal encuentro, compadres y comadres intercambian las coronas que portan y se estrechan las manos con lo que se compromenten a "ser compadres por toda la vida". En algunas poblaciones los celebrantes del topamiento cambian tres saludos o venias, mientras los acompañantes los entrelazan con serpentinas arrojándoles almidón y papel picado.
En común también culminar la celebración con un vaso de bebidas, generalmente vino, y baile de alguna zamba porque nunca faltan parejas dispuestas a a aprovechar la ocasión.
En otras provincias los topamientos tienen ciertas variantes, según lo destaca Rafael Cano, también citado por Aretz, que relata ceremonias en Catamarca con comadres que usan coronas de bizcochuelo y otras que llevan en sus manos "guagua de quesillo". Pero en todas, antiguamente, el compadrazgo creaba vínculos perdurables que la convivencia actual no los facilita. Ya Ambrosetti destacaba que aquel "lazo moral es lo único que puede oponerse al egoísmo innato y tan desarrollado en las sociedades primitivas".
En nuestros días, ser compadre o comadre, es sólo una expresión de buenas intenciones: profesar afecto y lealtad, una forma de exteriorizar el sello de un vínculo más duradero mediante el reconocimiento de "ahijados".
Otros estudiosos de las costumbres nuestras señalan que estas relaciones no son creación americana. El compadrazgo fue conocido y festejado por algunos pueblos de Europa.
Por cierto, en los grandes centros urbanos casi no se conoce el título de padrino en el sentido que los topamientos daban a esta relación. Pero también es cierto que, incluso hoy y hasta en capitales de provincias, siempre hay alguien que al referirse a un amigo, lo hace anteponiendo a su nombre "mi Compadre", fulano de tal…y todos entienden que habla del padrino de alguno de sus hijos.
Cerrando estos apuntes referidos a épocas en las que el topamiento era parte de las costumbres, recordemos una copla que recopiló Carrizo en su" Cancionero de La Rioja":
Ya se derraman las flores
Ya se topan los compadres
Ahora vamos a ver
El porte de las comadres…