PATEAR Y GOLPEAR, TODO ES EMPEZAR por Ernestina Gamas*
Ernestina Gamas | 7 abril, 2014En el principio fue la violencia. Una violencia de rapiña, con pautas frágiles, fáciles de ser quebrantadas y por ello letales. Todos contra todos, en un proceso mimético que hacía que se respondiera con otra violencia similar. Violencia que generaba miedo y miedo que generaba más violencia. No había Estado ni Ley. . .
Ha pasado mucho tiempo y la humanidad transitó varios siglos construyendo Civilidad, Ley, Estado. Qué fue entonces lo que nos condujo, en la Argentina de hoy, a esta situación de anomia, de desintegración del tejido social, de desconocimiento de normas que están vigentes pero que se ignoran, en fin, de violencia.
A Thomas Hobbes que había nacido en 1588, también le tocó vivir una época violenta en la que las guerras de religión causaban estragos y la paz era una excepción y un paréntesis. Su madre lo tuvo prematuramente a causa del terror producido por la amenaza que representaba la Armada Invencible, ya acercándose a las costas de Inglaterra. Él diría de su nacimiento “el miedo y yo nacimos gemelos”. Ese miedo marcó su pensamiento y lo hizo escribir:
“Dícese que un Estado ha sido instituido cuando una multitud de hombres convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre o asamblea de hombres se le otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona de todos (es decir ser su representante.) Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro como los que han votado en contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo mismo que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos contra otros hombres”. (Thomas Hobbes – “Leviatan”).
Este fue un recurso racional para controlar la irracionalidad de un supuesto estado de naturaleza donde todos estaban expuestos a la acción de los otros. Se instauraba así un pacto, una soberanía como resultado de un contrato que suponía la existencia de una sociedad política, donde todos cedían parte de su autonomía a cambio de la protección de un soberano o asamblea para que los pusiera a recaudo de los abusos de unos contra otros. Esa violencia originaria se domesticaba de esta manera aunque no desaparecía, ya que bajo la tutela de un soberano sólo cambiaba de nivel. Ahora todos estaban expuestos a las arbitrariedades de este soberano que, además, se instituía con una legitimidad que emanaba del cielo.
Aunque como de racionalidad se trataba, tiempo después se buscó la forma de desafectar a esta legitimidad de los designios celestiales. Era el tiempo de la Ley que “venía a ocupar el lugar del recurso a la autoridad sobrehumana”, (A.Siperman – “La ley Romana y el mundo moderno”). Ahora no obedecía a ninguna legitimación por fuera de ella misma. Era una estructura racional que, entendida por todos los seres humanos haciendo uso de su razón, serviría a cada uno para poder lograr su propia autonomía. Según Kant ésta supone obrar según una ley moral universal: “Obra de tal modo que puedas siempre querer que la máxima de tu acción sea ley universal» «Obra de tal modo que emplees la humanidad, tanto en tu persona, como en la de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como un fin y nunca sólo como un medio». De lo sobrenatural a lo humano, la ley dependía ahora de la razón y de la voluntad. Porque sin ley no habría siquiera percepción del mal, sin la percepción del mal no habría ninguna necesidad de ley. O sea que la ley es el patrón sobre el que se puede establecer si una acción es buena o es mala. Y el mal está inseparablemente unido a nuestra libertad.
En 1776, según la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos, se proclama que “todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre ellos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad;……” Esa felicidad que para cada individuo puede ser diferente y puede conseguirse siempre que no se afecte la libertad ni la integridad de los otros.
Con la Revolución Francesa se pone en circulación la idea de un sistema institucional que limite el poder del Estado y se atribuye a la “democracia” un papel relevante en su construcción teórica. Para Montesquieu todo ciudadano, aunque sea pobre, tiene que poder encontrar ingresos suficientes y los ciudadanos ricos tienen que seguir siendo medianamente ricos de modo que tengan necesidad de trabajar para mantener sus posesiones. Su concepción de la democracia es la de garantizar la libertad y evitar el despotismo. La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo que si un ciudadano pudiera hacer lo que las leyes prohíben, ya no habría libertad, pues los demás tendrían igualmente esta facultad.
La ley moderna desciende del ordenamiento de la antigua Roma y el Estado liberal burgués de Derecho fue el instrumento político orientado a fundar racionalmente la libertad, la propiedad y la seguridad, poniendo a resguardo a los ciudadanos de los excesos del poder. La ley es necesaria para la existencia misma del Estado de Derecho. Ley y Estado son inseparables.
Emile Durkheim un testigo lúcido de fines de siglo XIX y padre de la sociología moderna decía, “No todo es contractual en el contrato”. Una sociedad no puede fundarse solamente entre individuos libres e iguales, porque entonces excluye, ya que no todos tienen las mismas condiciones de paridad dadas las tremendas desigualdades. La democracia fue pensada para canalizar el conflicto, para equilibrar las desigualdades y hacerse cargo de la violencia que el conflicto de esas desigualdades pudiera ocasionar. Para aquellos que no disponen de otros “capitales”, no solamente económicos sino también culturales y sociales, el Estado debería proporcionar los medios básicos para equiparar y nivelar las diferentes situaciones de sus habitantes: una educación de buen nivel laica y gratuita, el acceso a los servicios de salud pública, la posibilidad de una vivienda digna y garantizar la seguridad de todos los habitantes.
Nuestro país se caracterizó desde fines del siglo XIX por tener una movilidad social ascendente. Inmigrantes pobres y analfabetos llegaban a estas tierras y podían mandar sus hijos a una escuela pública de excelencia que desembocaba en la posibilidad de acceder después a una carrera universitaria. Se priorizaba el saber y la cultura. La Universidad de Buenos Aires pasó a ser admirada en toda Latinoamérica por la calidad de sus profesores y por el nivel de su enseñanza con la que egresaron profesionales que se destacaban en todo el mundo.
Pero algo cambió en nuestro ADN y en el presente esto parece mitología. Tenemos una presidente que no se priva de hablar sobre la exclusión. Como si se tratara de la representación de un papel en una obra de teatro, las palabras quedan vaciadas de contenido y alejadas de la realidad. Habla de “los excluidos” como si fuera un colectivo. Es, en cambio, una colección de situaciones totalmente diferentes que crece día a día con un común denominador, ir quedándose fuera de lo social. Es el resultado del des-manejo y del saqueo de la cosa pública perpetrado por los que junto a ella vienen detentando el poder a lo largo de de casi once años. Aún así insiste en profundizar la grieta, acusando a “los otros”, los que no son “ellos”, de responsabilidades que a los que gobiernan les competen. Como consecuencia de esta generación de violencia se produce un aflojamiento del lazo social ya bastante deshilachado.
Pero todo tiene una genealogía. A partir de 1943 una revolución militar de índole fascista asalta el poder constituido y se adueña del gobierno del país. Entre esos militares surge un “líder”, Juan Domingo Perón quien en poco tiempo se hace elegir “democráticamente.” Ya en el poder, extractadas de una publicación de sus clases sobre “Conducción Política” en la Escuela Superior Peronista, en el año 1951, son llamativos estos párrafos: “Lo importante en las doctrinas es inculcarlas, vale decir, que no es suficiente conocer la doctrina: lo fundamental es sentirla, y lo más importante es amarla”. . . . . . “La función de esta escuela no es sólo de erudición, no es solamente la de formar eruditos, sino la de formar apóstoles de nuestra doctrina. Como tercer asunto, o tercera misión, creo que sigue en importancia la formación de los cuadros. Los cuadros peronistas deben ser cubiertos, no solamente con hombres que trabajen para nuestro Movimiento, sino que también deben ser predicadores de nuestra doctrina”
Admiraba a Mussolini y era una persona hábil y oportunista. El populismo era el traje que le quedaba a medida, una forma de pensar las identidades sociales, un modo de articular demandas dispersas, una manera de construir lo político. Ya el 2 agosto de 1946 se sacaba la careta y arengaba a sus seguidores diciendo "El día que ustedes se lancen a colgar, yo estaré del lado de los que cuelgan". "Entregaremos unos metros de piola a los descamisados y veremos quién cuelga a quién", 13 de agosto de 1946. "Con un fusil o con un cuchillo a matar", 24 de junio de 1947. "Levantaremos horcas en todo el país para colgar a los opositores", 8 de septiembre de 1947. "Vamos a salir a la calle una sola vez para que no vuelvan ellos ni los hijos de ellos", 3 de junio de 1951. "Distribuiremos alambre de fardar para ahorcar a nuestros enemigos", 31 de agosto de 1951. "Compañeros, cuando haya que quemar voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar", 7 de mayo de 1952. "Eso de la leña que ustedes me aconsejan, ¿por qué no empiezan ustedes a darla?", 16 de abril de 1953. "Aquél que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades puede ser muerto por cualquier argentino. Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de ellos. Que sepan que esta lucha que iniciamos no ha de terminar hasta que los hayamos aniquilado y aplastado", 31 de agosto de 1955.
Y esa “lucha” prendió como vacuna contra la institucionalidad. Nos hemos quedado sin la presencia del Estado y del cumplimiento de sus obligaciones. La educación pública igualadora está en vías de desaparición, el cuidado de la salud de la población a la deriva y los elementos disuasivos y preventivos para la seguridad de los ciudadanos en manos de cómplices del delito. La situación carcelaria deplorable, con celdas sucias, violaciones sistemáticas , humillación de las visitas, mala atención médica, guardias que venden drogas, encierro de delincuentes juveniles junto a criminales avezados, convierten las cárceles en fábricas de criminalidad y miseria.
Los jueces, encargados de juzgar a quienes delinquen, empezando por los mismos gobernantes, están atemorizados, comprados o frágiles. Dada su ausencia, la gente pide castigo, venganza. Es también producto de la ignorancia cívica. En los últimos tiempos se han multiplicado las situaciones de linchamiento en las que vecinos “hartos” de la desaparición de un Estado que los proteja, han decidido tomar la justicia por mano propia, pateando y golpeando a probables delincuentes. Los instintos más primarios surgen en estas situaciones donde los protagonistas también son presas de la frustración y el resentimiento. Son incentivados por discursos de nuevos oportunistas que sin el menor análisis alimentan a la gente con slogans fáciles de digerir. Se pide endurecimiento de la penas, pero si bien hay que ser duros con el crimen -únicamente bajo las reglas que impone la ley- también hay que ser duros con las causas del crimen. Estas causas conforman un complejo entramado.
Una de las más importantes es que los primeros que tienen que hacer cumplir la ley son los primeros que la infringen, con la obscena corrupción que es la principal causa de todas las anomalías que sufre el país.
Y aunque parece que la violencia fue sólo en el principio porque había pautas frágiles, fáciles de ser quebrantadas, está siempre latente la amenaza de su reaparición. Estamos reingresando, si no estamos ya, en un sistema de todos contra todos, de una violencia anárquica, similar y peor porque no hay ley que inventar. Violencia que genera miedo y miedo que genera más violencia. Ya que no hay Estado ni hay cumplimiento de la Ley que tras siglos de su implantación se ignoran y se bastardean.
Abril 2014
*Ernestina Gamas es co-directora de este sitio y escritora