8 DE ABRIL DEL 2018
| 7 julio, 2018Lectores de con-texto:
Siempre selecciono con extremo cuidado los artículos que mando. Todos y cada uno pretenden aportar algo de luz para que nuestras preocupaciones salgan del cono de sombra al que los arroja el ininterrumpido discurso mediático. Es importante iluminar el tiempo que estamos viviendo para poder sentir, para poder intuir, para reflexionar sobre las causas, las razones que nos puedan ayudar a plantear preguntas. Hay hechos del pasado que no deben ser olvidados porque nos condicionan y aunque no exista una relación de necesidad entre el ahora y el mañana, saber es esclarecer, es apartar miedos, es resguardarnos para posibilitar actuar en consecuencia.
En un momento en que se bastardean las palabras y se reducen a un vocabulario exiguo, da gusto comprobar que, aunque no sea lo habitual, hay quienes han leído, estudiado, aprendido y pueden transmitir sus ideas con la precisión de cada término, porque cada oración es su concatenación para expresar un pensamiento. Es creación y es un evento. Padecemos, sacando algunas excepciones, de comunicadores y políticos con escaso y mal lenguaje. Eso indica escasez y pobreza de pensamiento y ni hablar de imaginación.
Lamentablemente estos mensajes penetran en el grupo social a través de variedad de artefactos tecnológicos con tal velocidad que no hay posibilidad de que nuestras habilidades cognitivas se detengan a aplicar un filtro. Hay posibilidades y ya es un hecho, de que nos convirtamos en una repetición infinita de seres conectados a los mismos mensajes, autómatas obedientes, sojuzgados y sometidos, máquinas humanas incapaces de alcanzar la creatividad de sus propias vidas.
Sin esa creatividad, la plasticidad de nuestro sistema nervioso queda condenado al proyecto uniforme de repetición en red, anquilosado en una realidad virtual que no manejamos. Somos cada vez menos el resultado de elecciones conscientemente organizadas y más nos parecemos a cadenas automatizadas de interacción social. Con un lenguaje que ha quedado atado a la información, a una comunicación limitada que garantiza el intercambio mercantilista que es hoy la gramática universal. Comunicación limitada por los automatismos de la economía financiera.
Ahora y siempre, el lenguaje se brinda con su potencialidad infinita superándose a sí mismo mientras sobrepasa todos los significados. Son la poesía, la ironía, algunos de los subterfugios, los trucos del lenguaje para burlar todo significado. Es por eso ponderable que, aunque sean pocos, sigan y puedan evadir la esclavitud de la uniformidad lingüística desenganchándose del determinismo de la utilidad financiera. Entonces, no estará todo perdido.
Los dejo con los artículos
Ernestina Gamas
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