NÉSTOR GRANCELLI CHA por Guillermo Moreno Hueyo*
| 5 julio, 2014Actual Presidente del Club del Progreso
Amigos:
El Club del Progreso, por mi intermedio, viene a despedir a Nestor Grancelli Cha –nuestro querido Necho- y a rendirle el homenaje que se brinda a los hombres de prestigio consagrado.
El prestigio de toda una vida, larga… de 94 años y algo más. Prestigio por haberla pasado haciendo el bien y dando testimonio de convicciones profundas, argentinas por su entraña y republicanas por su forma. No concebía otro modo de ser y así lo pregonaba a todos los vientos.
Según las circunstancias nacionales que le tocó vivir, ese pregón demócrata y ciudadano sonó –a veces- como la voz clamante en el desierto, porque el error de sus connacionales –no el suyo, que no lo tuvo- consagraba instituciones contrarias a la república, como si el remedio de sus males se fuera a encontrar en otros sistemas que no fueran los de sus convicciones. Por eso mismo, pasó su vida inspirando admiración y respeto.
El Club del Progreso –me animo a decirlo- fue el de sus amores, porque le dedicó también, gran parte de su vida. Verlo llegar, siempre sonriente, simpático y distinguido recomponía el espíritu del más decaído, porque allí comentaba sus cuitas personales, su pensamiento respecto de los aconteceres políticos, o su opinión sobre las menudencias de la vida societaria, siempre con optimismo y criterio certero. Fue miembro de la Comisión Directiva en varias oportunidades y desempeñó la siempre difícil función de tesorero durante 9 años. Ël decía que en lugar de tesorero, debía nombrársele como Administrador de Deudas, porque en eso consistía su tarea cotidiana.
Me tocó el honor de pronunciar un homenaje en su favor, el año pasado, cuando le entregamos el Premio Anual del Club del Progreso y muchos de los que estamos aquí, apreciamos la emoción que lo embargó y las sentidas palabras de su agradecimiento, que lo mostraron tal cual era: hombre digno, por sobre todas las cosas, de pensamiento vastísimo y profundo, con un poder de iniciativa inigualado y con una energía y tenacidad inagotables.
Sentía el orgullo por señalar que era socio vitalicio del Club pero que su único mérito consistía en haber durado en el tiempo. No fue así. El Club del Progreso lo distinguió con esa designación por su dedicación simpática y elocuente.
Se había formado en al ámbito universitario con todos los laureles y en la vida política con las más distinguidas funciones. La primera conquista fue la de presidente de la Federación Universitaria Argentina en 1942, vísperas del gobierno dictatorial comenzado en junio del año siguiente. Su fragua política, propia de un entrerriano de ley como lo era, lo llevó a enfrentar la dictadura que lo tuvo preso y luchar contra ella, como se lucha contra todo estorbo que inhiba la libertad.
Nos quedan de Necho todas sus obras escritas y su ejemplo de un ser viril por antonomasia, para seguir aprendiendo y gozando de su pensamiento. A su familia, especialmente a sus hijos, Silvana y Gurí, todo el acompañamiento que se merecen y el consuelo más grande, que lo recibirán por el solo hecho de haber venido a este mundo de la mano de un hombre superior y entrañable padre y amigo.-