EDITORIAL – Febrero 2021
Con-Texto | 3 febrero, 2021Estimados lectores de con-texto
En tiempos de pandemia y con una cuarentena demasiado larga, todo pareció ser más lento. Aún así, sin darnos cuenta, a este gobierno ya le pasó más de un año desde que asumió y todavía le quedan tres más por delante. La amenaza del virus no hizo más que poner de manifiesto la incompetencia con que llegaban, si es que alguien estuvo esperanzado con el cumplimiento de los compromisos que decían asumir.
Después de obtenido el voto que les permitió acceder al poder, a la lista de promesas incumplidas de gobierno tras gobierno, se sumaron las del relato de esta última campaña. Por qué se les creyó otra vez. No sería ya tiempo de reflexionar acerca de la responsabilidad que cabe a los votantes del funcionamiento de esta democracia con cada vez más acentuada “baja intensidad”.
Si los ciudadanos no son capaces de trascender el mero acto electoral para no ser sólo masa funcional en lugar de pueblo activo y alerta con interés político, la democracia se precipitará cada vez más y, sin habernos dado cuenta, estaremos a merced de autócratas desprejuiciados que se llevarán todo por delante. Una vez en el poder la maquinaria de corrupción se pone en marcha. La mentira y el atropello se convierten en proyecto.
Las arbitrariedades de monarcas de pacotilla que reinan en algunos feudos del interior, ensoberbecidos por el poder que les dan los votantes cautivos que dependen del Estado, son apoyados por el gobierno central a cambio de sumar senadores obedientes que votan leyes contra derecho y contra la Constitución para llevarse puesto a todo ciudadano que trabaja y aporta sus impuestos. En definitiva el esfuerzo de los que ponen su creatividad y su capacidad de emprendimiento para dar trabajo y crecimiento al país es succionado por zánganos a quienes se les ha educado para vivir del erario público.
En Estados Unidos el gobierno de Trump resultó una anomalía ya que pretendió desconocer toda ley y principios básicos de la Constitución y las instituciones. Aún con muchísimos defectos el Poder Judicial se mantuvo independiente del poder saliente y rechazó todo denuncia de fraude en las elecciones que resultaron impecables y adversas a un deficiente mental con pretensiones imperiales.
En la historia de la Argentina por el contrario, desde el restablecimiento de la democracia, la anomalía en sentido inverso fue el gobierno de Raúl Alfonsín quien por ser el primero después de un atroz régimen militar, cuidó esmeradamente que se respetara la institucionalidad y la Constitución antes que nada. El Juicio a las Juntas fue ejemplar en eso.
Somos nosotros los ciudadanos los que no tendríamos que creer las promesas sin fundamento para no caer en la desilusión y el descreimiento político y terminar diciendo después “son todos iguales”, “son todos corruptos”.
Este es un año electoral y lo que se elige es la representación del pueblo en las cámaras. Porque nosotros “el pueblo” sólo gobernamos a través de los que pongamos en las bancas para expresar nuestras necesidades y nuestros deseos. Dicho de otra manera los que elijamos nos representarán y es nuestra función hacer el seguimiento de lo que prometieron.
De cómo votemos dependerá no acentuar la ineptitud, los negocios espurios y el saqueo de todos los principios republicanos y el atropello a las decisiones de muchos jueces honestos que los hay sin duda y que llevan adelante los juicios por causas de enriquecimiento ilícito a nuestra costa. Necesitamos un Estado de derecho a favor de la ciudadanía.