Editorial junio 2022
Con-Texto | 22 junio, 2022Estimados lectores de con-texto:
Después de estar fuera del país por un tiempo es difícil eludir la sensación de agobio al tomar contacto con la cotidianeidad de nuestro país. Los que gobiernan deben confundir el desenvolvimiento de los acontecimientos con una ley de la naturaleza que los hace desarrollarse sin su intervención.
Imposible cerrar los ojos y decir que es mejor no enterarse porque no hay burbuja que proteja. Estalla frente al hartazgo, se empaña frente a la bruma moral y desde un análisis medianamente racional, no se entiende qué hacen.
Un gobierno que nació disfuncional y frágil debido al desequilibrio de su relación es imposible que funcione. Un juego perverso donde el miedo a la traición los hace mover alfiles de un puesto a otro del Estado para salvar al Rey, amenazado por la Reina que se mueve en cualquier dirección con tal de jaquearlo. Él se escabulle de sus tareas y obligaciones cobijándose en otras sin sentido. Los dos saben que están irremediablemente atados. Cualquiera que elimine al otro dará por finalizado el partido. Miedo y odio es los que los une. Miedo a salir del juego, quedando desguarnecidos.
Así se entiende que fomenten protestas contra ellos mismos asociados con dirigentes sociales. Arrastrando a “voluntarios” cuyo trabajo se limita a marchar y sentarse de manera de paralizar la Ciudad. Marchar y cobrar por participar dejando un porcentaje en poder de los organizadores. Así sólo logran hacerlos débiles, dependientes y desorganizados, trasmitiéndoles su miedo y su odio mientras los que no participamos nos acostumbramos al tufo desmoralizador de su presencia
Hace unos años se trasmitió una serie llamada “Los Soprano”. Gente en apariencia “normal”, con familias disfuncionales que se integraban a la comunidad, mandaban sus hijos al colegio, hacían contribuciones a entidades de bien público y al mismo tiempo cometían infinidad de tropelías luchando dentro de su otra familia muy diferente. La mafia.
Hay acá similitudes de comportamiento. Aunque se presenten luciendo costosos trajes, lamentablemente los encargados de dirigir el país se mueven de la misma manera. Se encubren en su accionar corrupto, se aceptan y se repelen. Sólo así puede entenderse su conducta.
Es una asociación para llevarse por delante toda forma de ley. Presentarse como demócratas y desenvolverse como autócratas. En este proceso de desinstitucionalización, al colocar adeptos en lugares claves, no eligen a los aptos para el lugar sino a los más “fieles”, generalmente incapaces.
A los capaces les temen
Ernestina Gamas
Directora