A PROPÓSITO DEL PENSAMIENTO DE ROBERTO CALASSO SOBRE LA “ACTUALIDAD INNOMBRABLE”. por Román Frondizi*
| 20 agosto, 2018Primera parte.
“L´Innominable Attuale”,[1] es el título del último libro –por ahora, porque según Calasso nunca y en nada hay un último sino en todo caso un penúltimo- de este grande y prolífico escritor italiano. Es una parte de un work in progress en la que desarrolla un tema sugerido en su “La Rovina de Kasch”[2] donde la expresión que da título a aquel libro aparece precedida y seguida por sendas líneas en blanco, espacio que ha venido a ocupar la obra que motiva las reflexiones que volcamos en estas páginas.
Se trata del mundo actual, una realidad huidiza, informe y grosera cuya enorme fuerza es padecida por el autor que trasmite su sufrimiento al lector: “La sensación más precisa y más aguda, para quien vive en este momento, es la de no saber cada día donde está poniendo los pies. El terreno es friable, las líneas se desdoblan, los tejidos se deshilachan, las perspectivas oscilan. Entonces se advierte con mayor evidencia que nos encontramos en la innombrable actualidad”[3].
Sin duda el ensayo de RC, lúcido, culto, fino y a veces sarcástico, vale el tiempo de su lectura como me decía Sergio Vacirca cuando, apenas aparecido, me regaló un ejemplar.
Nuestro autor goza de un status de excepción. De hecho, cubre diversos campos del saber: la historia, la filosofía, la política, la literatura, la psicología. Aparece como un escritor capaz de poner en paralelo nociones complejas con obras muy diferentes entre sí. Es tal el cúmulo de temas centrales, anexos y conexos, y la cantidad de conocimientos y palabras que RC mezcla en el crisol de su obra que para examinarlos a todos haría falta escribir un libro o una nota tan extensa que desbordaría el formato razonable para su publicación en “con-texto”, o bien limitarse a una simple recensión.
Por ello optaré por puntualizar algunas cuestiones de las tantas que plantean y desarrollan la mente y la pluma proteicas, incansables, implacables de Calasso.
I.- Nota preliminar.
Así como la actualidad de la que se ocupa RC es huidiza, igualmente huidizo es su pensamiento, irreducible a un género y a un estilo. Aunque no se lo podría considerar afín a las ideas que giran alrededor de la “muerte de la filosofía” (Derrida, Lyotard), ni considerarlo un intelectual “engagé” al modo de Foucault, me atrevería a decir que advierto ciertos vínculos con esa tentación filosófica tan francesa (“French Theory”), en su aspecto más absconce (Lacan, Althusser). También con ese giro argumental tan particular, tan característico de nuestra época, que consiste en entrecruzar nociones y dominios alejados unos de otros para hacer una síntesis “personal” que difícilmente esclarece los problemas ni abre puertas ni ventanas a miradas de posible superación de ellos. Su discurso no avanza en base a argumentaciones filosóficas, más bien es un mosaico de citas muy cultas, reunidas en su propio areópago por el autor y listadas como “Fuentes” a lo largo de quince páginas. Su escritura está puesta bajo el signo de la ambigüedad porque no se sabe bien si comparte o no lo que dicen los autores que cita. Sí confiesa que sus maestros son Nietszche, Robert Walser, Karl Kraus, Walter Benjamín, T.W. Adorno.
Lo cierto es que, como los escritores franceses, que siempre quieren demostrar algo[4], RC sienta numerosas tesis y, en esto, se muestra excéntrico respecto a ese eje de la literatura italiana formado, entre otros, por Italo Svevo, Dino Buzatti, Carlo Emilio Gadda, Cesare Pavese, Italo Calvino, Alberto Moravia y, para nombrar a un autor más reciente, Antonio Tabucchi. Es un novelista, un ensayista, un filósofo, un historiador? Es todo eso a la vez? La verdad es que, como ya dije, no se limita a un género. Se podría decir, simplemente, que es un escritor que establece sugestivos intercambios con diversas disciplinas ejerciendo el pensamiento como instrumento crítico y creador.
RC es un escritor inasible, está escondido en sus libros, como un animal oculto, enigmático y peligroso como dijo en su oportunidad Pietro Citati, otro escritor italiano incansable pero jovial. Como Citati no logro realizar de donde RC ha sacado el tiempo para leer tanto, ya que sus días son de 24 horas como los nuestros con el agravante de que muchas de estas horas las dedica su próspero negocio editorial. Conoce todas las literaturas: la griega, la latina, la italiana, la española, la rusa, la inglesa, la alemana, la francesa, la Biblia, el Corán, las Mil y una Noches, los historiadores árabes, el Tao, la literatura persa, la india, la móngola, la africana y los textos precolombinos [5].
Sin duda, un cerebro privilegiado. Aunque sospecho que, en realidad, debe tener por lo menos dos cerebros.
II.- Ciertas tribus habitantes de la actualidad innombrable.
Nuestro tiempo, la edad de la inconsistencia, una inconsistencia asesina[6], está habitado por ciertas tribus entre las cuales RC menciona a los terroristas, con particular referencia a los que él llama terroristas islámicos cuando en rigor debería llamarlos terroristas yihadistas, a los turistas, a los transhumanistas, a los algorítmicos. Se trata de variantes del homo secularis, un mutante que hoy se ha transformado en el hombre normal [7], que precisamente personifica a la inconsistencia.
Elijo referirme aquí a los terroristas.
Los terroristas son asesinos. RC afirma que están convencidos de que matar es el único modo de rasgar la superficie lisa de una sociedad absoluta, totalmente visible y separada de lo divino y de lo sagrado. El terrorismo que le interesa es el que él, como otros, llama “terrorismo islámico”. Calificativo generalizado, pero erróneo: se trata del terrorismo yihadista. Todos los yihadistas son islamistas, pero no es cierto lo contrario. Los yihadistas son grupos muy radicalizados, extremistas, que quieren imponer sus ideas y su modo de vivir por cualquier medio y consideran justificada la violencia, aún la más atroz[8]. Es decisivo aislar una cosa de la otra[9].
Para RC la potencia que mueve al terrorismo y lo hace apremiante no es ni religiosa, ni política, ni económica ni reivindicativa. Es el caso, la casualidad: la matanza casual es la que más miedo infunde. Lo que debe referirse al efecto del hecho puntual del terrorismo, no de sus causas que pueden ser y de hecho son otras. Hay muchos casos que son casuales, otros no tanto, como, p.e., el brutal atentado a “Charlie Hebdo”. A raíz de sus burlas y ofensas a Mahoma y al Islam ya había sufrido otros ataques desde 2011. Ello obligó a a Francia a cerrar institutos diplomáticos y educativos en Medio Oriente, como también le sucedió a los EE.UU. a raíz del film “Innoncence of Muslims”.
Entre la causas sociales o psíquicas del terrorismo yihadista nuestro autor escoge detenerse en una observación a la que adjudica suma importancia: la pornografía en internet habría contribuido, para él, a desencadenarlo. Los argumentos con los que sustenta esta idea no me parecen fuertes. Uno es el hecho de la coincidencia en la década de 1990 entre la difusión de la pornografía en red y la formación del terrorismo islámico en su último estadio (último? No es que nunca hay un último sino solamente un penúltimo?). Otro son las vicisitudes de un funcionario ministerial egipcio –Sayyid Qutb- durante su estancia en los EE.UU como estudiante de inglés y su participación en fiestas estudiantiles en las que se bailaba al son de una canción de Esther Williams. Vuelto al Cairo este personaje se transformó en un ideólogo de los “Hermanos Musulmanes” cuyas ideas habrían de inspirar al ayatolá Komehini y a Bin Laden. Agrega RC que precisamente el acceso ilimitado a la pornografía en internet habría invadido las mentes de los musulmanes con algo irresistible que los atraía y a la vez los escarnecía y los desautorizaba, y que los llevaría a ir más lejos: más allá del sexo solo está la muerte. Afirmación apodíctica, que choca con ciertas consideraciones ineludibles. La pulsión sexual integra el Eros que impulsa las distintas partes de la sustancia viviente unas contra otras para mantenerlas juntas. El Eros opera desde el inicio de la vida e interviene, precisamente, como pulsión de vida en contraste con la pulsión de muerte[10]. El bagaje pulsional del ser humano cuenta con una dosis inextinguible de agresividad que se encuentra al lado y en contraste con el impulso erótico, con el Eros, no más allá de él. La muerte no es lo que está más allá de la sexualidad, sino que está en contra de ésta. Y la sexualidad tiene una trayectoria riquísima en el Islam que se nota claramente en su literatura, que con notable influencia persa e india abunda en meditaciones y relatos altamente eróticos, técnicas, y consejos para mejorar la relación sexual y su goce. “Las Mil Noches y una Noche”[11] son cuentos maravillosos en los que se llama al pan pan y al sexo sexo y en los que hay tantas desvergüenzas sexuales y eróticas, frescas y adorables, que dejan al “Decameron” de Bocaccio como simples charlas de muchachas “liberadas”. Qué decir del “Jardín Encantado”[12] del jeque Al Nafzawi, lleno de sugerencias, descripciones sexuales para los amantes y relatos eróticos!. En cuanto al Paraíso, los musulmanes creen que rebosa de huríes cuya virginidad física se reconstituye después de cada penetración…De ello se hicieron eco, entre muchos otros, Flaubert, Nerval, Burton, Proust [13]. En suma: en el camino de la historia el proceso de civilización se debe al impulso del Eros – del que es parte integrante sustancial e ineludible la sexualidad- que reúne, agrega, organiza[14]. No es exacto que más allá del sexo está solo la muerte. Ni que la muerte -o la pulsión de muerte, agresiva, hostil, destructiva- sea algo hacia lo cual, por reacción contra ciertas formas de la sexualidad irá el yhadista. La pulsión de muerte está en contra no más allá del Eros que contiene la pulsión sexual. Ni tampoco podría identificarse, como dice Calasso, a la pornografía con la visión de un número ilimitado de cuerpos femeninos cumpliendo actos sexuales. Ello así, todo debe decirse: la sexualidad en el mundo del Islam tiene, en la actualidad, limitaciones que no aparecían en los tiempos de antes. La premisa, ella sí vigente desde siempre, es que el sexo entre el hombre y la mujer debe tener lugar dentro del matrimonio, con la salvedad de que para evitar matrimonios prematuros se pueden firmar contratos matrimoniales que posponen la ceremonia y que consienten que los jóvenes puedan tener relaciones sexuales y, p.e., continuar estudiando sin casarse. El sexo anal y la homosexualidad están prohibidos y son pecado mayor, pero no se persiguen en todos los países. Las relaciones extramaritales están severamente castigadas, pero la poligamia está permitida. También están permitidos los anticonceptivos y el sexo oral tanto para los hombres como para las mujeres, así como la masturbación siempre que la haga la esposa.
Dice RC que el carácter casual del terror hace que éste no necesite un responsable colectivo, una organización que lo comande. Llega al extremo de decir que el caso, la casualidad, es el responsable último de de los actos terroristas. La responsabilidad individual es inexcusable, pero los hechos desmienten a RC. El terrorista puede ser un “lobo solitario”, como se da no solo en el terrorismo “islámico” sino en los clamorosos casos que se verifican en centros educativos o comerciales de los EE.UU. a manos no precisamente de yidahistas. Pero en los casos de terror protagonizados por éstos, a título singular o en banda, es un hecho y no una opinión que hay una organización, un “mando supremo” que da las órdenes generales, contra el que hay que luchar y no solo con medios militares sino con todos los medios porque a todos recurre esa organización.
Para muestra basta un botón: el 21 de septiembre de 2014 y por medio de un audio-comunicado, Abu Mohamed al Adnani (1977-2016), por entonces portavoz oficial del Estado Islámico (EI), hizo un llamamiento —al que han seguido otros similares— instigando a cada musulmán a atacar a cualquier persona o país que esté en contra del EI: “Debéis atacar a los soldados, patrones y tropas de los tiranos. Atacad a la policía, la seguridad y a los miembros y agentes de la inteligencia. Amargad sus vidas y mantenedles ocupados. Si podéis matar a un infiel americano o europeo, especialmente a los vengativos y sucios franceses, o a un australiano, o canadiense o a cualquier otro infiel, incluyendo a los ciudadanos de los países que han formado una coalición contra el Estado Islámico, entonces confiad en Dios y matadlos de cualquier manera que podáis.
“No lo consultes con nadie y no busques el consejo de nadie. Ya sean civiles o militares, se aplica la misma regla.
“Si no puedes encontrar explosivos o munición, arrincona al infiel estadounidense, francés o de cualquiera de sus aliados. Aplasta su cabeza con una roca, mátalo con un cuchillo, atropéllalo con tu automóvil, arrójalo desde un lugar elevado, estrangúlalo o envenénalo.»
En igual sentido el ejemplo que pone el propio RC citando a “Rumiyah”, la revista del EI número de setiembre de 2016.
Es obvio que tales llamamientos a la yihad han multiplicado las masacres de los denominados “lobos solitarios”, cuya autonomía e imprevisibilidad dificultan su detección y apresamiento antes de la comisión de los atentados, y cuya acción se une a operaciones más articuladas, inclusive militares y de carácter territorial, llevadas adelante por el EI[15].
Otra nota que caracteriza a este terrorismo según RC es su carácter sacrificial : la víctima sería el terrorista y los que mueren en el atentado son el fruto benéfico de su sacrificio. Predominarían los casos del terrorista-suicida que se hace estallar o, por lo menos, repliega RC, se da por entendido que los terroristas terminen haciéndose matar. Sin duda que un terrorista, ahora y antes, sabe que corre peligro de morir como consecuencia del atentado que protagoniza. Nuestro autor trae a colación al Viejo de la Montaña, a Marco Polo, a Odorico da Pordenone, a Nietzsche, a Nicolás de Stael, a Hitler, a Stalin, a Durkheim, pero –sin perjuicio de la génesis y la evolución del sacrificio a lo largo de la historia humana y de su brutal expresión inclusive experimental en las dos guerras mundiales (curiosamente RC no menciona a Hiroshima y Nagasaki)- los hechos desmienten la afirmación de Calasso. Según las estadísticas publicadas por el Observatorio Internacional de Estudios sobre el Terrorismo (OIET) hasta todo el 2017 solo en el 36.7% de los atentados terroristas “islámicos” hubo inmolación.
Al terrorismo islámico lo singulariza, asimismo, para RC, el odio a la sociedad secular que es su primer enemigo. Esta afirmación debe, necesariamente, ser objeto de ciertas consideraciones no menores basadas, una vez más, en los hechos.
En los últimos años, individuos o grupos integrados o vinculados con el EI han perpetrado atentados terroristas en naciones oficial o socialmente musulmanas (entre otras, Irak, Túnez, Yemen, Turquía, Kuwait, Egipto, Líbano, Indonesia, Afganistán, Siria, Arabia Saudí y Bangladés) y en países occidentales o de mayoría cristiana (Francia, Bélgica, Estados Unidos, Rusia, Dinamarca, Alemania, etc.). Las víctimas mortales y los heridos se cuentan por millares; y muchos estados, además de sufrir enormes perjuicios económicos, han visto cómo el pánico se ha apoderado de buena parte de su población que, en la medida en que puede, engrosa –junto con la que escapa del hambre-la ola de refugiados que tanto impacto causa en países europeos. En 2017 los atentados fueron, en total, 1459 con 13.634 víctimas. De ellos, en Europa hubo 15 atentados con 62 víctimas.[16] Francia y Gran Bretaña fueron los estados más golpeados.
Hasta conseguir la ansiada islamización universal los yihadistas se consideran con derecho, si encuentran la ocasión, para ejercer la violencia como sea, cuando sea y donde sea contra todos aquellos que no les apoyan. Sin embargo, procuran seleccionar sus blancos. Sus víctimas preferidas son los propios musulmanes que no comparten sus opiniones y sus métodos. De hecho, el mayor número de atentados yihadistas se produce en países mayoritariamente musulmanes y más del 99% de las víctimas son musulmanes.[17]
En próximas notas examinaré el caso de los turistas, las vicisitudes de la sociedad secular, el período 1933-1945 en Europa y daré algunas conclusiones.
Buenos Aires, agosto de 2018.
*Román Frondizi: jurista, camarista federal, escritor.
[1] Calasso, R., “L´Innominabile Attuale”, Milano, Adelphi Edizioni S.P.A., 2017. Hay versión en español: “La Actualidad Innombrable”, Anagrama, 2018.
[2] Calasso, R., “La Rovina di Kasch”, Milano, Adelphi Edizioni S.p.A., 1983.
[3] Calasso, R., “L Innominabile…” cit., p .13.
[4] Así le decía con razón en una recordada conversación Juan Carlos Portantiero a Susana mi hermana.
[5] Citati, P., “Roberto Calasso o dell´Infedeltà”, La Repubblica, 11/03/1991.
[6] Calasso, R., “Li Innnominabile…”, cit., p´.14.
[7] Id.id., p.43.
[8] Entre las principales organizaciones yihadistas cabe mencionar a Estado Islámico, con fuerte inserción territorial y poderío económico y militar en Mewdio Oriente, Boko Haram en Nigeria, Al-Sahaab en Somalia, los Hermanos Musulmanes en Egipto, Red Hakkani en Afganistán, los Talibanes en Afganistán y Pakistan, Al Qaeda, etc. Boko Haram ha sido hasta 2016 el grupo terrorista más sangriento del mundo (cf. Institute for Economics and Peace, Global Terrorism Index”, Sídney-Nueva York-México, 2015., pg. 4.) .Opera en África Occidental (Nigeria, Níger, Malí, Chad y Camerún. A pesar de llevar años matando en nombre de Alá y provocando masivos desplazamientos de población, Boko Haram saltó a la fama mundial el 14 de abril de 2014, tras secuestrar a unas 230 alumnas —algunas siguen esclavizadas y en paradero desconocido— de una escuela situada en Chibok, al noreste de Nigeria.
[9] Una visión sintética del yidhaismo puede verse en Cavero Coll, J.P., “El Yidahismo: sus causas, su evolución y su realidad actual”, Madrid, Anatomía de la Historia, 2016.
[10] Freud, S., “Más alla del principio del placer”, en Obras Completas”, vol. XXVIII, Buenos Aires-Madrid, Amorrortu Editores, 1979, p. 97.
[11] “Las Mil Noches y una Noche”, texto de J.C. Madrus, traducción española de Vicente Blasco Ibáñez. Hay versión on line.
[12] Al Nafzawi, U.I.M, jeque, Madrid, La Fontana Literaria, 1975. Traducción española por José González Vallarino de la versión inglesa prologada y anotada por Sir Richard Burton.
[13] Bendriss, E., “El Sexo en el Islam”, Madrid, Anatomía de la Historia, 2014, passim
[14] Freud.S., “El malestar en la cultura”, en Obras Completas, cit.,vol. XXI, p.. 257.
[15] Cavero Coll,J.P., op. cit.
[16] OIET, cit., “Informe 2017”.
[17]Institute for Economics and Peace“, cit., pags.90-94.También:˂http://economicsandpeace.org/wp-content/uploads/2015/11/Global-Terrorism-Index-2015.pdf˃)
Buenos Aires, agosto de 2018.
*Román Frondizi: jurista, camarista federal, escritor.