CONGRESO DE TUCUMÁN, DOSCIENTOS AÑOS; CINCO HÉROES DE LA INDEPENDENCIA por Carlos Pistelli*
| 8 julio, 2016El Congreso de Tucumán nos interpela a doscientos años de su Declaración Independentista en dos aspectos: El primero, por la declaración misma del 9 de julio. Y desde ese lugar nos permite a los argentinos presentes, pensar en el significado del ser nacional. Pero el segundo, complementario, el Congreso nos interpela desde su constitución humanística. Un Congreso americano, americanista. Lo que revela el deseo y las luchas de aquellos hombres eminentes, liderando una gesta emancipadora y popular que nos liga con el resto del continente americano.
Al mismo tiempo, el Congreso nos descubre con presencias y ausencias significativas. Representantes de la actual Bolivia, participan del Congreso. Y son los que acompañan, mayoritariamente, la idea de Manuel Belgrano de coronar un Inca en nuestras tierras. Y son los ausentes los que mortifican. Porque los pueblos del Litoral, de la Banda Oriental, y del Paraguay, nominalmente miembros de las Provincias Unidas del Sud, no envían representantes.
En unión y libertad, como solían decir aquellos hombres, y en divergencias que llevan a casi episodios de disolución conformativa. Es la historia de un país, como el nuestro, enredado en luchas intestinas, que entorpecen la posibilidad de una Patria Grande, Unida, y en Libertad.
Los “Héroes”.
Cinco hombres destacan esos días que van de marzo a julio de 1816. Cinco hombres símbolo de un tiempo, que venimos a contar, sintéticamente. Pero no con ello, superficial, vacuo y fatuo. Cinco héroes, reitero, que es preciso recordar:
Martín Miguel de Güemes, el centauro del norte.
La historiografía ha hecho un reduccionismo fatal sobre la figura de Güemes. Lo ha convertido en el gendarme de nuestras fronteras. Fatal error, porque Güemes es mucho más que eso. Es la Patria en sus calzados. Erudito hombre de Salta, con una formación intelectual sin parangón y una bravura a pruebas de balas: un patriota del carajo. Su correspondencia con los luchadores del viejo Alto Perú, entre ellos la extraordinaria Juana Azurduy, es de una interminable zaga de heroísmo y patriotismo sin igual. Dicen que tuvo un amorío con doña Juana. ¿Quién no pudiera?. “Hasta hermosos de cuerpos se vuelven los hombres que pelean por la libertad de su Patria”, dijo José Martí. Y Güemes, y Juana, deben ser de los más bellos patriotas que ha dado la Libertad Americana,
Manuel Belgrano, el Padre de la Patria.
Me unen hacia Manuel Belgrano sentimientos filiales imposibles de describir. Puedo asegurarles que me arrodillo al pronunciar su nombre, y lloro en mi pecho argentino al vocear sus locuras hecha Patria. Él es el más eminente de nuestros hombres públicos. El emblema que todo argentino debiera tener como ejemplo a seguir. Arengó a los congresales cuando dudaban. Y estaba con ellos, en aquel histórico 9 de Julio de 1816. A él le debemos mucho más que una Patria. Le debemos un nombre, una bandera, y una historia inquebrantable que levantar.
José de San Martín, el Alma en pena de los pueblos de América.
El fantasma de San Martín recorre la América, abrazándonos a seguir la jornada que no atinó a terminar. Y no por cobarde, porque el corajudo Libertador de América, era guapo y luchador, pensador y genio militar. Es en que en aras de la Unidad Americana, él dio un paso al costado tras liderar la liberación de medio continente. Como un rayo zigzagueante que elude los obstáculos y las montañas más altas conocidas, lleva el estandarte rosarino hacia lo más alto de las cumbres que las glorias puedan describirse. Él concibió la idea inmortal, que la Bandera Argentina, era invencible cuando de libertad luchar se hablase. ¡Qué hombre extraordinario, Qué genio que debemos revalorizar!.
Juan Martín de Pueyrredón, héroe y ladino.
Congresal en Tucumán, bombero de los incendios que rodean al país, es elegido Director Supremo. Logra congeniar con Güemes, a quien algunos doctores tratan de un cacique menos al verle morir como patriota a vivir como realista; Congenia con Belgrano, a quien hace jefe del Ejército; Congenia con San Martín, a quien apadrina en su campaña libertadora. Y al llegar a Buenos Aires, tiene conflictos con los jefes federales. Con Dorrego, quien le profiere una insultante bravata; y Con Artigas, a quien abandona cuando debiera bregar por la unidad. Ese conflicto con Artigas, envuelve al Héroe de las Invasiones Inglesas, en un cono de sombras para la historiografía federal y revisionista.
José Artigas, Patrón de la Independencia.
El oriental inquebrantable que sintió Patria hondamente, y a quien la historiografía ha reducido en su “uruguayisidad”. Qué difícil describir la vida de Artigas siguiendo los lineamientos de la Historia Oficial. Porque Artigas se rebela a esa historia escrita desde el Puerto. Demócrata galopante que se somete al pueblo soberano antes de aventurarse a las guerras, a las glorias, a las miserias, y a la derrota del traicionado. Donde pastaban los baguales de Artigas, la Democracia Popular Americana tenía Patronazgo. Con libertad no ofendo ni temo, y aquí naides es más que naides. Los pueblos del Litoral le escogieron como el Protector de sus libertades. En las esquinas de los barrios olvidados, resurge Artigas. Como resurge la esperanza de una Democracia Noble, en los Pueblos Libres del Sud.
Cinco héroes independentistas. Cinco historias de hombres que comandaron a hombres a su Libertad. Y hoy, a doscientos años de aquella gesta, nos levantamos cada mañana, en orgullo y extraviado patriotismo, para culminar los sueños, de aquel 9 de Julio, de 1816.
*Carlos Pistelli. Escritor e Historiador de la ciudad de Rosario. Publicó dos libros. Vale la pena ser argentino, que versa sobre la Revolución de Mayo y la Guerra Emancipadora. Los Caudillos, que describe los años que van del 1820 al 1835.
En su blog personal, carlospistelli.wordpress.com describe aspectos de la vida argentina en sus distintas etapas, buscando desde la necesaria honestidad intelectual que todo historiador debe tener.