CAVALLO: REAPARICIÓN DE UN POPULISTA NEOLIBERAL por Andrés Ferrari Haines
| 8 julio, 2018
La crisis cambiaria que vive la Argentina viene permitiendo que Domingo Cavallo, el ‘bocho económico detrás del encanto de la convertibilidad de los 90’, volviese a sugerir medidas económicas. Sólo en una sociedad perversamente confusa – ideológica y culturalmente -, esto es posible.
La experiencia de su plan mágico dejó un país económicamente destrozado. La pugna en torno a ‘la década ganada’ sólo fue posible por la divina entrada de la China e India al mercado mundial demandando commodities. Caso contrario, los resabios del legado del Super-Ministro hubiesen sido sentidos duramente en carne y hueso por los argentinos.
Pero, como si lo adeudado estuviese prometido, gradualmente se le está dando a Cavallo otra vez la oportunidad de experimentar con el malestar humano.
En realidad, en esto Cavallo sería sólo un soldado más de la cruzada neoliberal contra el bienestar de las sociedades en el mundo. Lo que lo distingue de sus pares es ese toque ‘nuestro’ que tiene: su promesa de magia inmediata.
El discurso neoliberal se caracteriza por prometer las mieles de sus medidas después de un duro ajuste. Eso fue lo que se dice que también sucedió en la Argentina después de la hiperinflación de 1989. Se dice que Menem, al asumir en julio de 1989, implementó así el modelo de mercado. Una verdad a medias…
Menem y su gestión Bunge & Born intentaron cumplir con el ABC del modelo neoliberal. Se decía, en esa época, que había que aplicar ‘cirugía sin anestesia’ y esperar al menos dos años para ver sus frutos. Dólar altísimo, corte de importaciones, reducción de gastos, aumentos de impuestos, flexibilización laboral, apertura de la economía – además de las privatizaciones – constituyeron el ‘pack’ de la operación.
Seis meses duraron los Planes B&B, y Menem recurrió en 1990 a la lógica de las cuentas fiscales manejadas como si fuesen las de dueña de casa colocando al contador de su familia – Erman González -, como Ministro de Economía. Después de poco más de un año, tremendamente recesivo, fue sustituido por Cavallo quién implementó en abril de 1991 el Plan de Convertibilidad.
Entre que Menem asumió y la convertibilidad pasaron poco menos de dos años. El ajuste recesivo no impidió brotes hiperinflacionarios. Más importante, la popularidad de Menem, según una encuesta de Mora y Araujo, que había sido en octubre de 1989 del 85%, se encontraba en 29% en febrero de 1991, mientras que la imagen positiva del plan neoliberal había caído de 72% a 17%. Las protestas y huelgas en 1990 se acercaban a los picos verificados durante la gestión Alfonsín.
Entonces, llegó el brujo. Era evidente que el modelo neoliberal tenía los datos contados, así como el propio Menem. Así, Cavallo convenció al FMI de que aceptara tres medidas que nunca había contemplado y que, incluso, miraba con desconfianza: dólar barato (y no caro); convertibilidad de la moneda y sistema financiero bimonetario.
Se dice que populista es quién ofrece realidades inviables para obtener apoyo político. Efectivamente, eso es Cavallo. Supo que en Argentina cualquier plan económico – por más tremendo y destructivo que fuera -, pasa en medio de una fiesta inicial de consumo, en particular si implica importaciones y viajes al exterior. El dólar barato de la convertibilidad liquidó de un chasquido los reclamos sociales mientras se disparaban las importaciones y el turismo externo.
Así, el modelo neoliberal en lugar de haberse aplicado como ‘cirugía sin anestesia’, se introdujo con la convertibilidad como ‘anestesia de la cirugía’.
Esto porque la garantía-dólar a la moneda nacional sólo resuelve eso: chau moneda nacional, hola dólar. Pero después viene un ‘mañana’: ¿cómo se consiguen suficientes dólares?
Ese problema fue resuelto rápidamente por las privatizaciones; pero mientras se acababan ‘las joyas de la abuela’ para vender, como decía Alfonsín, fue apareciendo la cruda realidad del chaleco de fuerza económica que implicaba tener una economía dolarizada, un tipo de cambio bajo y un sistema financiero bimonetario. A ojos sociales: fuerte recesión, altísimo desempleo, cierre de empresas…
No hay que olvidarse que el mago Cavallo durante la convertibilidad nos alentaba con que la Argentina no podía conformarse con ser menos productiva que Estados Unidos… En una entrevista de Página/12 el 19 de noviembre de 2000 le preguntan: “¿existe alguna manera de salir de la convertibilidad, se puede o se debe salir?”.
Y el mago responde:
“Creo que hay que salir del estancamiento de la productividad de la Argentina. ¿Cómo vamos a resignarnos a que la productividad de nuestra economía sea inferior a la de Estados Unidos? No podemos resignarnos a una calidad de vida como si fuésemos un país de baja productividad. Nosotros tenemos que encontrar la forma de que la productividad en la Argentina crezca a un ritmo mayor que en los Estados Unidos”.
Es que efectivamente es así; sin bajar precios internos y salarios en dólares por devaluación, quedan dos opciones para bajarlos: mayor recesión o mayor productividad. Y, como nuestra vara es el dólar, significa aumentar muchísimo la recesión o la productividad.
Como muestra del delirio de la propuesta mientras EEUU ocupaba el segundo puesto del ranking de competitividad mundial de 2001 del informe de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, la Argentina era 53° – detrás de la 38va. Trinidad y Tobago, por ejemplo.
Ahora que está de moda mirarse en el espejo de ‘un país serio’ sorprende que minutos después de dar esa entrevista no hubiesen llevado a Cavallo directamente, sin escalas, a un manicomio…
Pero no. Como Argentina tiene permanente sesgo hacia la originalidad, unos meses después es otra vez nombrado Ministro de Economía por De la Rúa, y además, reafirmando nuestra convicción de ser atraídos por la magia, en seguida – por ley – se le otorgan “súper-poderes”. Espectáculo que terminó con la explosión de 19 de diciembre de 2000 que lo llevó, rápidamente, a presentar su renuncia cerca de una medianoche marcada por una Plaza de Mayo plagada de gente cansada de no ver resultados agradables de su magia.
Después de semejante experiencia, que en ‘un país normal’ le hubiese valido un eterno olvido, aquí Cavallo reaparece. ¡Y con la misma propuesta!
Es decir, nuevamente Cavallo vende su receta populista, que es la que todos quieren oír: como la gente quiere ahorrar dólares, el gobierno debería facilitar a la gente el poder hacerlo.
Bárbaro. Pero después vendrá otro “mañana”. Y mañana, ¿qué pasará?
*Profesor UFRGS (Brasil)
@Argentreotros http://argentinaentreotros.wordpress.com