TECNOLOGÍA Y SINGULARIDAD por Laura Arias*
| 25 octubre, 2014Con respecto a la tecnología y los objetos que ofrece el mercado, nos interesa abordar no solo el efecto que producen sobre la subjetividad, más específicamente, sobre la capacidad de raciocinio y sobre las condiciones de crear y ejercer la singularidad, como así también las consecuencias que producen en el establecimiento de los vínculos interpersonales y en el encuentro cuerpo a cuerpo con el otro.
Michel Foucault en Fragmentos sobre biopolítica manifestó que«el control de la sociedad sobre los individuos no sólo se efectúa mediante la conciencia o por la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo». Sobre esta base, tratamos de pensar si este concepto es una herramienta suficiente en el contexto actual para pensar el impacto de las tecnologías sobre los niños y adolescentes o si, más bien, en oposición a lo que sostiene Foucault ese control lo genera el propio individuo sobre sí impidiendo una acción que genere singularidades. En ese sentido, nos interesa interrogar si la intimidad del sujeto es atacada por las redes sociales o es el individuo quien ataca su propia intimidad; si es el Estado que esclaviza o es el individuo que se esclaviza sometiéndose a los aparatos tecnológicos, con el aislamiento y la soledad que esto implica, a la vez, que el lazo social se presenta cada vez más frágil. En la actualidad,está a la orden del día la preocupación por la cifra, por la estadística, por la evaluación que apunta políticamente al control de los individuos.
Nos interrogamos, entonces, por el surgimiento de la singularidad cuando esta es obturada por el discurso del Estado, de la ciencia y de la tecnología. Sin embargo, no desconocemos que las tecnologías pueden tener un uso para el sujeto que no necesariamente aplasta la subjetividad: es sorprendente el uso que un niño puede hacer de ellas cuando localizamos la función que tienen en cada caso. De este modo, nos preguntamos cómo se puede generar,en el interior de las instituciones, un espacio para que el niño y el adolescente puedan hacerse responsables de su propio malestar, puedan responder con su síntoma al interrogarse a sí mismo sobre el sufrimiento que están experimentando, sufrimiento que, además,afecta a un cuerpo que interpela y cuestiona al ideal, a la norma, a lo que, como dice Lacan, se pone a contramano del discurso del amo impidiendo que este marche.
Si la salud se define como el silencio de los órganos, el inconsciente, en tanto nunca calla, se presenta opuesto a la pretensión de la evaluación y la cifra, a la armonía de la así llamada salud mental; inconsciente que marca la singularidad y pone en juego un modo particular de satisfacción personal. Dar lugar a eso que no calla en los niños y los adolescentes es enfrentarnos al sufrimiento y al dolor para darle forma de modo singular, dar lugar a la herida y al dolor constitutivos de la condición humana por estructura. Buscamos pensar cómo introducir la experiencia que, en muchos casos, la tecnología parece haber alejado del hombre.
*Dra. Laura Arias
Psicoanalista, Profa. Historia de la Cultura, UCA.