DÓNDE ESTÁS RIQUEZA DE MI PAMPA HÚMEDA…QUE YA NO TE ENCUENTRO por Andrés Ferrari Haines
| 16 septiembre, 2018El principal problema en evaluar las medidas que adoptó el Gobierno para enfrentar la crisis económica es el diagnóstico de la causa de la crisis. Las medidas anunciadas resultan del mero tire-y-afloje entre quienes sufren la lógica económica del gobierno Macri y un gobierno que por definición sólo acepta una visión única de gestión de la economía. Es decir, las medidas son parches para ir tirando para darle tiempo a este “único camino” …
¿Cómo se entiende en la sociedad argentina la razón de la actual situación económica? Desde todos los espectros surgen análisis otorgándose comprensión por haber llegado a esta situación. En este marco declaratorio, se puede proponer, por ejemplo, tanto una fuerte desvalorización como una dolarización total de la economía; o, también, una total apertura comercial o un gran cierre. Un punto central es el nivel del dólar: ¿se lo quiere caro o barato? Si surge la noticia de que hubo una desvalorización, ¿es para preocuparse o alegrarse?; la política “déficit cero”, ¿error o acierto?
Grosso modo, pareciera que la combinación “Dólar barato + déficit cero + no-inflación + apertura externa” tiene bastante aceptación social. Por eso, el anuncio de las medidas del gobierno no recibió un rechazo tan fuerte dado el ambiente existente en el momento que fueron anunciadas. Las protestas, en verdad, comienzan a brotar, en forma creciente, a medida que esta estrategia se revela como fuerte ajuste para mucha gente. La única manera de paliar esto es con entrada de dólares para que la actividad interna se dinamice un poco. Esto debido a que esa combinación significa una política monetaria muy restrictiva. Así se entiende que el gobierno busque que el FMI le permita usar US$ 29.000 millones y anuncie medidas de asistencia a los sectores más vulnerables para contener una crisis social. Como será insuficiente, las medidas irán acompañadas con algunas protestas y reclamos y, seguramente, algo de represión. Así funciona el “parches-para-ir-tirando”: un poquito de cada cosa hasta que el camino obsecuentemente perseguido “funcione” – que sería que mágicamente lleguen inversiones privadas externas.
Visto socialmente, ¿es lógico endeudarse fuertemente con el FMI para mantener un nivel de tipo de cambio simplemente para que calme las ansias por el dólar, pasándolos del Estado a manos privadas, incrementando la deuda externa y, quizás, hasta volviendo a salir del país, a la espera que “el libre-mercado” se calme y decida invertir?… Porque esa combinación más aceptada lleva a esta lógica de parches
Estos parches como “solución” para calmar las aguas es, además, un punto intermedio entre los que demandan implementar este “camino único y correcto” en forma más radical (“no al gradualismo”) y los que lo quieren tan suave – que consideran que puede existir sin ajuste alguno.
Así, es evidente que no hay espacio en discutir otro camino. En momentos en que Trump acusa a China de desvalorizar a propósito su moneda, en Argentina la devaluación se considera catastrófica. Se la toma como “pérdida del poder de compra del salario” o de explicación evidente de la instabilidad macroeconómica. Difícil debe ser hallar otro país que tan testarudamente se aferra a valorizar su moneda. También seguramente es encontrar alguno que con tanta facilidad abraza el libre-mercado como por siendo el camino seguido por los países ricos por definición, sin ninguna necesidad de averiguar si realmente fue así. O que considera que la injerencia del Estado en la economía es malo y punto y ver esto prácticamente como una distorsión autóctona argentina sin investigarlo. En suma, todas las otras combinaciones seguidas por otros países son descartas por una visión que parece mucho más compartida de lo que hacen creer que las virulentas disputas.
Qué queda? La pugna por distribución. Argentina vive presa de creerse un país rico, fantasía alimentada por la experiencia singular de principios del siglo pasado cuando, sin dudas, lo fue. La Argentina se otorga demasiados méritos por un crecimiento experimentado que tuvo su explicación en una coyuntura externa que le favoreció…pero que se acabó. En gran medida, la Argentina que se constituyó como sociedad y país a partir de la integración de la Pampa Húmeda a los mercados internacionales – tras un largo período de disputas internas – brotó en forma simultánea a ese espectacular crecimiento. Quizás de ahí, surgió la fantasía que el país es naturalmente rico – y no que lo fue en ese momento. Queda la impresión que las disputas, mordaces como son en innúmeros aspectos, no discuten cómo se generará riqueza, porque es como que coinciden que ésta ya existe – o no existe simplemente por la manipulación o la intencionalidad política del otro.
Este punto no es una novedad en el pensamiento económico argentino. Durante décadas ha sido señalado por importantes economistas, como Marcelo Diamand, Adolfo Canitrot o Aldo Ferrer. Incluso Jorge Sábato y Guido Di Tella se expresaron sobre las limitaciones a la que llegó la acumulación de riqueza que surgió a partir de la explotación de la Pampa Húmeda para la década de 1920. Pero parece para ese momento ya estaba instalada en Argentina “la explicación” de la confrontación dicotómica del por qué uno no goza la riqueza que le corresponde: “La causa contra el régimen”, la chusma radical, la Década Infame, el populismo peronista, los gorilas… Política, social y éticamente las visiones subjetivas sobre estos momentos pueden ser preservados. Y en esos sentidos, la confrontación puede seguir adelante – si se quiere…
Pero estos enfrentamientos no explican, por más que se insista, la caída de la riqueza argentina. Las disputas y las gestiones, es claro, pudieron agravar su disminución como así también, de hecho, favorecer un sector en perjuicio de otro. Sin embargo, no explican la disminución en el nivel de riqueza de la Argentina. Ésta, desde el fin de esa esplendorosa etapa, pasó a ser mucho menor. Recreando lo que alguno considera que fueron políticas correctas en esta etapa, aún si cierto, tampoco la regenerará. Sólo parece que existe, durante cortos espasmos, cuando la economía argentina recibe un poco de aire gracias a un incremento de demanda externa de productos primarios, como durante las dos guerras mundiales o recientemente con la soja para China – o cuando “artificialmente” se crea un como-si-existiera-riqueza apreciando fuertemente la moneda nacional (Plata Dulce, Convertibilidad, 2009-2017).
En esos momentos, resulta chocante como en los argentinos, en seguida de haber salido fuertes crisis económicas, rápidamente se encarnan pautas de consumo de país rico como si ese fuera el marco natural – y la crisis recién vivida, artificial. Como si se les estuviese devolviendo un nivel de consumo que les correspondiera que había sido hurtado por una gestión política. Así, la riqueza, cuando no está, es ‘culpa de ese otro’, cuando, en verdad, no está porque, simplemente, no existe. Y la discusión debería ser cómo generarla… sabiendo que, con la Pampa Húmeda sola, ya no alcanza.
* Profesor UFRGS (Brasil)
@Argentreotros