TRASLADO DE LA CAPITAL FEDERAL por Elva Roulet*
| 31 agosto, 2014PROYECTO DE LA PRESIDENCIA DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS DE LA NACIÓN
Reflexiones sobre su análisis y argumentación
Agradezco la presentación que se me hiciera del proyecto y el intercambio de ideas sobre el mismo mantenido en la reunión realizada con los representantes de la Dirección de Relaciones Internacionales de la Presidencia de la Cámara de Diputados.
Antecedentes
La ubicación de la Capital Federal de la República Argentina ha sido un tema permanente de análisis y confrontación en la historia del país desde su conformación. La disputa por su ubicación en la ciudad de Buenos Aires quedó reflejada en la Constitución de 1853que, en su artículo 3º, adoptaba a la ciudad de Buenos Aires como capital, en la secesión de la provincia de Buenos Aires, en la reforma constitucional de 1860 que modifica el artículo 3º para dejar librada su designación a una ley especial del Congreso, lo que se tradujo en el ingreso de dicha provincia a la Confederación Argentina.
La capitalización de Buenos Aires en 1880 luego de múltiples confrontaciones, incluso armadas, se encontró con una fuerte oposición expresada en la Legislatura de Buenos Aires por el Diputado Leandro Alem cuyo extenso y fundamentado alegato ha sido considerado una PROFECÍA, que la realidad del desarrollo posterior del país no hizo sino confirmar.
A partir de entonces, ya en 1898 el político y ensayista José Bianco en su obra “Ensayo sociológico” proclamando la unión nacional, el equilibrio político y social, el progreso y los intereses permanentes de la República afirma que ello determina la necesidad de la traslación de la Capital Federal a otro punto. Ensayistas y estudiosos se ocupan del tema durante todo el siglo XX y desde 1890 la cuestión de los desequilibrios regionales y de la macrocefalia de Buenos Aires transitan por el Congreso de la Nación en múltiples proyectos. En ellos se proponen el traslado de la capital o la realización de estudios con éste propósito, buscando una cierta “centralidad geográfica” en el territorio de la Argentina históricamente poblada.
En 1986, el presidente Raúl Alfonsín anuncia su propuesta de traslado de la Capital Federal a ubicarse sobre el Río Negro (cuya importante cuenca se desarrolla íntegramente sobre territorio argentino vinculando la cordillera andina con el océano Atlántico) en el sitio de Viedma – Carmen de Patagones, en el límite de las provincias de Río Negro y Buenos Aires. Su ubicación vincula el espacio geográfico de poblamiento histórico del país – la Argentina pampeana y continental- con ese “quasi” continente de la Patagonia, escasamente habitado, con recursos naturales y posibilidades no valoradas, y abierto al océano Atlántico, un mar con enormes riquezas, que nos conecta con el Pacífico, la Antártida y el océano Índico. Este sitio, con más de dos siglos de existencia, constituyó la “puerta histórica” de la Patagonia, un lugar protagonista de una gesta valiente en su defensa, de pioneros y navegantes que plantaron hitos en la difícil ocupación de ese amplísimo territorio.
El Congreso de la Nación por Ley 23.512 del 27 de mayo de 1987 declaró el área definida en su proyecto de desarrollo urbanístico como Capital de la República. La misma continúa vigente.
Propuesta de la Presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación
La actual propuesta en estudio en la Presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación trasladaría la Capital Federal a la ciudad de Santiago del Estero, en la provincia del mismo nombre, en el centro norte del país.
La fundamentación de la propuesta se basa en consideraciones de tres tipos y me referiré a cada una de ellas a partir de los elementos de análisis que se plantean en ella.
1 – El simbolismo político.
Con un enfoque histórico se rescata el hecho de haber sido Santiago del Estero la primera ciudad fundada en territorio argentino aún existente: la “madre de ciudades”, según una ley del Congreso de la Nación. Correspondió a la corriente fundadora del Alto Perú como avanzada del poblamiento de esa región incorporada al Virreynato del Perú. La ciudad del Barco, del nombre del lugar de origen de su fundador Juan Núñez de Prado, se levantó en 1550, fue trasladada a Barco II en 1551y nuevamente en 1552, para ser finalmente localizada en su emplazamiento actual, el cuarto, por Francisco de Aguirre, proveniente de Chile, con el nombre de Santiago del Estero (por el Apóstol y por hallarse junto a una laguna -estero- cercana al río Dulce) el 23 de diciembre de 1553. Al crearse el Virreynato del Río de La Plata, en 1776, pasó a formar parte de la Intendencia de Salta del Tucumán. El 27 de abril de 1820 se proclamó la autonomía de la provincia de Santiago del Estero transformándose en su capital.
Este devenir histórico muestra a la ciudad con un muy bajo potencial de desarrollo frente a ciudades como Tucumán, cuna del Congreso de 1816 en el que se declaró nuestra independencia, y de otras ciudades de su “hinterland” como Salta o Córdoba, ésta última asiento importante del universo jesuítico instalado en esta parte de América y centro desde entonces de irradiación cultural y educativa, además de política y económica.
El sincretismo cultural de Santiago del Estero, argumento señalado como un aporte importante a nuestro acerbo cultural nacional puede extenderse no sólo a las provincias del norte del país, como se señala en el informe, sino que lo considero abarcando a la totalidad del país en el que se encuentran presentes diferentes etnias de nuestros pueblos originarios, que nos acompañan desde el primer momento de la ocupación europea de nuestro territorio en las más diversas situaciones y a través de acontecimientos históricos que fueron modelando nuestra patria. La influencia cultural de todos ellos forma parte de nuestro patrimonio, así como la diversidad aportada por todos los hombres del mundo que eligieron habitar en el suelo argentino.
Respecto al “fortalecimiento institucional” que representaría el traslado de la capital a un nuevo emplazamiento no me cabe sino coincidir y enfatizar su importancia, así como la de “acompañar y profundizar la federalización de la Argentina”. La cita de Juan Bautista Alberdi “gobernar es poblar” me parece que debemos tenerla muy en cuenta en la búsqueda del lugar adecuado para la nueva capital. La ubicación que se propone no satisface este objetivo.
Los ejemplos que se mencionan de fundación de nuevas capitales en otros países nos dejan enseñanzas. El de Brasilia, en particular, tiene como meta llegar a los espacios vacíos de un inmenso territorio con una muy desigual ocupación poblacional. San Petesburgo, en su momento, cumplió la misma función de integración y, en este último caso, de defensa exterior. Ambas fundaciones tienen propósitos de articulación física, política, económica, social y cultural de universos separados de una misma entidad nacional. Estas mismas condiciones se cumplen en una localización como la de Viedma-Carmen de Patagones, no así en Santiago del Estero ubicada, aunque excéntricamente, en el territorio de antigua ocupación de nuestro país.
2 – Reconfiguración demográfico-espacial: la planificación territorial.
Trata del “problema endémico de desequilibrio demográfico” y considera indispensable “fomentar el equilibrio poblacional, luchando contra los vacíos demográficos de nuestro país”, concepto al que adhiero fuertemente.
En este punto se desarrolla un diagnóstico de la congestión urbana bonaerense, la necesidad de una planificación a nivel general y la dinámica de cambio y transformación propios del proceso del traslado.
Se presentan datos cuantitativos comparando la población de la Capital Federal y Santiago del Estero concluyendo que “la cuestión del traslado de la Capital Federal hacia el centro territorial se vincula con la propuesta de crear una Nueva Ciudad Capital en una región que esté menos poblada y desarrollada”.
Este argumento cabría a la mayor parte de las ciudades del país, exceptuando Córdoba y las ubicadas en el litoral del río Paraná y costa bonaerense.
3 – Integración geopolítica
El traslado de la Capital Federal al norte del país se ve como “beneficioso para propulsar los intercambios de la Argentina con sus socios políticos y comerciales del MERCOSUR”…lo que “implicará un acercamiento fundamental al corazón económico y político del MERCOSUR y de la UNASUR”.
Con este propósito, se enfatiza la importancia del corredor bioceánico Atlántico-Pacífico como eje comercial de integración regional y de acceso a oriente y se concluye: “Por lo tanto, que la capital argentina forme parte del Corredor que integran ambos Océanos podría contribuir al desarrollo del área en cuestión”.
El Corredor Bioceánico es necesario y estratégico y su realización está, sin duda, demorada. Sin embargo, en el caso de un traslado de la capital al lugar que se propone, el corredor debiera pasar a suficiente distancia como para no perturbar la salud urbana de la ciudad, consideración válida en cualquier circunstancia y ubicación.
El corredor es un proyecto independiente que potenciará las energías de la región, nacional e internacional y, por lo tanto, del país todo. Debe ser considerado con prioridad en la planificación territorial y avanzar rápidamente en su ejecución, así como tiene que suceder con las otras dos conexiones Atlántico- Pacífico en el centro y sur del país.
Algunas consideraciones sobre la propuesta en análisis
La localización en Santiago del Estero presenta algunos inconvenientes adicionales respecto a su aspecto físico. Está ubicada en un entorno árido y sin atractivos naturales. Posee un clima de prolongados extremos de calor y lluvias estivales, siendo el resto de los meses sin ninguna clase de lluvias igualmente extremos en sequía. Como dato adicional, es una zona sísmica en la que el terremoto de 1817, por encima de 7 puntos en la escala Richter, destruyó gran parte de la ciudad. Por lo tanto considero que como sitio natural carece de atractivos y su elección suscitaría una adhesión dudosa.
Por otra parte, Santiago del Estero no cumple con la condición admitida por los autores, de “fomentar el equilibrio poblacional, luchando contra los vacíos demográficos de nuestro país”. Está ubicada en la parte norte del corazón del poblamiento histórico del país, que tiene desde La Quiaca a Ushuaia 5.000 km. de extensión norte-sur. Esta localización alejaría aún más a la mayor parte del territorio del país de su capital. Dejaría los verdaderos vacíos demográficos sin ninguna respuesta a esta condición. La extensa Patagonia, las regiones en disputa de soberanía, los reclamados territorios antárticos quedarían cada vez más lejos geográficamente de la cabeza del poder.
La idea de cimentar “un núcleo de poder” en América Latina con la mayor proximidad física a las capitales de nuestro continente sur no dependen de una distancia en kilómetros sino de una política de integración a construir.
Coincidiendo en un todo con los fundamentos de la necesidad del traslado de la Capital, propósito al que siempre he adherido[i], es digna de festejar esta iniciativa que pone el tema en consideración y abre la discusión sobre una cuestión fundamental.
Los terribles desequilibrios poblacionales, de implantación de actividades productivas, de irradiación cultural, de decisión política, se siguen acentuando toda vez que no se toman las disposiciones pertinentes. La primera medida debiera corresponder a la descentralización del poder político y administrativo, acompañada de un plan integral de desarrollo nacional y fortalecimiento del federalismo.
Este proyecto constituye una iniciativa seria y responsable para la apertura de un debate necesario, que será creativo y enriquecedor.
Buenos Aires, mayo de 2014.
[i] Elva Roulet, “Federalimo y Centralización en el discurso de Leandro Alem” – La capitalización de Buenos Aires, La Plata, 1986, Edición de la Presidencia del Senado de la Provincia de Buenos Aires.
Elva Roulet, “La Nueva Capital”, 1987, Buenos Aires, 2ª. Edición: Fundación Jorge E. Roulet, Centro de Participación Política.