HOMENAJE A SIMONE VEIL, GRAN MUJER DE FRANCIA por Román Frondizi *
| 3 julio, 2018En el momento en que escribo Simone Veil, una gran mujer de Francia y de Europa, acaba de entrar en el Panthéon de Paris junto a su marido Antoine. En 1992 había elevado un petitorio, junto con otras distinguidas ciudadanas, para que se honrase con su ingreso al monumento, de hecho reservado a los hombres, a las mujeres que “(…) por sus acciones, su talento o sus descubrimientos han servido a la democracia, al progreso o a las artes”. Esa petición fue acogida y antes de ella lo hicieron Marie Curie en 1995 y Germaine Tillon y Genevieve de Gaulle-Anthonioz en 2005.
Simone Veil nació en Nice el 13 de julio de 1927 y murió en Paris el 30 de junio de 2017 poco antes de cumplir 90 años. De familia judía, burguesa y laica, su padre, el arquitecto André Jacob, no apreciaba el carácter contestatario de su hija a la que trataba de atrevida. Siempre lo fue. Su madre Ivonne Steinmetz, le enseñó que era necesario trabajar, pero también tener un verdadero oficio. Ella estudiaría derecho y ciencias políticas.
La segunda guerra mundial trajo, entre tantas desgracias, la persecución a los judíos. Mientras los italianos ocuparon el sud de Francia la situación fue tolerable, pero cuando se retiraron tras la caída de Mussolini, la zona quedó en manos de la Gestapo. Entonces, su padre no pude seguir ejerciendo su profesión, la situación se hizo insostenible, la familia se escondió y se dispersó. Simone logró terminar su bachillerato el 29 de marzo de 1944 con documentos falsos. Al día siguiente fue detenida en la calle y llevada a Auschwitz-Birkenau junto con su madre que murió en el campo y su hermana menor, Milou. Otra hermana, Denise, escapó del campo de Ravensbrück. Su padre y su hermano Jean no sobrevivieron a la Soha. Ella vivió durante nueve meses con una fortaleza excepcional, de cara al horror, trabajando en la construcción de un camino que llevaba a un crematorio y más tarde en la cocina. Regresaría a Auschwitz sesenta años después con sus hijos y sus nietos para transmitirles más que un dolor, la historia de la exterminación de los judíos de Europa. Al salir, dijo: “(…) Allá no lloré nunca. Eso estaba más allá de las lágrimas”.
De regreso en Francia cae, inevitablemente, en la depresión. Poco después, en la universidad, conoce a Antoine Veil. Se enamoran y se casan en 1946. Ella 19 años, el 20, también de familia judía no religiosa, muy culta y patriota. Tuvieron tres hijos varones y su matrimonio duró sesenta y siete años durante los cuales se apoyaron mutuamente, compartieron una intensa vida intelectual y a veces se rieron del largo tiempo que duró su unión.
Por el trabajo de Antoine vivieron unos años en Alemania. En 1952 regresaron a Paris y ella inició su carrera en la vida pública en la judicatura como substituta de la dirección de administración penitenciaria. Descubrió las condiciones deplorables en las que vivían los presos en la década del 50. Fue a todas las cárceles y se constituyó en terror de sus directores. Clamó por los detenidos en Argelia o por la reinserción de las mujeres delincuentes. A los 30 años era magistrado y en 1970 Secretaria General del Consejo Superior de la Magistratura. En 1983 Simone y Antoine crearon el Club Vauban, un lugar de encuentro y reflexión que se proponía tratar de superar las divisiones políticas, cuyas primeras reuniones se hicieron en su casa.
El 10 de junio de 1974, a los 46 años, es la primera mujer ministro de la V República, durante los gobiernos de Jacques Chirac y Raymond Barre -1974/79- en la cartera de Salud. El poder ejecutivo tenía necesidad de un ministro de salud fuerte para llevar adelante un proyecto explosivo. Ella tenía lo que se llama autoridad natural. La ex magistrada, exigente y tenaz, mostró su carácter: el 26 de noviembre de 1974 presentó y defendió ante la Asamblea Nacional, compuesta casi totalmente por hombres, el proyecto de ley sobre la interrupción voluntaria del embarazo – IVG- que resultó aprobado por 284 votos contra 189. En su vibrante discurso dijo: “(…) Querría ante todo hacerlos partícipes de una convicción de mujer…Ninguna mujer recurre con alegría en el corazón al aborto…que es siempre un drama y siempre permanecerá siendo un drama”. Algunos de sus opositores llegaron a compararla con los nazis y la cruz gamada fue pintada en los muros de su casa. Volvió a ocupar esa cartera con el primer ministro Edouard Balladur en 1994-95.
En 1979 fue electa diputada al Parlamento Europeo y el mismo año designada Presidente del Parlamento hasta 1982.
Entre 1998 y 2007 fue miembro del Consejo Constitucional de su país y en 2010 fue incorporada a la Academia de Francia. Su espada de académica lleva grabado Birkenau 78651, la matrícula tatuada en su brazo.
Gran defensora de los derechos de la mujer, no se llamó feminista. Si lo fue, su feminismo tuvo una imagen de reconciliación y no de venganza hacia los hombres. No admitía la feminización de títulos y oficios.
Europeísta a ultranza, consideraba a la Unión Europea una garantía para la paz basada en la amistad con Alemania y los demás países del continente. Una lúcida visión política y una gran actitud moral de una mujer absolutamente excepcional que sobrevivió a la Soha y que apostó a la reconciliación y la esperanza.
Buenos Aires, 1° de julio de 2018.
*Jurista, Camarista Federal, Conjuez de la Corte Suprema, Ensayista.
lindísima reseña