LA NOVELESCA VIDA DEL COMANDANTE DURÁN por Albino Gómez*
Con-Texto | 3 febrero, 2021Publicado en la revista HISTORIA No. 115 (septiembre-noviembre 2009)
El 26 de marzo de 1969, a los 62 años, moría en Atenas –donde nació nuestra amistad- Gustavo Durán: español, compositor, general en la Guerra Civil, amigo de Hemingway, de Lorca, de Alberti, de Neruda, de Dalí, de Buñuel…Representante de las Naciones Unidas para el Programa de Desarrollo en Grecia, los pobladores de Alones (Creta) le levantaron una estatua en agradecimiento por su obra. Gozó del amor, de la amistad, del sol, del vino, de la música, de la poesía, de la vida, sin miedo a morir. Este año, la editorial Debate (Random House Mondadori) publicará en España, su biografía. bajo el título “Comandante Durán”, a cargo del escritor Javier Suárez..
Gustavo Durán nació el 14 de noviembre de 1906 en Barcelona. Su padre, José Durán Labad, era militar retirado que combatió con bastante reconocimiento en la guerra de Cuba (1898). Cuando apenas tenía Durán tres años, su familia se mudó a Madrid. Años más tarde, la traumática separación de sus padres terminó con la internación de su madre en un centro psiquiátrico, lo que a Durán y a sus tres hermanos los afectó y marcó profundamente, para siempre. Nuestro personaje, tuvo una vida verdaderamente novelesca, que no escapó al registro de autores como Hemingway y Malraux, según veremos más adelante.
Como correspondía en la época a una familia acomodada como la suya, estudió en centros muy prestigiosos, y comenzó a interesarse por la música, en la que lo había introducido su madre, quien tocaba el piano y le enseñaba canciones populares. Durán se matriculó en el Real Conservatorio de Madrid, demostrando ya a la edad de 14 años una enorme capacidad intelectual además de extraordinarias dotes musicales. A los 17 comenzó a frecuentar la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Federico García Lorca, Rafael Alberti, Salvador Dalí y a Luis Buñuel. De todos ellos fue gran amigo y compañero en numerosas iniciativas culturales. Tanto Lorca como Alberti, como otros importantes autores, le dedicaron algunas de sus obras.
A los 20 años Durán compuso varias piezas musicales, canciones, un ballet, El Fandango del Candil, y musicalizó algunos de los poemas de la primera obra en verso de Alberti, Marinero en Tierra, tan conocida en nuestro país gracias a la vieja Editorial Losada.
A comienzos de 1930 se trasladó a París donde trabajó en la industria del cine, en los estudios de la Paramount en Joinville, en compañía de Luis Buñuel, y allí conoció a André Malraux y a Ernest Hemingway.
Regresó a España en 1934, o sea a los 28 años, en un momento de radicalismo político que culminaría dos años después con el estallido de la Guerra Civil. Se afilió entonces al sindicato socialista UGT (Unión General de Trabajadores) y participó en infinidad de actos culturales y políticos en defensa del régimen republicano. En las elecciones de febrero de 1936 apoyó activamente al Frente Popular (coalición de socialistas, comunistas y republicanos de izquierda) al igual que sus amigos de la Generación del 27: Lorca, Alberti, Emilio Prados, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, y otros. De esta época data también su amistad con Pablo Neruda.
Al iniciarse la Guerra Civil, tras la sublevación de Franco el 18 de julio de 1936, Gustavo Durán se movilizó desde un primer momento en defensa de las instituciones republicanas. Ascendió a diferentes puestos de responsabildiad militar, destacándose como una de las revelaciones del ejército Republicano, pese a no tener formación castrense previa. Se instruyó en estrategia y táctica militar como un autodidacta y durante la contienda consolidó su amistad con Malraux y Hemingway. El primero se inspiró en él para el personaje de Manuel, protagonista de su novela La Esperanza sobre la Guerra Civil. El segundo, le dedicó una elogiosa descripción en su obra Por quién doblan las campanas. Porque Gustavo Durán, además de hacer inteligencia militar y política, participó en algunas de las batallas más duras del conflicto como jefe de Estado Mayor e intérprete del general Kléber al frente de las Brigadas Internacionales, ya que hablaba con fluidez varios idiomas, como tuve yo oportunidad de comprobarlo durante nuestra amistad en Atenas a partir de 1964.
Sólo abandonó España el último día de la guerra (1 de abril de 1939), cuando todo estaba definitivamente perdido, en el Galatea, un buque militar fletado por el gobierno británico. Tenía 33 años.
En su primera época de exilio residió en Londres y en Dartington Hall, una finca medieval en el condado de Devon en la que conoció a su futura mujer: Bonté Crompton, una bella norteamericana. Se casó con ella en noviembre de 1939 y en 1940 se trasladaron a los Estados Unidos. Allí retomó el contacto con Hemingway, quien entonces vivía entre los Estados Unidos y su residencia de Finca Vigía en las afueras de La Habana. En 1942, ya obtenida la ciudadanía estadounidense e incorporado al Departamento de Estado, todo ello facilitado por las relaciones de Bonté con los Roosevelt y los Rockefeller, fue trasladado a La Habana como consejero cultural para colaborar con el embajador Spruille Braden, que fuera luego tan famoso para nosotros, y quien había recibido de Hemingwary el aviso de que Durán era “·un genio militar e intelectual de los que se dan una vez cada cien años”. Asimismo, por invitación del mismo Hemingway y de su mujer Martha Gellhorn, Durán y Bonté vivieron un tiempo con ellos en Finca Vigía. A raíz de su trabajo personal, el embajador Braden comenzó a considerar a Durán como un valioso colaborador y, cuando en 1945 fue destinado como representante diplomático en la Argentina, le pidió que le acompañase.
Así fue como Gustavo Durán se trasladó a nuestro país en mayo de 1945, también en calidad de consejero cultural para acompañar la gestión de Braden. Fue durante ese tiempo que Durán anudó fuertes lazos de amistad con políticos e intelectuales que se oponían a Perón, entre ellos debo destacar especialmente a Victoria Ocampo, permanentemente recordada por él en las largas conversaciones que sobre nuestro país mantuvimos durante casi dos años en Atenas, donde como ya dije, se gestó nuestra amistad mientras me desempeñaba como secretario de embajada y jefe de la sección consular. Durante esas charlas me hizo saber de aspectos de la conflictiva relación entre Braden y Perón, que revelaban cómo se usaron mutuamente, al servicio respectivo de sus propios países, y que más allá de la auténtica y enconada disputa pública, hubo acuerdos que se fueron cumpliendo lentamente en beneficio tanto de la Argentina como de los Estados Unidos. Porque si bien era auténtico el visceral rechazo entre ellos, eran dos pragmáticos y Braden sabía que, contra sus sentimientos y deseos, aun ganando la Unión Democrática, no habría podido gobernar, por lo cual, Estados Unidos debía entenderse con Perón, cosa que finalmente ocurrió.
Tras su experiencia en Argentina y su colaboración en el Libro Azul contra Perón, ya de vuelta a Washington DC, Durán comenzó a sufrir serios problemas al ser objeto de persecución ideológica por parte del famoso senador McCarthy y por el Comité de Actividades Antinorteamericanas, Por tal razón debió abandonar su posición en el Departamento de Estado e ingresar en la ONU, poco después de su fundación, ocupando diversas responsabilidades como delegado de la CEPAL en América del Sur, con sede en Chile, para después encabezar la delegación de las Naciones Unidas en el proceso de descolonización del Congo Belga y, por último, dirigir el programa de desarrollo de la ONU en Grecia que, entre otras tareas, trataba de proveer de agua potable a algunas islas.
Allí murió Gustavo Durán mientras releía Don Quijote de la Mancha, pocos días antes de jubilarse y casi treinta años después de salir de España, donde nunca pudo regresar. Podría haberlo hecho con el pasaporte de funcionario de las Naciones Unidas, pero él sólo quería hacerlo con un pasaporte español, que no podía obtener.
Yo mantuve luego de dejar Atenas, una larga correspondencia con él desde Sud Africa y luego desde Washington DC cuando fui trasladado a esa ciudad, y donde también nos encontramos un par de veces, cuando llegaba desde Atenas en vacaciones o por gestiones oficiales. En esas oportunidades lo visité en la residencia de su amiga, la madre de Jackie Kennedy, en el barrio de Georgetown, donde se hospedaba.
Cuando murió el The New York Times le dedicó media contratapa bajo el título:” Murió el amigo de Hemingway”
*Diplomático, escritor y periodista