UCRONÍA por Nestor Grancelli Cha
Ernestina Gamas | 23 enero, 2013
Los lectores de libros de historia saben que en estos últimos años se ha generalizado el empleo de un método de análisis que se ha dado en llamar "historia contra fáctica". Es casi un juego de imaginación en el que se recurre a hipótesis novedosas, tan creativas como posibles, para narrar hechos que pudieron haber sucedido en lugar de aquellos que realmente ocurrieron. Es un ejercicio que ha entusiasmado sobre todo a historiadores anglosajones que especularon con notables descripciones de acontecimientos que hubieran podido ocurrir, en vez de la crónica que exige la verdad histórica. Algunos comentaristas destacan el recurso como "éxito de librería".
El método se denomina "ucronía", vocablo que identifica técnicamente una reconstrucción creativa de la historia real, describiendo hechos no sucedidos pero que habrían podido suceder. Se desplaza lo documental y testimonial por un relato producto de una imaginación creadora, casi siempre en el marco de lo posible.
La Real Academia Española (DRAE Vigésima segunda Edición 2001) dice del vocablo Ucronía: "reconstrucción lógica aplicada a la historia, dando por supuesto acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder".
Por cierto que la adopción de tal método abre un abanico de posibilidades dado que el acontecer histórico no siempre es resultado de un determinismo insoslayable. Un resultado en esta materia no es necesariamente lo que se cree consecuencia inevitable. Por otra parte, para que el ámbito imaginativo no derive en especulaciones disparatadas, quien recurra a la ucronía debe suponer una continuidad lógica de los hechos, considerándolos en su contexto, es decir como unión de cosas que se entrelazan y entretejen permitiendo que el hilo de la historia se corresponda con el tejido de una narración coherente, creíble, lógica y razonable.
Entre nuestros autores y en relación a episodios de historia nacional, un ensayista que recurrió a este método con acierto fue Marcos Aguinis. En una nota publicada por La Nación Se preguntaba : ¡Qué hubiera pasado si en lugar de Roca hubiese sido Alsina? al referirse a la circunstancia histórica que trata el artículo.
Otro autor de un libro sobre Moisés Lebensohn (ediciones IML-Lumiere 2009) Jose Bielicki, se pregunta en la Introducción de su excelente ensayo: ¿"Cuál hubiera sido el rumbo del radicalismo que Lebensohn dirigía entonces, de no haber fallecido así, tan sorpresivamente, en el invierno del año 53?
Bielicki deja su pregunta sin respuesta, es decir, desiste de imaginar un rumbo posible distinto al que continuó después de la muerte de Lebensohn. En lugar de de una respuesta, prefirió desestimar toda reconstrucción según el método de la historia contra fáctica. Optó por citar a Benedetto Crocce que decía "toda historia es contemporánea" entendiendo que así destaca el pensador italiano la coyuntura en que son elaboradas las preguntas que guían la reconstrucción histórica.
En cambio, Rosendo Fraga dedicó todo un libro al método. En mas de 360 páginas seleccionó episodios históricos y tomó varios casos para plantear el consiguiente interrogante y su aporte imaginativo Se trata del texto ¿“Qué hubiera pasado si…” en relación a episodios ocurridos en la época del Virreynato hasta los del derrocamiento de Frondizi y de Illa en el siglo XX.
Entre esos extremos temporales, el autor se interroga sobre el resultado de hechos, tales como serían un triunfo inglés en las invasiones a Buenos Aires; si San Martín hubiera obedecido al Directorio; si al Gral. Paz no le hubieran boleado el caballo en El Tío; si Rosas hubiese resultado victorioso en Caseros; si Paraguay no hubiera sido derrotado en la guerra de la Triple Alianza; si hubiese triunfado la Revolución del 9O, o no hubieran acaecido los golpes del 30 y del 43; si en 1955 no hubiera caído Perón, todas posibilidades ciertas, capaces de cambiar la historia conocida.
Por supuesto que no faltaron críticos del libro de Fraga: se señala que es un texto sólo para historiadores o, al menos, para conocedores de los episodios citados en sus páginas. Otros menos rotundos, lo califican como libro de muy difícil comprensión para quienes no conocen la historia real de los sucesos que el método sustituye por otros imaginados.
En paginas destinadas a Introducción, Fraga cita obras que siguieron a las primeras editadas en 1931, todas de autores británicos, franceses y norteamericanos. En cada uno de los 15 Capítulos que integran el libro se interroga sobre un episodio concreto de nuestra historia patria. Pudieron ser mas los casos pero la selección responde, probablemente, a sugerencias del editor. Se los reconstruye a fuerza de imaginación y en general, en todos se ha realizado un buen ejercicio de ucronía.
Empero, creemos necesario comentar uno de los casos. Nos referimos al ya mencionado de Frondizi, y lo hacemos por discrepar con la tesis imaginada por Fraga.
En Eslabones de Militancia, Editorial Claridad 2011, dedico muchas páginas a la política del gobierno desarrollista y no creo que el Dr. Frondizi hubiera considerado viable una salida como la imaginada en el libro de Fraga. El autor supone una salida política (frustrada por el golpe), que asegurara la continuidad de la política iniciada en 1958, mediante un acuerdo con el Gral. Aramburu, quien le sucedería en el alto cargo. Ese presunto plan de un heredero político -según Fraga- era lo que podría haber neutralizado el golpismo en marzo del 62 y salvado la presidencia de Frondizi.
Considero que tal proyección es una especulación teórica del ejercicio que motiva su libro pero, a mi juicio de materialización imposible. Todo análisis de las circunstancias políticas reinantes en esos días, hacían inviable un plan semejante. Frondizi, acorralado por fuerzas contradictorias, -pero empeñadas en el mismo objetivo de impedir la construcción de un nuevo país con legalidad para todos,- no ignoraba que se pretendía acortar su mandato, o imponer un sucesor, aceptado por gran parte de las Fuerzas Armadas pero sin convicciones para aplicar los planes del desarrollismo. Frondizi hizo todo lo que pudo para salvar la institucionalidad, condición necesaria para el éxito de su programa de gobierno. La hipótesis de Fraga carece de sustento porque desconoce la estrategia esencial de Frondizi: no dejar el gobierno en manos de quienes se oponían a la política iniciada en 1958.- Como lo constata la historia real, Frondizi negoció todo lo que podía ser un camino para el desarrollo económico y cultural del país y lo hizo también con Aramburu. Su propia estabilidad estaba sujeta a una condición básica: no dejar su continuidad política en manos de quien seguramente cambiaría lo esencial de su plan transformador. Una cosa era la designación de algún ministro por conveniencias circunstanciales pero al que podía "dar por renunciado" cuando él lo decidiese, y otra cosa muy distinta acordar un sucesor que no garantizaba en lo mas mínimo la continuidad de sus planes.
La "salida" Aramburu, no brindaba la menor coherencia. Carecía de lógica y de racionalidad, elementos básicos para un caso de historia fáctica posible. Lo lógico se verificó en lo que realmente ocurrió: un tenaz intento de llegar al término del mandato sin sellar acuerdos electorales con fuerzas que no continuarían el plan de estabilidad y desarrollo. Era el camino más difícil pero lo adoptó resistiendo a todas las presiones.
En resumen, a la pregunta ¿qué hubiera pasado en el país, si no se derrocaba a Frondizi? la respuesta sensata y obvia es: Argentina no sería el país que hoy es: una nación estancada, cada día más rezagada en la marcha del progreso que vive la humanidad. Sería, en cambio, la potencia que anunciaban todos los índices económicos y culturales de 1910, cuando festejó su centenario.
Muy buen artículo y muy oportuno en este momento
Mercedes Solá
Dice ALBINO GOMEZ: Néstor hice mi comentario y pulsé enviar y no sé que pasó. Estoy sin tiempo pero te resumo. En principio, las ucronías son para mí –con el mayor respeto- un ejercicio intelectual interesante pero políticamente estéril. Estuve muy cerca del Presidente y de Rogelio Frigerio, cada día durante los dos últimos años del gobierno, hasta el final. Tal vez eso mismo me impida entrar en ese juego de la ucronía. Faltaban dos años y es difícil imaginarse cómo se podría haber llegado al término, y si se llegaba, en qué condiciones y circunstancias, para entonces pensar en el eventual sucesor. Claro está que la elección tendría que haber recaído en alguien comprometido a continuar con el proyecto en marcha, pero a la vez, ese elegido también debería haber tenido la sustentación suficiente (leáse FFAA) para no ser derrocado. El hecho cierto es que no había espacio mental y práctico para otra cosa que producir hechos políticos, económicos y sociales, más una política exterior, cuyos resultados fuesen casi irreversibles, pero todo ello al mismo tiempo que se trataba de evitar el golpe militar. En ese momento no se podía estar pensando en sucesores, pero es obvio que en ese momento existían nombres casi inevitables, como el del Bisonte de la provincia de Buenos Aires y el de Aramburu. También el de un conservador como Felipe Yofre. Es todo lo que puedo decirte, además de mi total falta de imaginación. Cordial abrazo, Albino