EL LABORISMO INGLÉS, LA UCR Y EL GENERAL SAN MARTÍN por Alberto Ferrari Etcheberry
| 16 septiembre, 2015“Yo no soy seguidor de encuestas”, le oí decir duramente a Raúl Alfonsín contestando a un dirigente radical que pretendía que adaptara su discurso a la convertibilidad de Menem y Cavallo. El argumento: los sondeos de opinión.
Luego esos mismos radicales impusieron a Alfonsín la voz de las encuestas y así Fernando de la Rúa, lo opuesto a Alfonsín , fue candidato y luego Presidente, junto a otro defensor de la convertibilidad, Chacho Alvarez, quien con esos radicales logró la hazaña: el retorno de Cavallo; crisis, corralito, protestas, helicóptero y desaparición gradual, y acelerada, de la UCR, firme seguidora de encuestas hasta la caricatura de hoy: Macri.
El Partido Laborista británico iba por el mismo camino; por supuesto que a la inglesa. Era el camino que antes habían recorrido los tories, el Partido Conservador, con la jefatura de los nuevos ricos Margaret Thatcher y John Major que llevó a la nunca igualada derrota de 1997. Claro que, rápidamente, los reales dueños de la pelota y dominadores de la prensa dieron vuelta esa derrota adjudicándole el triunfo a la sabiduría de Tony Blair y el New Labour: business are business y no importa con quien.
Los tories recuperaron su base social cuando volvieron a un liderazgo tradicional de graduados de Eton y jinetes cazadores de zorros: Cameron y Osborne, una forma adecuada para convivir con la prensa de Murdoch, la City y sus principales inversores: los jeques árabes y los oligarcas rusos. Los dueños de la pelota estaban tranquilos: la opción era Cameron en alianza con los liberales demócratas o el New Labour de Blair o Ed Miliband : todo igual y sin peligros a la vista.
La casi desaparición de los liberales en las elecciones de 2015 obligó a los dominadores de la prensa a transformar el mediocre resultado electoral de Cameron en apabullante derrota de Labour, oscureciendo que los laboristas habían aumentado más sus votos que los tories pese a haber perdido totalmente el tradicional apoyo en Escocia; situación que, para desfigurarlo, se presentaba como efecto del nacionalismo separatista escocés y no como repudio al New Labour.
La salida de Miliband y la elección de su reemplazante abrió otra oportunidad: agregar a la debilucha mayoría de Cameron un claro liderazgo laborista tipo Blair, usando los cambios organizativos traídos por el New Labour para su propio beneficio, y la amenaza que la prensa exaltaba y los candidatos a líder repetían: las encuestas muestran que, de no ser así, nunca más habría gobierno laborista.
Y ocurrió lo inesperado por quienes no veían o pretendían no ver que la base social y cultural del laborismo no había desaparecido ni había sido captada por el canto tory-blairite. El resultado electoral lo mostraba, pero mejor ocultarlo.
Un legislador (MP) durante 30 años, siempre como backbencher, esto es, los del fondo que no cuentan, que consiguió con lo justo las condiciones reglamentarias concebidas e impuestas por New Labour para no sufrir sustos, asumió la tarea de probar que el partido Laborista no estaba muerto. Esto es: el Labour de origen obrero y sindical; el que enfrentó el apaciguamiento tory con Hitler; el que se alió con Churchill, el viejo enemigo, para salvar a Inglaterra en la segunda guerra; el que derrotó a ese mismo Churchill en su hora más gloriosa para cobrar el precio de su apoyo: la instauración del estado de bienestar y la socialización de la medicina; el laborismo de Atlee y los sindicalistas obreros Bevin y Bevan. En suma el laborismo del programa estatista y socializante fabiano derogado por Blair.
Jeremy Corbyn obtuvo una aplastante victoria y es el nuevo líder del Partido Laborista porque durante 30 años no aceptó la metamorfosis que se le quiso imponer con las encuestas y desde la prensa estilo Murdoch, soporte de Blair.
Yo no sé qué pasará en adelante. Se me ocurre que el futuro, probablemente cercano, es afín a lo que ocurra en la Europa continental, tanto más maltrecha, en ideas y en hechos, que la isla británica. Pero creo que debe celebrarse el ejemplo de limpieza y claridad que significa el triunfo del luchador, abstemio, vegetariano, ciclista Corbyn, cuya modestia contrasta con la del enriquecido Blair.
No sé si ganó la izquierda, pero está claro que perdió la derecha.
Corbyn pudo haber dicho “yo no soy seguidor de encuestas”. Así fue su conducta , sin la pedestre demagogia que niega la propuesta que es la sustancia de un real partido político. Así, con Corbyn, el laborismo rechaza el camino que están siguiendo los radicales argentinos.
Aunque resulte paradójico no fueron los radicales sino Corbyn y los laboristas ingleses quienes entendieron el mensaje de nuestro libertador general San Martín :
Serás lo que debes ser, o si no, no serás nada.
Septiembre 15 de 2015.
(*) UNTREF.Director del Instituto de Estudios Brasileños