REFLEXIONES SOBRE LA EFICIENCIA Y EL DESARROLLO por Iván Greco*
| 4 diciembre, 2015A prueba de ideologías
Un antagonismo ilusorio nos tiene atrapados en su dicotomía. Sobre cimientos que merecen ser deconstruidos, “Estado” y “Mercado”, aparentemente enfrentados, tienen un entrelazamiento multidimensional que en los últimos 40 años se ha ido intensificando en las estructuras burocráticas, luego del ocaso a nivel global de las políticas de Bienestar iniciadas a fin de la segunda guerra mundial.
El criterio de “eficiencia” económica y productiva va ganando cada vez más territorio. La Política y la Economía están ahora estrictamente relacionadas y resulta difícil disociarlas. En esta escena, donde la fusión entre lo público y las lógicas de mercado pareciera estar en una fase avanzada, la inauguración de un nuevo capítulo del clásico enfrentamiento va perdiendo sentido. No obstante, este nuevo metabolismo a su vez va creando nuevos espacios para el debate.
Si bien por estos tiempos este entrelazamiento es más visible con la inserción de los mercados financieros en diversas estructuras gubernamentales a nivel global, las actividades productivas no son ajenas a esta diseminación en el sistema. En especial en Latinoamérica, las de corte de extracción de materias primas, tales como hidrocarburos, metales y minerales, productos agrícolas y biocombustibles, parecieran ser un buen ejemplo de ello.
Podemos entonces describir el rol de la región en el sistema productivo global. Antes, debemos aclarar que la mención a esta aparente “bipolaridad” entre “Estado” y “Mercado”, residente en el imaginario colectivo latinoamericano, sólo se ha correspondido con el relato de los distintos gobiernos de turno en la región. Resalto este carácter meramente discursivo, debido a que, tanto la permisividad como las políticas de adaptación institucional para la comodificación sin límites, no han sido interrumpidas por los distintos gobiernos en la región. Es difícil obviar que éste sea paradójicamente un rasgo homogeneizador, ya que de alguna manera, en los temas que nos ocupan, se erosiona la discriminación entre “izquierdas” o “derechas”, o inclusive, entre gobiernos que han surgido a raíz de la elección popular o por vías no democráticas.
Los gobiernos progresistas de Latinoamérica que han llegado en algunos países al poder después de los regímenes de facto, a partir la década de los 80, han sido diferentes en diversos aspectos y han operado en distintos contextos locales. No obstante, ninguno ha traído cambios sustanciales a las políticas de corte extractivista (Gudynas, 2009). Es decir, los estados nacionales han tenido un papel activo en este proceso, con intervenciones directas o indirectas facilitando los proyectos de infraestructura necesarios para adecuar la matriz productiva a los intereses globales.
Según Escobar, estos gobiernos "…en su afán por superar el modelo neoliberal, (…) han revitalizado el desarrollismo en nombre del cambio radical. Lo llamado post neoliberal acarrea muchos de los lastres del período que supuestamente habría terminado, más muchas trampas del desarrollismo convencional" (Escobar, 2010: 23). Tal es así que el papel de América Latina como proveedor mundial de materias primas es descripto por lo que algunos autores llaman consenso de las commodities (Svampa y Viale, 2014). El término es una suerte de analogía con el del consenso de Washington. Se refiere a la forma en que los sistemas y las instituciones locales son alineados con el fin de exportar a gran escala recursos naturales y a su vez, es un intento de describir que hay una profunda legitimación en red de los proyectos de infraestructura necesarios para dicha tarea. Ejemplo de ello es la tan controversial minería a cielo abierto, cuyas problemáticas socio-ambientales van de a poco ganando visibilidad en las plataformas de comunicación hoy existentes. En este sentido, el objetivo inmediato de cada gobierno nacional ha sido la obtención de superávits en sus respectivas balanzas comerciales, atrayendo la inversión extranjera para trabajar en asociación con los gobiernos como un aspecto clave en las estrategias de desarrollo (Gudynas, 2009).
Extractivismo
Los proyectos localizados, derivados del modelo extractivo, ya sea con la extensión de la frontera agropecuaria (principalmente sojera) en Argentina o con los proyectos de minería a cielo abierto a lo largo de toda la cordillera Andina, se están expandiendo en gran escala. Son intensivos en capital de avanzada tecnología y no utilizan grandes cantidades de mano de obra (Colectivo Voces de Alerta, 2011). El modelo tiene como uno de sus componentes el hecho de que el impacto ambiental y social de la extracción de materias primas recae pesadamente en la región, mientras que el consumo de los productos se lleva a cabo en otros lugares del planeta (PNUMA, 2013). Esto último, intensificando una clara tendencia de expulsión de la población de los territorios hacia los grandes conglomerados urbanos. No debe llamarnos la atención en este contexto, que aproximadamente el 60% de la población mundial vivirá en ciudades para el año 2050 y que la región latinoamericana ya presente una acelerada tendencia en este sentido en comparación con la del promedio mundial (OIM, 2015).
La adaptación de las reglas de juego locales y regionales a dinámicas de producción mundial resulta en que algunos de los componentes de lo que denominamos “fronteras”, tradicionalmente custodiadas en el imaginario colectivo por la institución del "Estado nacional", comiencen a desvanecerse (Sassen, 2006). Es así que a una velocidad sin precedentes, regiones enteras y sus respectivas comunidades locales se encuentran, a través de estos proyectos, forzosamente “conectadas” con el sistema económico mundial. Es aquí que algunas categorías tales como lo "local" o lo "global" comienzan a desdibujarse. Según Sassen (2006), en un intento de explicar "las múltiples dimensiones espacio-territoriales e institucionales de la frontera" (p.220), las cadenas de commodities son un ejemplo de categoría que no responde necesariamente a lo “local”. Asimismo, las localidades de exportación minera son una instancia de articulación directa con los circuitos globales.
Estas estrategias para el desarrollo que visiblemente están alterando las configuraciones territoriales hacen que, en un chasquido de dedos, millones de ciudadanos latinoamericanos deban hacer frente a los cambios en las relaciones asimétricas de poder. Es también de mencionar que la carencia o precariedad de roles genuinos de participación otorgados a los actores locales en las decisiones productivas, les impiden expresar sus preocupaciones y hacer uso de los conocimientos adquiridos históricamente, lo cual significa que están en una posición desventajosa frente a "nuevos" y poderosos actores globales.
¿Qué es desarrollo?
El discurso de “desarrollo”, dominante en los últimos 40 años, otorga a la naturaleza el rol de proveedora de los recursos necesarios para el crecimiento económico (Escobar, 1996). Es aquí donde es importante tener en cuenta lo que la construcción del concepto significa. Desarrollo denota un elemento normativo. Se trata de algo relacionado con "el deseo de” y no necesariamente de algo que se ha verificado con las observaciones. Es por eso que subyace una idea de prioridad programática en cuanto a convertir los territorios en lugares donde se plasmen objetivos de maximizar eficiencia y reducir costos, lo cual va de la mano con los modelos de desarrollo que se observan en la región latinoamericana, sin importar el color del gobierno de turno. La búsqueda inequívoca del crecimiento económico nacional y una matriz de producción basada en la extracción de los productos primarios son ejemplos de estos elementos normativos.
Según Escobar (1996, 2005) la crítica al concepto de desarrollo tiene su origen en las ideas post estructuralistas, como las de Foucault y Deleuze en cuanto a cuestionamientos sobre la epistemología realista. En este sentido, se describe la construcción de discursos y prácticas que ayudaron a crear la idea de un "tercer mundo" o regiones "subdesarrolladas".
Es precisamente parte de la sociedad del tercer mundo, que se suponía sería destinataria de los beneficios de estos objetivos epistemológicamente realistas, la que paradójicamente plantea y hace visible algunas preguntas sobre la veracidad de los beneficios del desarrollo y sobre los medios que están siendo utilizados para alcanzarlos (Tortosa, 2011). Es en la observación de este tipo de respuestas a discursos hegemónicos donde varios autores de América Latina han comenzado a describir las bases de cuestionamientos de las dinámicas de desarrollo establecidas en la región y también a descompilar las formas en que se construyeron dichos conceptos. Ellos son los denominados post-desarrollistas (Martínez Allier, 2015)
Dentro de este nuevo marco, algunos autores han comenzado a describir estos procesos como "mal" desarrollo (Tortosa, 2011 y Svampa y Viale, 2014). Esta crítica hace hincapié en que el sistema de desarrollo vigente en el continente tiene un rango de características insostenibles. Estas deben ser tratadas desde perspectivas multidimensionales a la vez: sociales, económicas, ecológicas, culturales y políticas, entre otras, de la mano de un instrumental teórico provisto en gran medida por la relativamente nueva ecología política. La pobreza, la desigualdad, la degradación del medio ambiente y una relación negativa entre el crecimiento económico, la libertad y el respeto de los derechos humanos constituyen el marco para la noción de “mal” desarrollo (Svampa y Viale, 2014).
En línea con estos cuestionamientos, podemos mencionar que la retórica del desarrollo no presta atención al cuidado de las economías regionales o al aprecio del valor de las formas alternativas de producción. Es entonces que se acepta que existan territorios que puedan ser “sacrificados” en nombre del “progreso” nacional o del “bienestar general”. Estos se denominan “zonas de sacrificio”.
Es este el contexto en el cuál se van desarrollando las actividades productivas de la región, con una vorágine que generalmente impide que gran parte de la sociedad civil responda frente al poderío de discursos y prácticas arraigadas de manera creciente durante los últimos 40 años.
Un giro necesario
La adecuación genética del aparato estatal a los embates de las necesidades de los mecanismos de mercado, tanto financieros como productivos, ha abierto una nueva era. “Estado” en oposición a “Mercado” ya no parece ser una contrastación del todo pertinente. En ese contexto, se debe entender que la evidencia que arrojan los últimos años es que la clásica división ideológica/partidaria en este sentido, por parte de gobiernos de izquierda, centro o derecha es un tanto inverosímil. Las ininterrumpidas versiones “regionales” del desarrollo parecen así demostrarlo.
En respuesta a esto, el nacimiento de marcos conceptuales, como por ejemplo el de la ecología política, ha traído consigo herramientas que permiten analizar problemáticas, por ejemplo de corte socio-ambiental, desde una perspectiva multidimensional. Es recurrente ver que en el creciente afán por dar explicaciones unidimensionales o sesgadas frente a “lo que ocurre” en los territorios, generalmente, se tropieza debido a una miopía en el análisis de las múltiples interrelaciones de los sistemas: económicos, políticos, sociales, ambientales, etc.
Ante esta confusión general, es necesario lograr, en un marcado baño de humildad por parte de todos los que nos apasiona crear y compartir conocimiento, las limitaciones que existen para lograr explicaciones concretas a problemas complejos. Los abordajes multidimensionales e interdisciplinarios, en tiempos donde el poder de la comunicación en red puede proveer el oxígeno necesario para iniciar ese tipo de combustión, son imperativos. Y esto debe aplicarse a todos los terrenos del conocimiento y de ámbitos de acción: público, privado (o en sus diversos niveles y grados de combinación) y académico. Este es el principal problema a resaltar: el exceso de universalización de disciplinas particulares, teniendo como principal ejemplo ilustrador al de la aplicabilidad de las reglas económicas a múltiples ámbitos. Esto ha tenido como consecuencia una obsesión por explicar todo con herramientas insuficientes e inconexas.
De la misma manera, es combinando esos marcos teóricos con criterios que revisen los conceptos más aceptados de los paradigmas vigentes como lo es el de “desarrollo”, en base a un permanente diálogo y al hecho de elevar la vinculación de la participación ciudadana en las decisiones de organización territorial, la forma en que precisamente estos conceptos pueden ser cuestionados. En este sentido, se podrán obtener resultados creativos, inclusivos y tal vez, construcciones de epistemologías alternativas.
Partiendo de la afirmación de que existe un consenso científico considerable respecto de problemas de magnitud planetaria tales como el agotamiento de los recursos naturales, el calentamiento global fruto de las actividades del hombre, la obscena concentración de la riqueza, los altos niveles de pobreza, desnutrición y de acceso al agua potable, las visibles migraciones de pueblos enteros, desatadas como consecuencia de combinaciones multiescalares de todo lo anterior, el abordaje de estas temáticas debe ser iluminado con la inacabable luz de la imaginación que articule la participación de múltiples actores. De esa manera, dentro de los ámbitos donde surgen las decisiones que tienen un impacto concreto en la condición de vida de la población mundial, se verá una gimnasia hasta ahora poco practicada, y esto también aumentará la probabilidad de emergencia de discursos alternativos.
* El autor es Licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires y ha finalizado un programa de Maestría en Desarrollo Sustentable en la Universidad de Uppsala en Suecia.
AUTOSUFICIENCIA ENERGÉTICA.
La autosuficiencia energética se compone de varios componentes básicos:
“LA MEJOR ENERGÍA, LA MAS VALIOSA ECOLÓGICAMENTE, ES LA QUE NO SE GASTA, SE AHORRA, EN EL MISMO EFECTO DESEADO”. Ahorrando entre 50 y 95% de energía utilizada.
Utilizar todo el material orgánico excedente, en el Biodigestor, para convertirlo en Biogás y fertilizante.
Acoplar al Biodigestor el sistema natural de “Fotolísis”, para liberar el Biogás de dióxido carbónico y el sulfuro de hidrogeno, para aumentar la producción de Biogás y convertirlo en Biometano, además gasificar el agua en Hidrogeno y Oxigeno, obteniendo el Biofotogás.
Con esos tres componentes se asegura la independencia energética familiar y basura cero, cambiando totalmente el paradigma de la vida habitual. En plena concordancia con la Creación, sin emisión de gases invernaderos ni efecto de cambio climático.
Eso cumple también con la Directiva de Unión Europea 15/06/2009(17h, 07'),” para aprobar la ley, en el año 2014 y que debe entrar en vigor el año 2018, que dice:
“Los edificios nuevos deberán desde esa fecha, proveerse por si mismas, de la energía en ellas utilizada.” Lo que se va expandir a los edificios existentes. Ó sea:
LA AUTOSUFICIENCIA ENERGETICA!!
(Sin provisión energética del exterior al edificio)