BARTHES Y LO FEMENINO: ESCRITURA DEL GESTO ALIMENTICIO por Laura Arias*
Ernestina Gamas | 24 septiembre, 2012
La escritura es poiesis, se trata de una visión del mundo que no precede al mundo haciendo de este un mero reflejo, sino que se proyecta sobre él. Por eso, la escritura es una cuestión de lectura. Como nos enseña Roland Barthes, la escritura cuestiona el mundo, nunca ofrece respuestas; libera la significación, pero no fija sentidos. En ella, el sujeto que habla no es preexistente, se produce en el propio texto, en instancias siempre provisorias. En El imperio de los signos, Barthes se pregunta por la representación que nos hacemos de los orientales que comen valiéndose de palitos. Y, en este contexto, observa:
“El palito divide, separa, aleja, mordisquea en lugar de cortar y agarrar, como nuestros cubiertos. Él nunca violenta el alimento, se opone a nuestro cuchillo, es un instrumento que se rehúsa a cortar, a aferrar, a mutilar, a agujerear (…), por el palito el alimento no es más una presa que se violenta (carnes sobre las cuales nos afincamos), sino una sustancia armoniosamente transferida, dejando a nuestros hábitos alimenticios armados de lanzas y cuchillos de la predación.”
Hábitos alimenticios y escritura de un gesto. Un gesto, la comida, tal como apunta Barthes en Por una psicosociología de la alimentación. Escritura de un gesto: se puede decir –aclara Barthes- que es «el mundo» el que se coloca en la comida a título de cosa significada”. Teoría de los conjuntos, pues: la teoría cerrada del conjunto finito (el goce fálico) y la estructura abierta del gesto infinito (el goce femenino). ¿Acaso lo femenino no es lo que se lee en los bordes de las palabras y se desprende de ellas? Libera la significación: divide, aleja, separa. Porque al leer el gesto alimenticio, la escritura remite “a un modo de vida que dice más de lo que directamente expresa…".
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* Laura Arias es psicoanalista, posdoctorado Filosofía. CSIC. Madrid
lauriarias@hotmail.com