CLAVES PARA ENTENDER LAS PRÓXIMAS ELECCIONES EN ARGENTINA por Roberto Cortés Conde*
| 20 octubre, 2015Publicado en El Imparcial el 18-10-2015
Al tiempo de escribir estas líneas faltan pocos días para las elecciones generales donde se elegirán nuevo Presidente, legisladores nacionales provinciales y municipales .Hasta hoy las encuestas reflejan la misma indefinición de las primarias de octubre por lo que no se sabrá probablemente hasta el día del comicios si se consagra un Presidente en primera vuelta, o si habrá que esperar a una segunda en noviembre. Sin embargo, los otros cargos, – a los que casi no se presta atención- autoridades ejecutivas provinciales o comunales quedarán elegidos el próximo domingo , las ejecutivas provinciales como en Buenos Aires por mayoría simple y las legislativas por representación proporcional. Y aquí está el problema, salvo para el Presidente esta elección es definitiva. Por eso le cuesta tanto a la oposición ponerse de acuerdo para coincidir en un solo candidato.
El régimen electoral que rige para las presidenciales , un ballotage sui generis producto de la picardía local fue concebido en la reforma constitucional de 1994 por el que con el 45 % de los votos, o un 40 % si lleva más de 10 puntos al segundo se gana la elección. En las primarias de octubre no se produjo la concentración de los votos en los dos primeros ya que el oficialista Scioli (kirchnerista) obtuvo poco menos del 40 %, y las coaliciones de cada uno de los dos opositores Macri cerca de 30 % a Massa un 20 % . Contrariamente a lo esperado las encuestas en las semanas siguientes no registran que los votos opositores se volcaron al segundo y si, en cambio, los votos del tercero se resten del segundo (los dos opositores ) ganaría el candidato oficialista, cuando, si hubieran ido juntos , los opositores habrían ganado. Las encuestas hasta hoy muestran diferencia mínimas respecto a octubre por lo que dado los errores de muestreo no dicen nada. Todo demasiado ajustado para hacer pronósticos .
El peculiar “ballotage” argentino en la elección presidencial fue pensado para favorecer al partido mayoritario en el gobierno. Si se agrega el hecho que se reúnen en una misma elección las de Presidentes y legisladores, uno con doble vuelta y otros con una simple, los que no tienen posibilidades de obtener la presidencia todavía tienen la necesidad de defender a sus miles de candidatos a legisladores nacionales provinciales , municipales que no solo se votan al mismo tiempo sino en una lista común (la sabana) donde resulta muy difícil cortar para discriminar el voto según los cargos. Como la costumbre es que los electores no cortan boleta, la figura del candidato a Presidente arrastra a las demás, lo que explica porqué a la oposición le cuesta ponerse de acuerdo en un candidato común a la primera magistratura, ya que sin él en su propia boleta tendría muchos menos votantes para los otros cargos, que es donde se coloca la estructura territorial de los partidos. Por eso puede darse el caso, que parece absurdo, que los partidos opositores se dividan sabiendo que así dejan ganar al que menos quieren. Los lleva a ello la mecánica de elecciones conjuntas con regímenes diferentes pero sobre todo una boleta en que están todos los cargos, en vez de tener boletas separadas por cada uno.
En el régimen político argentino que se va acercando al de un partido hegemónico han quedado definidas dos coaliciones , una de los que están en el gobierno ( en las distintas versiones transformistas del peronismo) en las jurisdicciones nacional, provincial y municipal y otra la de las varias fuerzas políticas opositoras que tienen la común identidad de que su destino en el juego es perder. En la práctica las reglas y el uso de los dineros del estado hacen que la competencia sea muy desigual. Los que están en el poder tienen a su favor una endiablada complejidad electoral, con reglas de juego diseñadas para que ganen dejando a los que están afuera el derecho a participar para cumplir con el deber de perder.
En el ámbito de la economía , con no escasa incidencia electoral y con no poca habilidad del gobierno, usando las reservas del Banco Central se evitó un estallido con una gran devaluación y se ha logrado difundir una sensación de normalidad tan irreal como la de muchos europeos en vísperas de las guerras mundiales. Pero los enormes desequilibrios que deja esta administración , déficit fiscal, emisión inflación, casi agotadas las reservas son más que nubes amenazantes para los próximos meses. Casi seguramente como pasó con Dilma Russeff el que tome el timón en diciembre se verá con grandes dificultades.
Probablemente en los próximos días un porcentaje muy pequeño del electorado se moverá en una u otra dirección consagrando al nuevo presidente o postergando la decisión para noviembre y en una u otra fecha se sabrá si al país se le abre el camino a una razonable alternancia o continúa con los mismos que desde hace doce años han mostrado una voluntad férrea por perdurar en el poder.
*Profesor Emérito Universidad de San Andrés
Presidente de la Academia de Historia