¿CAMBIEMOS LA ECONOMÍA LIBERAL? Por Andrés Ferrari Haines*
Con-Texto | 21 noviembre, 2018El ministro Nicolás Dujovne recientemente afirmó que Macri será reelecto y que al final de su siguiente “mandato, en 2023, van a estar a la vista los buenos resultados y finalmente vamos ver tasas de crecimiento mucho más elevadas y la discusión va a ser muy distinta. Allí va a ser antipopular proponer cambios radicales a los que venimos haciendo".
En verdad, esa discusión debe hacerse ya: ¿la sociedad argentina quiere o no quiere “la economía liberal”?
Al cumplirse tres años del debate de candidatos presidenciales, se ha intensificado la divulgación de “las mentiras” del actual presidente en dicho encuentro televisivo. Pero esto es una verdad a medias. Es cierto que este gobierno ha hecho y ha generado muchas cosas que ese día Macri dijo que no harían o que no pasarían. Ahora, ¿es cierto que alguien podría haber votado a Macri pensando que no seguiría bastante la ortodoxia liberal como ha hecho?
La pregunta es: ¿la inconformidad de algunos con el gobierno proviene por la política económica que aplica o por los resultados de esta? Si mucha gente coincide con la visión liberal de la gestión económica, seguramente habrá contribuido a lo que Dujovne expresó como “en la Argentina nunca se hizo un ajuste de esta magnitud sin que caiga el Gobierno". No porque que “caiga un gobierno” constituye “la solución”, pero sí porque si se considera “correcto el rumbo”, evidentemente, se le tendrá más aceptación – o paciencia.
De cara a las nuevas elecciones, que permitirían cambiar el rumbo económico sin que haya afrentas al régimen democrático, indagar cuál lógica económica se pretende implementar es crucial.
Para el ministro lo hecho por este gobierno demuestra que "Argentina es capaz de afrontar una situación difícil sin apelar a soluciones mágicas como hizo en el pasado y además han fracasado. Esto se va a plasmar en una recuperación de la actividad que la veremos el año que viene".
Así, apelar al libre-mercado no se considera una “solución mágica” – y esto es totalmente rebatible teórica y fácticamente. También refleja otra faceta clásica del razonamiento libremercadista: se hace una cosa, porque generaría otra. Pero no está garantizado que será así. Simplemente, se considera, se cree, se afirma…
Cuando no se abrazan las fantasías libremercadistas, teórica y fácticamente, se puede dudar de ese optimismo. En especial, cuando el mismo Dujovne anuncia que en 2019 buscarán que el gasto público vuelva a ajustarse 10% en términos reales, todo justificado por el mito de “converger a la meta fiscal que necesitamos” como punto de llegada mágico. El dogma libremercadista hace que Dujovne vea el marco recesivo y deflacionario como existencia de "estabilidad macroeconómica", que dice ser su prioridad, cuando “variables macroeconómicas” como empleo, precios, consumo, actividad e inversión se desploman.
Dujovne detalló el fuerte ajuste que hizo el gobierno de la economía: fiscal de casi 3 % del PBI; del déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 5 a 1.5% del PBI; en el tipo de cambio de casi 40%. Acá se unen una verdad y una opción: que en 2015 un fuerte ajuste de la economía era inevitable y que se optó por hacerlo por el método libremercadista.
¿A dónde apunta un ajuste liberal? A corregir precios relativos internos y a alinear éstos con los internacionales. Su método es lo que Keynes llamaba “los duros hechos” – es decir, la larga y penosa presión recesiva. Después de este sufrimiento – porque es presentado casi como un “castigo” por haberse desviado del camino correcto – se supone que aparecerán inversiones que traerán el soleado crecimiento.
Optar por el libremercadismo, así, implica que la sociedad se coloca en manos de tres esperanzas míticas: (i) que la recesión, en algún momento, llegará a dónde se supone “es correcta para el mercado”– lo que Macri repite en sus discursos, como alumno que estudio de memoria en examen oral, “equilibrio”; (ii) que las medidas recesivas tienen cierta ‘justicia social’ porque están determinadas teórica y no políticamente; (iii) que el esfuerzo tiene sentido porque a partir de ahí, habría crecimiento. Pero ninguno de estos aspectos posee otros fundamentos que la fe abstracta.
La pregunta es sí sólo el gobierno y los más convencidos – y beneficiados – adherentes a la lógica económica de este gobierno poseen esta fe en el libre mercado. Recuerdos de un pasado mejor bastante explicados por un contexto económico internacional que no es el de este ni del próximo gobierno no permitirán mucho cambiemos si quién gobierna sigue siendo “el libre-mercado”. Y lo que se está viviendo en Argentina es el libremercadismo liberal. En esto consiste.
Cambiemos las fantasías libremercadistas requiere un debate que sigue ausente: cómo ajustar sin la presión de sus “duros hechos” recesivos. Es decir, cambiemos teorías económicas, ¿o no?
* Profesor UFRGS (Brasil)
@Argentreotros