RECORDANDO A ALBERTO GINASTERA EN SU CENTENARIO Por Albino Gómez*
| 4 diciembre, 2016Los registros internacionales y todo lo que viene publicándose no solo en nuestros medios sino también en el exterior, como toda la programación ya establecida para el 2016 y 2017, en nuestro país, y por ahora en Brasil, Perú, México, Estados Unidos de América, Alemania, Suecia, España y Holanda, para ofrecer su obra completa, demuestran que es el músico clásico más importante que ha dado nuestro país. Como ya se han venido ocupándose en estos días de su obra calificados musicólogos y críticos, condiciones que no reúno, sólo deseo recordarlo como admirador de su música y por haber tenido el privilegio de tratarlo día a día durante casi tres semanas, cuando me tocó precisamente entre abril y mayo de 1967, ocuparme. como consejero cultural en nuestra embajada en Washington DC, del estreno mundial de su ópera Bomarzo cuyos textos pertenecen a Manuel Mujica Láinez. Para lo cual. debí tomar contacto directo con el director de la Opera Society de la ciudad, señor Hobart Spalding.
El caso es que el 14 de abril de 1967, el Boletín Oficial había publicado el Decreto No. 1347, cuyos considerandos decían: “Que el estreno de la ópera Bomarzo, cuyo libreto pertenece al señor Manuel Mujica Láinez y su música al señor Alberto Ginastera, durante la temporada de la Sociedad de Ópera de Washington, constituye un importante acontecimiento para la cultura argentina; que resulta conveniente aprovechar esta ocasión para auspiciar el viaje de las personas citadas, cuya presencia en Washington (DC) dará mayor relieve a la representación precitada.
Así las cosas, el 19 de mayo de 1967 se produjo el estreno mundial de Bomarzo en el Lisner Auditorium de la Capital de los Estados Unidos,.A su término, el público aplaudió de pie y con entusiasmo durante casi diez minutos. Los corresponsales de nuestra revista Panorama y de la agencia United Press destacaron especialmente la presencia de Hubert Humphrey, vicepresidente de los Estados Unidos; de Eugene Rostow, subsecretario de Estado; y de otros ya importantes personajes como Ted Kennedy, Arthur Schlesinger, James Symington, jefe de ceremonial de la Casa Blanca y de tantos otros que luego participaron también de la extraordinaria recepción que se brindó en la embajada de nuestro país, a la concurrieron profesores de varias universidades locales, diplomáticos extranjeros, argentinos residentes e invitados que llegaron desde Buenos Aires, como Jeannette Arata de Erize y Leonor Hirsch de Caraballo, los críticos Jorge D’Urbano y Emilio Gimenez, el periodista Horacio Estol, el escritor Omar del Carlo, los pintores argentinos Honorio Morales y Silvia De Toro, el músico Alcides Lanza…Una lista interminable en la que no faltaron los integrantes del elenco encabezados por Tito Capobianco, autor del verdadero lujo visual de la obra, y el famoso Julius Rudel, que ya había dirigido en el New York City Opera el estreno estadounidense de Don Rodrigo, otra importante ópera de Alberto Ginastera. En fin, la larga lista de invitados llegó a un número aproximado de cuatrocientos, que cubrieron los salones de la embajada estupendamente decorados a la manera de Bomarzo, incluidos sus monstruos.
El éxito de la obra fue total y así la consagró la prensa norteamericana y la nuestra, pero mucha más notoriedad internacional se la otorgó su posterior censura, sancionada paradójicamente por el mismo gobierno que la propiciara. Al parecer, muchas descripciones periodísticas que se referían a cierta constante referencia al hecho sexual y a la violencia en sus más variadas posibilidades, alertaron la “sensibilidad moral” del general Juan Carlos Onganía, quien impidió su representación en el teatro Colón. Semejante censura constituyó un escándalo en el mundo musical internacional..Y como cuenta su hija Georgina Ginastera en el libro De padre a hija de Cecilia Scalisi, Alberto Ginastera decidió retirar todas sus demás obas del Colón hasta tanto repusieran Bomarzo, lo cual ocurrió recién en 1972.
Por supuesto, después de transcurridos 49 años, nadie recuerda ya a los artífices de la censura, en cambio, Bomarzo, y toda la obra de Mujica Láinez y la de Ginastera, siguen ganando públicos en nuestro país y en el mundo entero, porque afortunadamente sigue siendo cierto aquello del “ars longa, vita brevis”: el arte es largo, la vida breve.
*El autor, es diplomático, periodista y escritor.