MI ABUELO NECHO por Gastón Solari Yrigoyen
| 9 julio, 2014MI ABUELO NECHO por Gastón Solari Yrigoyen
Desde temprana edad, Necho fue un incansable militante por la libertad y la justicia. Su lucha fue un ejemplo. Ya lo era, claro, para la juventud estudiantil que escuchaba sus discursos apasionados como Presidente de la FUA. Lo es también hoy, cuando una vida entera dedicada a defender los ideales democráticos resuena en los oídos de los muchos jóvenes que tuvieron el placer de conocer a Necho y de intercambiar unas palabras con él. Esa juventud en la que nunca dejó de confiar, en la que él veía el fundamento de un futuro mejor, y a la cual le pedía, como hizo durante su discurso en el Congreso en 2013, que amen a su país y que sigan trabajando por él.
Pero Necho fue también mi abuelo. Tuve el privilegio de crecer admirando esa fuente inagotable de perseverancia, de convicción, de esperanza. Me sorprendió más de una vez el vigor de su personalidad: cuando creí que éramos nosotros, los nietos, quienes debíamos cuidarlo, me di cuenta que él seguía siendo más que nunca un soporte para mí. Cuando comencé a interesarme en la política, fue con él que tuve las primeras conversaciones, conversaciones que me ayudaron a crecer, a formar una opinión propia y saber defenderla. Hasta unos días antes de su muerte, seguíamos intercambiando visiones políticas como si esas primeras charlas nunca hubieran acabado. Por su forma de ser, me enseñó la tolerancia y el respeto. Me gusta pensar, también, que de sus perdurables luchas aprendí algo de la crítica y del coraje político que lo animaron hasta el final. Extrañaré muchísimo al abuelo y amigo que despido hoy.