PERDER ES GANAR por Esteban Lijalad *
| 15 julio, 2014
Es evidente que la confiscación del 51% de YPF no fue destinada a obtener el autoabastecimiento. Su motivación de fondo fue política, no económica.
En el imaginario kirchnerista, mi tamaño es el tamaño de mi enemigo. Cuanto más grande es mi enemigo, más grande soy yo. Obviamente, al Cristinismo (fase superior del Kirchnerismo) no le basta Magnetto, el CEO del Grupo Carín. Le queda chico. Por eso, ahora la pelea es con el Mundo: España y la Unión Europea, EEUU, el FMI, el Banco Mundial, "los poderosos", los Fondos “Buitres”, que me harán más poderosa a mi si los enfrento.
La épica se reestablece en un plano aun más alto: los militares son un enemigo demasiado débil y obvio, el campo…ya volveremos por él, Clarín es un pequeño matón de barrio al lado del "mundo de los poderosos”. Con estas jugadas Cristina alcanza el papel protagónico de la película mundial, que es lo único que le interesa. En eso parece que su maestro es Galtieri en la Operación Malvinas, con la diferencia que el militar calculó mal la "neutralidad" de EEUU y la OTAN y así le fue. Cristina no calculó mal: sabía perfectamente que estas medidas contarían inmediatamente con el repudio mundial.
Pero Ella no pelea para ganar, sino para perder. Perder contra el mundo, para ella, la coloca en el panteón de las heroínas, que es donde quiere estar , junto a Evita y, quizás, Juana de Arco.
Su lógica ya no es la de este prosaico mundo occidental, de racionalidad y cálculo. A modo de un Mujahidin que explota junto a su bomba para ganar el Paraíso, la lógica de Cristina no es la de este mundo sino la de una Redentora, como diría Enrique Krauze. El cálculo que hace no es de la racionalidad convencional sino que Ella – que se definió como hegeliana- maneja la contradicción y la dialéctica como pocos. Para Cristina no rige el principio de identidad, en el que A es igual a A siempre. En su lógica, perder luchando contra “los poderes” es ganarse un lugar único en la Historia, que es donde Ella quiere estar. No le alcanza con la política: quiere entrar en la Historia, en la Leyenda y en el Mito.
Kirchner, a su modo, recreó el Mito Peronista subclase Tendencia Revolucionaria, los “jóvenes idealistas de los 70”.
Cristina pretende algo mucho más audaz- y por ahora lo está logrando-: reemplazar el viejo Mito Peronista por el Mito Kirchnerista.
Ya tiene un muerto – El, a quien invoca en cada discurso sin nombrarlo, como una Evita, que nos contempla desde el cielo – y tiene un Perón – ella misma- que además de vencer los limites de “género” vence a la enfermedad (el cáncer). En este mito, Él se inmola, como Evita y ella acumula poder, como Perón. En este Mito, ella realiza el deseo oculto de Evita: vivir y superar a Perón.
Para eso debe estar estudiando la historia del primer peronismo y copia. Copia la idea de acumular poder sobre la base de someter a todas las “fuerzas vivas” y, sobre todo, manejando hegemónicamente los medios de comunicación. Por eso necesita vencer a Clarín y La Nación, para unificar un único relato en la que Ella, la heroína, libra una apoteótica batalla contra los poderes concentrados. Copia también al política cultural, deportiva y de entretenimiento del primer peronismo: el dominio casi excluyente de deportistas, intelectuales, artistas, cantantes, poetas, cineastas, pintores que día a día nos convencen se las bondades del “modelo” y su Conductora.
No le falta a este Cristinismo el componente violento y autoritario- para eso tiene a La Cámpora. – y leyes como la Antiterrorista. Quiso así imponer una Reforma Constitucional que la llevara a la eternidad del poder y quiso imponer una Cultura Cristinista que opere sobre el alma y los sentimientos de los argentinos, para convertirlos en seguidores del nuevo culto.
Claro es que más allá de la épica, finalmente tuvo que pactar con Repsol, con el Club de París y deberá pactar con los Holdouts. Marchas millonarias, perdida electoral en 2013, rechazo a la reforma del Poder Judicial, derrumbe en las encuestas han archivado ese proyecto totalitario.
Pero este juego en el gran escenario de la Historia y la Epopeya no fue gratis para el país. Repercutió en una baja de inversiones externas e internas, lo cual implica recesión, más desocupación y más inflación. En lo político esto nos arrojó de lleno al eje liderado por Irán, seguido por Venezuela y apoyado por Rusia y China , que pueden darse el lujo de enfrentar a Occidente sin demasiados problemas ¿Podemos enfrentar a Occidente? Es obvio que no, que no "nos da el cuero", que es una jugada a pérdida. Pero qué importa: hemos recuperado la "dignidad" y la épica cristinista está en su apogeo. Eso es lo importante.
Para ella, perder es ganar.
* Es sociólogo e investigador cultural
excelente artículo