ESPAÑA EN 2050: ¿UTOPÍA O DISTOPÍA? Por Albino Prada*
Con-Texto | 21 junio, 2022
Este no es un manifiesto comunista pero tampoco socialdemócrata. Yo lo veo como un manifiesto en favor de la utopía de una sociedad decente. Aquella en la que la calidad de vida de todos y cada uno de sus ciudadanos no depende del país, generación, región, familia, género o herencia (material o genética) que le haya tocado en suerte. Avishai Margalit escribe: “la sociedad decente encarna el socialismo de Orwell”.
Por eso resumo aquí una alternativa frente a la distopía a la que nos conduce la actual y rampante sociedad de mercado. Una alternativa que no se limita a civilizar el capitalismo o, si acaso, a salvarlo de sí mismo, como perseguía Keynes.
Objetivos aquellos que lo eran de la socialdemocracia hasta que no fue abducida por un centrismo neoliberal de los mercados libres de fricciones. Pues, hoy, ser socialdemócrata se califica de izquierdismo. Que se lo pregunten a Ken Loach y a los miles de militantes expulsados del Partido Laborista por tomarse en serio dicha socialdemocracia.
Si así están las cosas mi crítica al sistema de una sociedad de mercado, justificada en sus consecuencias distópicas, tiene que ser, al mismo tiempo, una apuesta antisistema en favor de una sociedad decente. Para que deje de estar en el mundo de las utopías.
Porque solo entonces la sociedad de mercado centrada en la búsqueda obsesiva del crecimiento del PIB dejaría paso a una sociedad decente centrada en el logro de un mayor desarrollo social con menos crecimiento. Como el lector ya habrá observado en este texto se usan las negritas para todo lo referente a la primera y en cursivas lo de la segunda.
Porque de lo que al final se trata es de disponer para todos de un tiempo creciente de vida anti consumista, fuera de la competitividad, de tiempo social y no salarial en el que el altruismo, la generosidad, la solidaridad, la reciprocidad, la empatía, la confianza o el civismo crezcan y se fortalezcan en la práctica social (cooperativa o pro-común en muchos casos).
UTOPÍA Y DISTOPÍA EN EL MUNDO
Hacia el año 2050 creo que Galicia seguirá siendo un pequeño Finisterre del atlántico, pero ya en un mundo que no estará volcado en este océano en la medida en que ya hoy el mundo actual se concentra en el Pacífico. Por peso demográfico y por movimientos económicos. Chimérica será el dilema central. Por eso, a escala mundial, imagino dos posibles caminos.
Una deriva conflictiva del imperio declinante de los Estados Unidos frente al emergente gigante chino, tripulada por las multinacionales y grupos financieros globales respectivos. Esa deriva profundizará la igualación a la baja de las condiciones de vida y trabajo en los países hoy más ricos, al tiempo que se provocan oleadas migratorias masivas que funcionan como ejércitos de reserva de mano de obra mundial. Ejércitos cautivos y costaleros de cada Estado que, eso sí, convivirán con una libertad plena de circulación de un capital secesionado de sus sociedades.
Con gobiernos plutocráticos y post-democráticos liderados por demagogos de toda condición apoyados por una ciudadanía a cada paso más aborregada e individualista; consumista por encima de cualquier otra consideración.
O bien unas ampliadas soberanías nacionales en varias áreas de influencia que compartan una nueva estructura democrática de gobernanza a escala mundial. Subordinando mercados y grupos financieros a un contrato social global incluyente (en lo fiscal, lo laboral, lo ambiental, lo comercial). Con un multilateralismo que evite el objetivo central de un crecimiento económico basado en las exportaciones propio de la actual globalización. Un objetivo de suma cero que solo conduce, y eso en casos contados, a exportas desempleo a los vecinos.
Eso supondría enfrentar una profunda reforma –en esta parte del mundo- de la ONU, la OTAN, la OCDE, OMC, BM, FMI, OIT, … pero también la gestión pública o partición de los mega monopolios (de la energía, la banca, lo digital, …), una menor jornada semanal de trabajo en sintonía con la robotización, la gestión local de las nuevas tecnologías e incluso abandonos tecnológicos selectivos (como lo nuclear).
La estabilización de la población mundial junto a la reducción del consumo medio por habitante en los países más ricos serían dos criterios básicos de buen desempeño social. Siendo así que dicha estabilización mundial debiera favorecerse por una cooperación global en favor de la educación femenina y su no discriminación. Sólo sobre esa base, a escala mundial pero sobre todo en los países que en la actualidad anotan el mayor PIB por habitante, conseguiríamos más desarrollo social con menos crecimiento económico.
Dependiendo de cómo seamos capaces de resolver este dilema (más sombras o más luces) podremos abrir camino a las precauciones necesarias frente a no pocas incertidumbres que nos pueden poner a todos patas arriba (como acabamos de ver con la Covid-19 en 2020).
Porque el colapso climático nos obliga a adoptar más o menos medidas de precaución y adaptación, la disputa sobre los recursos (alimentarios, energéticos, agua y otros) serán –o no- a cara de perro, la inteligencia artificial sobrehumana abrirá –o no- escenarios de control social totalitario, las manipulaciones genéticas, biológicas y en los cultivos podrán volverse contra nosotros, la automatización someterá o liberará a los hombres dándoles tiempo libre y los arsenales nucleares y químico – bactereológicos se usarán o desaparecerán.
Como se observa son todas cosas sin duda demasiado importantes y que condicionarán de forma radical nuestra vida dónde quiera que estemos. Aunque seamos capaces de hacer maravillas, de las que nos ocuparemos más adelante, en nuestro país natal en los próximos treinta años.
*Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Santiago de Compostela, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo, fue miembro del Consejo Gallego de Estadística, del Consejo Económico y Social de Galicia y del Consello da Cultura Galega. Editor de los Documentos del Foro Económico de Galicia (2014-2018). Entre 2006-2018 fue columnista habitual de La Voz de Galicia; colabora en medios como Mundiario, La Maleta de Portbou o infoLibre. Es miembro del Consejo Científico de Attac España.
16/06/2022