AUSCHWITZ: MOTIVOS PARA LA MEMORIA por Esteban Lijalad *
Ernestina Gamas | 19 febrero, 2013
AUSCHWITZ: MOTIVOS PARA LA MEMORIA por Esteban Lijalad*
Esteban
gracias por tu mail. el texto que me enviaste me conmovió y te felicito por tu sinceridad, y la forma en que lo escribiste.Fue un gusto conocerte y sigamos en contacto
saludos
Jack
(Jack Fucks, sobreviviente del Holocausto)
Una recorrida por los foros de la web y los textos de diversos sites, me ha hecho reflexionar seriamente sobre el error en que viví hasta ahora.
Yo creía, ingenuamente, que se había cometido una tremenda injusticia contra los judíos durante la segunda guerra. Y creía que dicha injusticia la había cometido el régimen nazi y, debo confesarlo, creía también que dicha injusticia fue…comprendida, ¿avalada? por alguna parte del pueblo alemán. Esto último siempre revulsionó mi conciencia democrática, porque hasta cierto punto esto suponía una agresión, una acusación a una comunidad, un pueblo, exactamente lo mismo que yo condenaba en el caso de la matanza al pueblo judío. ¿No estaba yo matando al pueblo alemán al acusarlo de complicidad con el exterminio a los judíos? ¿No era yo, no en acto aunque si en potencia un exterminador, un antigermánico, un propiciador de la “solución final al problema…alemán”?
Es por eso que, cautamente, guardaba esos sentimientos.
Lo innegable para mi era que un régimen político, el nacional-socialismo, había imaginado, planeado, ejecutado y ocultado la más cruel, masiva y discriminada matanza de la Historia. Un plan siniestro que condenaba a la muerte por gas, fuego, hambre, frío o fusilamiento y por el solo hecho de pertenecer a una etnia, a todos sus miembros: hombres, mujeres, ancianos, niños, enfermos o sanos, locos o cuerdos, buenos o malos.
Una afrenta que la Humanidad no perdonaría jamás.
Qué equivocado estaba, por Dios!
En realidad las cosas no fueron así, las cosas nunca son fáciles ni claras, ni evidentes, nos insinúan ahora los bienpensantes.
Primero. ¿Existió tal masacre? Me dicen que es casi un invento, un imposible técnico: dilapidar tantos recursos en un plan tan inútil para la marcha de la guerra de Alemania contra los aliados. Exageraciones creíbles porque, en efecto, los judíos habían sido objeto real de persecución en la Alemania de la preguerra y no gozaban de la simpatía del régimen. Pero de ahí a pensar en un plan de exterminio, hombre!…
Lindo argumento. Casi lo compro. Me imagino así a todos los primos de mis padres y sus hijos y nietos vivos, felices, en algún lugar de Ucrania o de Moldavia, algunos llamándose quizás como yo, Stefan Lijalad o Carl Mordcovsky. Decenas de familiares desconocidos pululan en Europa del Este ingenuamente, sin saber lo preocupados que estamos los primos americanos por su suerte. Algo tontos los tipos ¿no? Pudieron habernos avisado ( “Estamos bien, vivos, todas mentiras aliadas…”), pero seguramente perdieron la agenda con los teléfonos.
Segundo. Si realmente ocurrió ¿ por qué exactamente debe ser condenado el régimen nazi? Muchos ven la cuestión desde un punto de vista diferente. Veamos.
Todo crimen es condenable, incluyendo el que cometieron los judíos asesinando a Cristo, o los que cometen a diario contra los palestinos.
Toda muerte, todo asesinato es condenable, sigue el argumento, independientemente de la cantidad de víctimas. En ese sentido, los asesinatos nazis son tan condenables como cualquier matanza (los asesinatos de los norteamericanos contra los indios, de los holandeses contra los indonesios o , nuevamente, la de judíos a árabes).
Toda muerte violenta es igualmente condenable: por ejemplo la que cometen millones de mujeres abortando.
En fin, no hay nada especial en el exterminio a los judíos que organizaron los nazis; forma parte del aciago patrimonio de la humanidad.
Por otra parte, los judíos asesinando a palestinos no se diferencian en nada de sus victimarios de ayer, así que TODOS ESTAMOS A MANO. Lamentable lo de Auschwitz, pero no muy distinto a Sabra y Chatila .
Ni la cantidad de víctimas ni los motivos son, entonces, argumentos válidos para condenar a los nazis.
¿Será posible, interrogo yo tímidamente entonces, condenar el método?: ¿No parece especialmente cruel tomar a un grupo de familias, por ejemplo, de la comunidad judía romana, en 1944, separar a hombres de mujeres y niños, meterlos en vagones de carga sin ventilación; hacer que sus excrementos se acumulen los cinco días de viaje; bajarlos en una estación gritándoles órdenes en un idioma incomprensible; separar a los que bajan en viejos y enfermos, y hombres sanos; llevar a estos últimos a hangares de desinfección, marcarlos, raparlos y mandarlos a unas barracas, mientras sus mujeres y niños no sufren ninguna de esas vejaciones sino que son introducidos sin mayores explicaciones en unos baños públicos para darles una ducha de desinfección, que termina con sus gritos bajo la lluvia de gas que sale de los grifos? ¿No hay algo DISTINTO, esencialmente prehumano o extrahumano en el sistema, en su planificación meticulosa? (Imaginemos al ingeniero encargado del diseño de las duchas, al químico buscando la fórmula del gas que más rápido acabe la escena de las duchas, a los constructores pensando en el modo más veloz de deshacerse de cientos de cadáveres, en fin). ¿No hay algo parecido al mal absoluto en el reciclaje de los muertos: pelos para hacer colchones, grasa humana para jabones, dientes de oro para el Tesoro del Reichbank?
Son estas, claro, solo preguntas de un ignorante de los vientos que corren.
Cada pueblo- nos insinúan- tiene modos de expresión y defensa de sus valores. El liderazgo nazi interpretó que el sentir de su pueblo era la limpieza étnica de Europa y ejecutó ese deseo oculto de generaciones germánicas. En un contexto como ese: ¿podemos juzgar a Hitler con nuestros valores de occidentales actuales?
“¿Y por qué vamos a hacerle (nos grita Izquierda Unida de España) el juego a los sionistas imperialistas masacradores de los palestinos? Que conmemoren “ellos” los sesenta años de la liberación de Auschwitz.”
Guau. Confieso que estos argumentos me dejan casi sin palabras para contrarrestarlos. Suenan casi ciertos. El problema es que son tan inmorales como sus autores, divulgadores, exégetas o promotores. Condenan al ser humano a un destino letal, amargo, seco como las órdenes de un Kapo del Lander, un destino que no vale la pena ni imaginar. Ocultan un cocodrilo enorme y cruel detrás de decenas de pequeños cerdos y nos dicen: “¿ven? Somos todos iguales! Que vamos a hacer, quizás algún día el Hombre mejore…Mientras tanto no les quitemos a los neonazis el derecho a la libre expresión. Y que los judíos dejen de rascarse la herida, porque, como dice Saramago, “YA no les tenemos más simpatía por lo que les pasó”
Qué tonto, yo.
Sigo creyendo que Auschwitz no es una anécdota cruel, un exceso, el caso extremo de una conducta común y habitual. Creo que fue un resultado de dos mil años de prédica antijudía.
desde el púlpito, de cientos de años de consolidación de una cultura xenófoba en la Alemania “antiliberal”, nacionalista y conservadora; de cien años de búsquedas de “soluciones finales al problema judío”, de cincuenta de los siempre populares “Protocolos de los sabios de Sión”; y por último creo que Auschwitz fue producto de una decisión implementada por el movimiento “ nacional y popular ” germánico, con apoyo del pueblo en su conjunto, en un delirante ejercicio de crueldad masiva, eficiencia e hipocresía.
Recordar sin pausa, siempre, como una letanía, el horror nazi no es hacer el juego a ningún otro horror: es prevenirse permanente y constantemente, saber señalar que donde no hay límites, la conciencia civilizada debe ponerlos; saber que un pueblo puede asesinar a otro, que un niño puede ser convertido en jabón en nombre del interés de una nación, religión, raza o ideología.
Auschwitz nos obliga a repensar los límites de lo humano, ni más ni menos. Auschwitz no "le pasó a los judíos" como pretende Saramago: le pasó a la Humanidad entera, poniendo en cuestión el concepto mismo de “lo humano”.
Creo, para terminar, que hay valores universales y que estos valores no pueden ser suspendidos por causas ideológicas, por razones de estado o “para defender la Revolución”.
Creo en la vieja -¡ oh ingenuo!- Declaración de Derechos del Hombre de 1789 porque creo en el Hombre, como proyecto. No creo que sea un ser absurdo que vino a matar o morir en Auschwitz, o en un Gulag, en un autobus de Tel Aviv, o en un campo de muerte de Pol Pot, en Bagdad , en las hogueras de la Inquisición o en las Torres gemelas. Vino a ser un pequeño dios, un creador de vida – hijos, ideas, bienes-, un constructor de cada instante de su paso por la vida, angustiado siempre por la muerte que le espera al final del camino, pero aun así con fuerzas para el optimismo.
Addenda
Esto fue escrito hace unos años. Debería ahora actualizarlo, tomando en cuenta algunas novedades. Primero, la explícita campaña antisemita en Venezuela. Segundo, el vergonzoso acuerdo entre Argentina e Irán.
Sabemos que el antisemitismo es multiforme. Puede acusar a los judíos de ser subhumanos, o de ser demasiado inteligentes, de inventar el capitalismo, o de inventar el comunismo. De ser como nazis con los palestinos, de ser fundamentalistas religiosos, de querer atacar a Iran , de dominar los medios, las finanzas, el espectáculo, la literatura, la música, la ciencia. De tener demasiados premios Nobel, de inventar armas secretas, de manipular a los gobiernos a su favor. Detrás de cada exceso o injusticia, el antisemita siempre encuentra a un judío.
Lo que no explican los antisemitas es como los judíos , teniendo tanto poder, hayan sufrido tantos exterminios, desde las Cruzadas, que ensayaban matando judíos antes de llegar a Jerusalén en manos islámicas; la Peste Negra de 1348 – la mitad de los judíos europeos asesinados- ; las masacres españolas de 1391 -50 mil asesinados- ; las expulsiones de Inglaterra, Francia y España; los pogroms zaristas; los 150,000 judíos asesinados por el Ejercito Blanco en Rusia; el holocausto nazi; las campañas antisemitas de Stalin; el acoso árabe desde 1947; la bomba en la Embajada de Israel en Argentina; la bomba en la AMIA, etc.
La derecha siempre fue muy clara respecto de los judíos: eran el pueblo que desconoció a Jesús, el que lleno al mundo del vicio capitalista, el que inventó la democracia para corroer el orden medieval, el enemigo a vencer.
La izquierda nunca tuvo demasiada simpatía por los judíos, desde la “Cuestión Judía”, libelo en el que Marx afirma que “el único Dios de los judíos es el dinero”, hasta la popular identificación de judío= capitalista. Sin embargo los principales cuadros de la izquierda fueron judíos, esperanzados en que la liberación de la humanidad de las cadenas implicaría la liberación de los judíos de sus propias cadenas. Participaron activamente en la Revolución Rusa, al punto que surgió una nueva identificación: Bolchevique= judío, idea especialmente utilizada por Hitler.
Israel significó la ruptura definitiva entre izquierda y judaísmo: la URSS, Cuba, China siempre condenaron a Israel y apoyaron activamente a los palestinos. De allí surgió la ultima identificación: Israel=Nazis.
El populismo latinoamericano- tributario tanto del fascismo como del socialismo- siempre ha hecho activa campaña contra Israel. Pero nunca se animó a atacar “a los judíos”. Por el contrario, hasta se declara opositor al antisemitismo.
Pero ahora ha surgido una novedad. En Venezuela, el que fuera candidato opositor a Hugo Chávez, Henrique Capriles Radonski es un judío.
Esta condición personal suya se convirtió en eje de la campaña sucia del chavismo contra el oponente.
Como se podía leer en los editoriales de la prensa chapista (Como aporrea.com) , “Nuestro enemigo es el sionismo, representado por Capriles”. “El sionismo maneja el 80% de la economía mundial”, etc.
La vieja calumnia del Poder Judío- tan excelentemente divulgada por los “Protocolos de los Sabios de Sión”, una creación de la policía zarista- revivió en Venezuela.
“Venezuela o Judíos”, es la consigna; “Socialismo o Sionismo”; “Patria o Cosmopolitismo”; “Haga patria, no vote a un judío.”
Se apeló a la extensa literatura panfletaria antisemita para intentar destruir a Capriles. Se tocaron todas las cuerdas: capitalistas, dueños de la economía, explotadores del Tercer Mundo, asesinos de árabes, nazis, racistas, antipatriotas, conspirativos.
El Socialismo del siglo XXI se enfrenta al fin con el Enemigo Judío. Será una batalla épica. Por fin las cosas estarán claras. Se caen todas las caretas: antisionismo es antisemitismo.
¿Qué dirán los tantos judíos simpatizantes del chavismo: los Feinmann, Verbitsky, tantos progresistas que reprueban el Holocausto, pero se niegan a creer que el antisionismo es antisemitismo?
Esto empalma ahora perfectamente con lo que sucede en nuestro país.
La cuestión de la AMIA apartaba a Argentina del redil chavista, era la única mancha que afectaba o diferenciaba a chavismo de kirchnerismo. Cristina dio el paso: con el Acuerdo con Irán, Argentina se integra, feliz, al Eje Antioccidental que componen Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y el resto de los gobiernos bolivarianos de la región. Ya Timerman acusó a la DAIA de hacerle el juego “a un país que quiere luchar contra Irán, no negociar”, en obvia referencia a Israel. Es Irán el que amenaza con destruir a Israel, no al revés.
Es cierto que así pierde el apoyo de la comunidad judía argentina, pero esto en términos electorales es poca cosa, unos doscientos mil votos.
También es cierto que muchos judíos apoyan a este gobierno o lo integran, pero ahí no hay problemas. Verbitsky, Spolzky, Alperovich y su mujer, Timerman, Filmus, y otros ya han optado por la identidad kirchnerista y han tirado su identidad judía a la basura.
D`Elía, al fin, respira tranquilo: su larga militancia pro- Irán será seguramente recompensada.
* Sociólogo e investigador cultural