EL SISTEMA DE OBRAS SOCIALES[1] UN FRENO A LA AUTONOMÍA SINDICAL[2] por José Armando Caro Figueroa*
Con-Texto | 19 noviembre, 2024
Si bien es verdad que el dictador ONGANÍA, siguiendo los sagaces consejos de su ministro Francisco MANRIQUE[3], promovió la generalización de las obras sociales y asignó su dirección y gestión a los sindicatos con personería gremial, sostener que la dictadura fundó el régimen es claramente inexacto; lo es en tanto ignora que la prestación de servicios sociales por parte de los sindicatos a sus afiliados existió desde comienzos del siglo XX, y aun antes cuando esta función corría a cargo de asociaciones mutuales de oficio o nacionalidad.
Lo cierto es que desde aquellos lejanos tiempos al presente la gestión sindical de las obras sociales ha transformado las relaciones entre los gobiernos y las organizaciones obreras introduciendo elementos que condicionan, restringen o asfixian a la autonomía sindical.
Pero las transformaciones se extienden también a los modos de ejercer la acción puramente sindical dado que las cupulas sindicales asumen funciones gerenciales (administran ingentes recursos económicos[4], celebran contratos millonarios, gestionan inversiones y crisis) que les obligan a frecuentar la lógica empresarial por mucho que las unidades prestadoras funcionen sin ánimo de lucro.
El Sistema de Obras Sociales Sindicales, como se sabe, reserva en cabeza del Estado nacional importantes poderes de asignación de recursos extraordinarios y de control. Es frecuente que estos poderes estatales estén presentes en toda relación de los gobiernos con la dirección sindical, erosionando la autonomía colectiva y, por ende, la Libertad Sindical.
En relación con la vida interna de los sindicatos el Sistema de Obras Sociales vino a reforzar el verticalismo en virtud de los recursos que maneja el vértice que, por esta vía, puede disciplinar a las unidades descentralizadas locales que cayeran en la tentación de enfrentar a su conducción central, resintiendo la democracia interna.
El hecho de que la dirección de la Obra Social (que cubre a afiliados y no afiliados) este, por imperativo legal, en manos del sindicato con personería gremial es otro agravio al principio democrático ya que muchos aportantes no participan en la elección de las autoridades encargadas de gestionar su seguro de salud. El diseño (originario y vigente) del Sistema implica un quiebre del principio de solidaridad de clase[5].
Por extraño que pudiera parece en los tiempos que corren, la permanencia del Sistema de Obras Sociales en manos de los sindicatos cuenta con el callado apoyo de las grandes patronales.
Esta alianza se mostró sólida y eficaz cuando se trató de hacer frente a los intentos de reformas protagonizados primero por el segundo peronismo (1973/1976) bajo inspiración del ilustrado Domingo LIOTTA, y luego por el gobierno encabezado por Raúl ALFONSÍN e integrado por Aldo NERI, gran especialista en la materia[6].
Fracasaron también algunas ideas del gobierno de Carlos MENEN que sólo logró poner en marcha una libre elección parcial (circunscripta al área de las más de 300 Obras Sociales Sindicales entonces existentes) y el llamado hospital de auto gestión.
En el año en curso (2024) el presidente Javier MILEI impulsa ampliar la libre elección incorporando a las empresas de medicina prepaga (algunas de ellas tienen ya un pie adentro de este mundo que atiende la salud de los trabajadores y sus familias) y a las obras sociales de los estados provinciales (el Instituto Provincial de Salud en el caso de Salta).
En cualquier caso, parece evidente que el Sistema de Obras Sociales Sindicales vigente a lo largo de estas últimas décadas se encuentra hoy ante una grave crisis financiera, prestacional, de transparencia y de diseño, lo que ocasiona grandes perjuicios a los trabajadores y trabajadoras que requieren asistencia.
Estos dos factores (crisis y daños) están anunciando la necesidad de profundas reformas. Reformas que podrían proponerse mejorar los servicios, sanear a los actuales prestadores y ampliar el principio de solidaridad.
Sin embargo, y atendiendo a la ideología que encarna el presidente Milei estas reformas podrían traducirse -por el contrario- en una lisa y llana disolución de las casi centenarias obras sociales sindicales dejando una parte de las prestaciones y de los recursos que se recaudan como cargas sociales en manos de sociedades con ánimo de lucro, forzando a los trabajadores en situación de riesgo o con bajos salarios a refugiarse en el hospital público que, dicho sea de paso, transita sus propias dificultades.
Salta, 18 de noviembre de 2024.
*Ex ministro de Trabajo de la Nación (1994/1997)
[1] ALONSO, Guillermo “La política de reforma del sistema de obras sociales argentino: un reiterado modelo de gestión estatal y de acción sindical”. ALONSO, Guillermo “Política y Seguridad Social en la Argentina de los 90”, Editorial FLACSO, Buenos Aires – 2000. MASSANO, Juan Pablo “El intento de reforma del subsistema de obras sociales sindicales argentino de 1985-1986”.
[2] Párrafos extraídos del libro que bajo el título de “Salta: trabajo, producción y sindicatos. Apuntes para una historia de los movimientos obreros, la economía y las instituciones laborales en Salta”, prepara el autor.
[3] MANRIQUE motorizó una segunda iniciativa encaminada a favorecer a los obras sociales sindicales: Tal fue la creación del PAMI como encargado de brindar asistencia a las personas que, se supone, incurren en mayores gastos de salud y, en consecuencia, desequilibraban los balances de las obras sociales de los activos.
[4] Según datos de las décadas de 1980 y 1990, estos recursos equivalían nada menos que al 2% del Producto Interior Bruto. Rosalía CORTES llega a duplicar el volumen de los recursos que administran las OOSS ("La seguridad social en la Argentina: las obras sociales", Documento de Trabajo FLACSO, buenos Aires – 1985).
[5] “En la práctica, sin embargo, siempre han existido obras sociales "ricas", que ofrecen a sus afiliados múltiples y mejores prestaciones, y "pobres", cuyas prestaciones no sólo están devaluadas, sino también, en algunos casos, hasta han sido suspendidas” (ALONSO, Guillermo “La política de reforma del sistema de obras sociales argentino: un reiterado modelo de gestión estatal y de acción sindical”, obra citada).
[6] Quien quiera asumir hoy la ingente tarea reformista no debería ignorar que los vértices sindicales, “dueños” de las obras sociales, disuadieron o torcieron el brazo a todos los presidentes democráticamente elegidos entre 1973 y el presente.